Gladys Oroza de Solón Romero, entrevista realizada en 2002
Son 30 años de mi vida que yo ando en la búsqueda de mi hijo. Mi hijo era José Carlos Trujillo Oroza, un muchacho de 21 años que fue detenido ilegalmente, torturado, y finalmente desaparecido de una prisión de Santa Cruz de la Sierra durante la dictadura de Hugo Bánzer Suárez.
Yo he acudido aquí a todas las instancias legales, para poder saber dónde estaba mi hijo, qué es lo que habían hecho con él. Me he constituido inclusive en parte civil del juicio de responsabilidades que se le inició a Hugo Bánzer Suarez en la época de 1980. Fue el diputado socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz que le inició ese juicio. Al no encontrar respuesta aquí en la justicia boliviana, yo acudí a la justicia internacional.
Primero a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. El caso ha estado allí durante ocho años. No se pudo solucionar en esta instancia, entonces la Comisión pasó el caso a la Corte Interamericana en San José de Costa Rica.
En el mundo esta el sistema de Naciones Unidas y el de la OEA. Yo acudí al de la OEA, que es la máxima instancia para nosotros latinoamericanos.
Gladys Oroza de Solón Romero, nacida en Sucre en 1926, madre de José Carlos Trujillo Oroza, detenido desaparecido en 1972.
El caso de mi hijo ha merecido una sentencia contra el estado boliviano por parte de la Corte Interamericana de derechos humanos. La sentencia de fondo se dictó el año 2000, y la sentencia de reparaciones al año siguiente. El estado boliviano ha admitido los hechos y ha reconocido su responsabilidad. La sentencia de reparaciones es amplia, contempla muchos puntos. No solo el económico, que a mi es el que menos me interesa.
Para frenar este trámite en la Comisión Interamericana en Washington, el estado boliviano inició un proceso judicial en la ciudad de Santa Cruz para querer mostrar que respetaba los derechos humanos.
El proceso se inició en la ciudad de Santa Cruz porque allí desapareció mi hijo. Actualmente continúa ese proceso, son dos años y medio. En un anterior gobierno el estado envió un informe a la Comisión con una lista de posibles responsables. Esas personas están siendo juzgadas en Santa Cruz.
Pero lamentablemente me ha tocado una época muy difícil porque este es el gobierno de Hugo Bánzer Suarez. Un gobierno democrático que mantiene absolutamente a todas las personas y los estamentos de la época represiva. Entonces los jueces se excusan de conocer el caso. Los fiscales responden al gobierno. Uno de los puntos de la sentencia de la Comisión Interamericana dice que el estado se compromete a esclarecer los hechos, a hacer un juicio correcto, ecuánime y pronto, pero no pasa absolutamente nada. Nada de nada. Ahí sigue el proceso, apenas hemos avanzado la primera parte, de la instructiva. En realidad al juicio mismo no hemos entrado. Ahí están los responsables que niegan absolutamente haber intervenido. Es más, todos ellos han hecho la misma declaración de que no me conocen, de que nunca me han visto, de que no han visto a mi hijo.
A mi hijo lo detuvieron el 23 de diciembre del año 1971. Yo pude viajar a Santa Cruz recién el 15 de enero de 1972. Yo lo vi a mi hijo en prisión. Yo pude advertir todavía las torturas a las que él había sido sometido. Por lo menos dos veces al día me encontré con esas personas. Evidentemente han pasado muchos años, pero no creo haber cambiado tanto como para que me digan que no me conocían.
Ha pasado lo mismo que nos ocurrió con el juicio a García Meza. Nosotros bolivianos tenemos el orgullo de haber sido el único país latinoamericano que ha logrado condenar a un dictador. Después de un juicio de casi nueve años, se lo ha condenado. Y ahora cumple la máxima condena, sin derecho a indulto en la cárcel de Chonchocoro. Pero él igual decía que no sabía nada, que desconocía todo.
Con el caso de José Carlos, están empleando la misma táctica. Resolvieron estos magistrados de Santa Cruz archivar el caso por prescripción. Yo apelé juntamente con la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. Presentamos un recurso de amparo y también lo rechazaron los magistrados en Santa Cruz. Entonces, yo tenía una última instancia en Bolivia: el Tribunal Constitucional. Apelé al tribunal Constitucional y se tomó bastante tiempo porque es el primer y único caso en Bolivia, no existen otros, y en Latinoamérica pocos. Entonces el Tribunal Constitucional después de dos meses dio su sentencia, anuló las disposiciones de los magistrados de Santa Cruz y ordenó que se reabra el caso.
Ahora el caso avanza con mucha lentitud y con ninguna ayuda del estado boliviano. Más bien lo contrario. Yo tengo esperanza de que con el nuevo gobierno cambie algo, esperemos.
Tenemos otro problema, además, el tiempo, pero yo creo que paraeso va a tener que intervenir también la Corte Interamericana. Porque en la sentencia la Corte Interamericana le da al estado un término de tiempo para que pueda informar de cómo va el proceso, y el plazo ya se le está agotando. Además dice en sus resoluciones que la Corte vigilará el proceso.
El caso de mi hijo como fue iniciado hace dos años y medio está con el código penal antiguo y este código penal termina su vigencia en mayo del año 2004. Evidentemente faltan dos años, pero no es nada para la justicia boliviana, que es muy lenta.
Y además aquí no hay independencia de poderes. Ni el legislativo funciona independientemente del ejecutivo y menos el judicial. Los jueces y fiscales son todos nombrados por disposición del ejecutivo. Entonces el ejecutivo es la llave que maneja todo. Si a él no le conviene que tal proceso avance, no avanza. Si le conviene, lo hacen avanzar. Esa es la situación en este momento.
Ahora este hecho naturalmente ha cambiado mucho mi vida y la de toda mi familia. Igual que la de todos los familiares latinoamericanos, hemos pensado que en Bolivia el unirnos nos da fortaleza. Que nuestra acción aislada puede ser que tenga algún resultado, pero nuestra lucha de alguna manera es política y tenemos que unirnos porque nuestros familiares han sido desaparecidos, torturados, y finalmente asesinados, porque ellos tenían un ideal, porque defendían una causa.
Créanme, antes de anoche, cuando yo miraba la televisión, y veía a los campesinos indígenas en el parlamento… decía “hijo tu abriste eso, estoy feliz, mira no ha sido en vano tu muerte, donde estés yo creo que tú estás contento”.
Yo soy muy católica. Yo pienso y digo que dios nos manda penas, dolores, nos pega fuertemente. Pero también nos da la fortaleza para seguir adelante, además en el medio está el amor de una madre. Ya usted va a ver cuántos años tengo, no sé cuantos más viviré, pero he dicho que hasta el último momento que yo tenga fuerzas voy a seguir buscando a mi hijo. Para mí sería muy triste partir sin tener junto a mí los restos de mi hijo. Eso mismo creo que me da el valor para seguir adelante.
Mi hijo era estudiante de la Universidad Mayor de San Andrés. Cuando fue el golpe de estado de Bánzer prácticamente asaltaron las universidades, sobre todo la de La Paz porque siempre fue el centro contestatario de los estudiantes rebeldes. Entonces mi hijo se fue a la ciudad de Santa Cruz.
Ustedes saben de sobra lo que significó para la juventud boliviana, y no solo boliviana sino latinoamericana y probablemente del mundo, la figura del Che Guevara. Sus ideales calaron hondo en la juventud, entonces tuvo muchos seguidores. Y aquí se organizó el Ejército de Liberación Nacional, que de alguna manera proclamaba los ideales de él y quería un cambio. Mi hijo era miembro del Ejército de Liberación Nacional.
Hasta ahora no conozco las circunstancias en las que lo detuvieron a mi hijo, y menos que es lo que han hecho con él.
Lo que yo reclamo, y está muy claro en los puntos de la Corte Interamericana, son los restos de mi hijo. Lo que quiero es que estas personas, que están siendo juzgadas en Santa Cruz, que han sido los responsables de su detención y tortura confiesen donde están sus restos. Yo quiero que me den una pista para que yo pueda encontrar los restos de mi hijo.
Nuestros hijos han sido desaparecidos, asesinados, torturados, precisamente porque ellos tenían un ideal político. Ellos querían, deseaban un cambio para nuestra sociedad, entonces nosotros, los familiares, hemos recogido sus banderas. Y seguimos adelante.
Nosotros la lucha contra la impunidad, lo que queremos es que estos casos no queden impunes. Lo que queremos contar nuestra historia a toda la juventud boliviana que no ha vivido estas épocas tan tristes, dolorosas de nuestra historia. Más de dos generaciones que no saben lo que ha pasado. Por eso el general Banzer volvió a salir presidente y había una juventud que lo apoyaba. La juventud tiene que conocer la historia verdadera de su país y no solo la historia oficial. Nosotros estamos destinados a contar la historia verdadera. Nosotros tenemos un lema en toda Latinoamérica que dice “si estoy en tu memoria, soy parte de la historia”. Nosotros no podemos dejar de contar lo que ha pasado. No solo reivindicamos la vida de nuestros seres queridos, sino que queremos que estos hechos no se repitan. Y ustedes lo han debido escuchar en la Argentina: el “nunca más”.
Esto ha generado en mi vida un cambio radical. Yo tengo un hogar, una familia, mi esposo (1), mis hijos y mi profesión. Yo soy maestra, ahora estoy retirada. Yo era una persona que vivía tranquilamente con mis hijos, mi piano, mi esposo. Como ustedes han debido ver en la fundación, mi esposo era un pintor. Al lado de él tratamos de colaborar en lo que podía, quizás ajena a toda esta real situación que vivía el pueblo boliviano y el pueblo latinoamericano. Es más lamentablemente cuando ocurrió lo del Che Guevara nosotros no estábamos viviendo en Bolivia, estábamos viviendo en Nueva York. O sea que ni siquiera vivimos de cerca lo que pasó aquí en Bolivia con Guevara. Entonces lo que ocurrió con mi hijo fue una sacudida, fue un golpe en mi vida. Que me hizo reaccionar, salir a las calles y gritar, andar con mi letrero, decir quién era Bánzer, “¿donde está mi hijo?”, ir a los congresos, unirme con los otros familiares.
También fui detenida, fui torturada, fui exiliada, en fin. Entonces fue un cambio radical, y eso influenció a un nivel familiar. Mi esposo entonces dio un mayor mensaje a su trabajo. Ustedes han visto la pintura de mi esposo, es una pintura de un profundo mensaje. Él me ha apoyado en la búsqueda de mi hijo. Una ayuda muy grande para mí en todo sentido. No solo en el sentido moral me ha apoyado, me ha acompañado, sino también en el sentido económico. Mis otros dos hijos han crecido no olvidan jamás a su hermano y ellos tienen como parte de su vida el tratar de luchar y trabajar por encontrar los restos de su hermano.
Ahora yo voy a exigir a este nuevo gobierno y las condiciones de alguna manera han cambiado, que se cumplan la sentencia de la Corte Interamericana. Hasta casi el último momento de su vida, yo le he pedido al general Bánzer, le he suplicado que me ayude porque una sola palabra suya a mí me hubiera permitido encontrar los restos de mi hijo. Estaban junto a él todas las personas que lo habían colaborado. Entre ellos el que fue ministro de gobierno de ese entonces, Mario Adet Zamora. Él hizo unas declaraciones y dijo que estaba orgulloso de haber colaborado con el general Bánzer, y que no se arrepentía en absoluto de lo que hizo. Esas personas que están siendo juzgadas en Santa Cruz están siendo dirigidas por Mario Adet Zamora, es más creo que les pagan desde la prefectura de Santa Cruz al abogado que los defiende.
Entonces, una insinuación del general habría hecho que Adet Zamora hable con alguno de ellos y en una forma indirecta me habrían dado una señal para yo pueda encontrar los restos de mi hijo. Lamentablemente eso no se dio. Yo le escribí una carta pública en el último momento al general Banzer. No tuve ninguna respuesta.
Yo fui exiliada en 1980 cuando el golpe de García Meza, entonces desde el exilio en Perú asistí a la primera reunión de familiares latinoamericanos de detenidos desaparecidos en el año 1981, en la ciudad de San José de Costa Rica. Hubieron dos reuniones: una a comienzos de año en enero en Costa Rica y otra en noviembre en Venezuela, en Caracas. Yo soy miembro fundador también de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en Bolivia. Cuando pasó lo de mi hijo, yo busqué espacios para poder trabajar y luchar en la defensa de los derechos humanos, entonces ahí fui invitada a pertenecer a la asamblea. Cuando se dio la posibilidad de regresar al país en el año 1982, vi que era muy importante reunir a los familiares. Los familiares se habían reunido ya en el año 68, habían hecho un primer intento de reunirse sobre todo cuando la guerrilla de Teoponte. Entonces lograron que les devuelvan algunos de los cadáveres de sus familiares.
Cuando regresé a Bolivia tenía el apoyo de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y también me contacté con todas las organizaciones laborales, que en esa época estaban muy bien organizadas. Con la Central Obrera Boliviana, con la Federación de campesinos, mineros. Entonces llamé a los familiares y organizamos la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Tramité su personería jurídica para que tenga un valor legal. Conseguimos un pequeño espacio para contar con una oficina. Alguien nos dio un poco de dinero, y además en ese entonces el alcalde tenía su esposa con un familiar desaparecido, y nos ofreció un retazo en el cementerio para hacer un mausoleo, al igual que don Hernán Siles Zuazo que era presidente. Cuando estábamos juntos en el exilio Sles Zuazo me hizo una promesa que la cumplió cuando llegamos: porque organizó la comisión de ciudadanos de detenidos desaparecidos, que también ha sido la primera en Latinoamérica. Lamentablemente, don Hernán dejó la presidencia, fue inclusive obligado a recortar su mandato y se acabó la comisión. Pero en el trabajo de esta comisión de la cual nosotros formábamos parte, se descubrieron catorce restos en el cementerio general, son restos que los tenemos ahí en el lugar que nos dieron, una cosa muy pequeña, son restos de la época de Banzer.
Entonces era muy importante que nuestra lucha de un unido grupo organizado de familiares, porque si cada uno iba a ser sus solicitudes de forma independiente no hubiéramos tenido la fuerza. Ahora nuestra lucha continúa, somos una organización reconocida aquí, de alguna manera nuestra voz es escuchada, tenemos una opinión, actuamos, sobre todo en los períodos preelectorales hemos llegado a hacer una campaña. Lo que nosotros queremos es simplemente contar nuestra historia al pueblo en diferentes estratos, a los estudiantes, a los campesinos para que ellos puedan tener conciencia, puedan conocer esa parte de la historia. Que no es la historia oficial, que la ocultan o no quieren acordarse de ella. Esa es nuestra misión, por eso organicé la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Ya tenemos 22 años de existencia como asociación, formamos parte de la federación latinoamericana de detenidos desaparecidos? Somos miembros ahora de su comité ejecutivo, y bueno creemos que nuestra lucha aquí ya es conocida y reconocida. Ahora, lamentablemente, no hemos podido lograr muchas cosas. Por ejemplo, el que haya una ley o una disposición legal en nuestro ordenamiento jurídico que determine la figura del detenido desaparecido, este es un problema para el juicio que se está llevando a cabo en Santa Cruz, como no hay esa figura en nuestro ordenamiento jurídico no se está pudiendo juzgar a los acusados por el delito de desaparición forzada. Se está juzgando por delitos menores, y en Bolivia, en el código penal, la tortura es un delito menor, solo tiene de dos a cinco años y además sin detención preventiva. Entonces, en Santa Cruz, se está juzgando a esas personas por el caso de mi hijo por detención indebida, vejámenes y tortura, que en nuestro ordenamiento jurídico son delitos menores.
Ahora, los magistrados en Santa Cruz no hacen absolutamente caso ni toman en cuenta la legislación internacional. La semana pasada ha estado aquí uno de los miembros de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y ha dictado un seminario, y justamente ha hecho unas declaraciones sobre mi hijo. Él ha dicho que la Convención Interamericana y del pacto de San José tiene tanto valor como las leyes nacionales cuando un estado es miembro de dichos instrumentos internacionales. Pero en Bolivia, y en particular en Santa Cruz, no quieren entender eso. Por eso sigo luchando (2).
(1) Walter Sólon Romero Gonzáles (2) En 2010 la Corte Suprema de Justicia condenó a 20 años de prisión a dos dirigentes políticos del gobierno militar de Hugo Bánzer, responsables de la desaparición de José Carlos Trujillo Oroza y José Luis Ibsen Peña (desaparecido en el año 73). Gladys Oroza de Solón Romero murió en 2012.
Gladys Oroza de Solón Romero, entrevista realizada en 2002
Son 30 años de mi vida que yo ando en la búsqueda de mi hijo. Mi hijo era José Carlos Trujillo Oroza, un muchacho de 21 años que fue detenido ilegalmente, torturado, y finalmente desaparecido de una prisión de Santa Cruz de la Sierra durante la dictadura de Hugo Bánzer Suárez.
Yo he acudido aquí a todas las instancias legales, para poder saber dónde estaba mi hijo, qué es lo que habían hecho con él. Me he constituido inclusive en parte civil del juicio de responsabilidades que se le inició a Hugo Bánzer Suarez en la época de 1980. Fue el diputado socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz que le inició ese juicio. Al no encontrar respuesta aquí en la justicia boliviana, yo acudí a la justicia internacional.
Primero a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. El caso ha estado allí durante ocho años. No se pudo solucionar en esta instancia, entonces la Comisión pasó el caso a la Corte Interamericana en San José de Costa Rica.
En el mundo esta el sistema de Naciones Unidas y el de la OEA. Yo acudí al de la OEA, que es la máxima instancia para nosotros latinoamericanos.
El caso de mi hijo ha merecido una sentencia contra el estado boliviano por parte de la Corte Interamericana de derechos humanos. La sentencia de fondo se dictó el año 2000, y la sentencia de reparaciones al año siguiente. El estado boliviano ha admitido los hechos y ha reconocido su responsabilidad. La sentencia de reparaciones es amplia, contempla muchos puntos. No solo el económico, que a mi es el que menos me interesa.
Para frenar este trámite en la Comisión Interamericana en Washington, el estado boliviano inició un proceso judicial en la ciudad de Santa Cruz para querer mostrar que respetaba los derechos humanos.
El proceso se inició en la ciudad de Santa Cruz porque allí desapareció mi hijo. Actualmente continúa ese proceso, son dos años y medio. En un anterior gobierno el estado envió un informe a la Comisión con una lista de posibles responsables. Esas personas están siendo juzgadas en Santa Cruz.
Pero lamentablemente me ha tocado una época muy difícil porque este es el gobierno de Hugo Bánzer Suarez. Un gobierno democrático que mantiene absolutamente a todas las personas y los estamentos de la época represiva. Entonces los jueces se excusan de conocer el caso. Los fiscales responden al gobierno. Uno de los puntos de la sentencia de la Comisión Interamericana dice que el estado se compromete a esclarecer los hechos, a hacer un juicio correcto, ecuánime y pronto, pero no pasa absolutamente nada. Nada de nada. Ahí sigue el proceso, apenas hemos avanzado la primera parte, de la instructiva. En realidad al juicio mismo no hemos entrado. Ahí están los responsables que niegan absolutamente haber intervenido. Es más, todos ellos han hecho la misma declaración de que no me conocen, de que nunca me han visto, de que no han visto a mi hijo.
A mi hijo lo detuvieron el 23 de diciembre del año 1971. Yo pude viajar a Santa Cruz recién el 15 de enero de 1972. Yo lo vi a mi hijo en prisión. Yo pude advertir todavía las torturas a las que él había sido sometido. Por lo menos dos veces al día me encontré con esas personas. Evidentemente han pasado muchos años, pero no creo haber cambiado tanto como para que me digan que no me conocían.
Ha pasado lo mismo que nos ocurrió con el juicio a García Meza. Nosotros bolivianos tenemos el orgullo de haber sido el único país latinoamericano que ha logrado condenar a un dictador. Después de un juicio de casi nueve años, se lo ha condenado. Y ahora cumple la máxima condena, sin derecho a indulto en la cárcel de Chonchocoro. Pero él igual decía que no sabía nada, que desconocía todo.
Con el caso de José Carlos, están empleando la misma táctica. Resolvieron estos magistrados de Santa Cruz archivar el caso por prescripción. Yo apelé juntamente con la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. Presentamos un recurso de amparo y también lo rechazaron los magistrados en Santa Cruz. Entonces, yo tenía una última instancia en Bolivia: el Tribunal Constitucional. Apelé al tribunal Constitucional y se tomó bastante tiempo porque es el primer y único caso en Bolivia, no existen otros, y en Latinoamérica pocos. Entonces el Tribunal Constitucional después de dos meses dio su sentencia, anuló las disposiciones de los magistrados de Santa Cruz y ordenó que se reabra el caso.
Ahora el caso avanza con mucha lentitud y con ninguna ayuda del estado boliviano. Más bien lo contrario. Yo tengo esperanza de que con el nuevo gobierno cambie algo, esperemos.
Tenemos otro problema, además, el tiempo, pero yo creo que para eso va a tener que intervenir también la Corte Interamericana. Porque en la sentencia la Corte Interamericana le da al estado un término de tiempo para que pueda informar de cómo va el proceso, y el plazo ya se le está agotando. Además dice en sus resoluciones que la Corte vigilará el proceso.
El caso de mi hijo como fue iniciado hace dos años y medio está con el código penal antiguo y este código penal termina su vigencia en mayo del año 2004. Evidentemente faltan dos años, pero no es nada para la justicia boliviana, que es muy lenta.
Y además aquí no hay independencia de poderes. Ni el legislativo funciona independientemente del ejecutivo y menos el judicial. Los jueces y fiscales son todos nombrados por disposición del ejecutivo. Entonces el ejecutivo es la llave que maneja todo. Si a él no le conviene que tal proceso avance, no avanza. Si le conviene, lo hacen avanzar. Esa es la situación en este momento.
Ahora este hecho naturalmente ha cambiado mucho mi vida y la de toda mi familia. Igual que la de todos los familiares latinoamericanos, hemos pensado que en Bolivia el unirnos nos da fortaleza. Que nuestra acción aislada puede ser que tenga algún resultado, pero nuestra lucha de alguna manera es política y tenemos que unirnos porque nuestros familiares han sido desaparecidos, torturados, y finalmente asesinados, porque ellos tenían un ideal, porque defendían una causa.
Créanme, antes de anoche, cuando yo miraba la televisión, y veía a los campesinos indígenas en el parlamento… decía “hijo tu abriste eso, estoy feliz, mira no ha sido en vano tu muerte, donde estés yo creo que tú estás contento”.
Yo soy muy católica. Yo pienso y digo que dios nos manda penas, dolores, nos pega fuertemente. Pero también nos da la fortaleza para seguir adelante, además en el medio está el amor de una madre. Ya usted va a ver cuántos años tengo, no sé cuantos más viviré, pero he dicho que hasta el último momento que yo tenga fuerzas voy a seguir buscando a mi hijo. Para mí sería muy triste partir sin tener junto a mí los restos de mi hijo. Eso mismo creo que me da el valor para seguir adelante.
Mi hijo era estudiante de la Universidad Mayor de San Andrés. Cuando fue el golpe de estado de Bánzer prácticamente asaltaron las universidades, sobre todo la de La Paz porque siempre fue el centro contestatario de los estudiantes rebeldes. Entonces mi hijo se fue a la ciudad de Santa Cruz.
Ustedes saben de sobra lo que significó para la juventud boliviana, y no solo boliviana sino latinoamericana y probablemente del mundo, la figura del Che Guevara. Sus ideales calaron hondo en la juventud, entonces tuvo muchos seguidores. Y aquí se organizó el Ejército de Liberación Nacional, que de alguna manera proclamaba los ideales de él y quería un cambio. Mi hijo era miembro del Ejército de Liberación Nacional.
Hasta ahora no conozco las circunstancias en las que lo detuvieron a mi hijo, y menos que es lo que han hecho con él.
Lo que yo reclamo, y está muy claro en los puntos de la Corte Interamericana, son los restos de mi hijo. Lo que quiero es que estas personas, que están siendo juzgadas en Santa Cruz, que han sido los responsables de su detención y tortura confiesen donde están sus restos. Yo quiero que me den una pista para que yo pueda encontrar los restos de mi hijo.
Nuestros hijos han sido desaparecidos, asesinados, torturados, precisamente porque ellos tenían un ideal político. Ellos querían, deseaban un cambio para nuestra sociedad, entonces nosotros, los familiares, hemos recogido sus banderas. Y seguimos adelante.
Nosotros la lucha contra la impunidad, lo que queremos es que estos casos no queden impunes. Lo que queremos contar nuestra historia a toda la juventud boliviana que no ha vivido estas épocas tan tristes, dolorosas de nuestra historia. Más de dos generaciones que no saben lo que ha pasado. Por eso el general Banzer volvió a salir presidente y había una juventud que lo apoyaba. La juventud tiene que conocer la historia verdadera de su país y no solo la historia oficial. Nosotros estamos destinados a contar la historia verdadera. Nosotros tenemos un lema en toda Latinoamérica que dice “si estoy en tu memoria, soy parte de la historia”. Nosotros no podemos dejar de contar lo que ha pasado. No solo reivindicamos la vida de nuestros seres queridos, sino que queremos que estos hechos no se repitan. Y ustedes lo han debido escuchar en la Argentina: el “nunca más”.
Esto ha generado en mi vida un cambio radical. Yo tengo un hogar, una familia, mi esposo (1), mis hijos y mi profesión. Yo soy maestra, ahora estoy retirada. Yo era una persona que vivía tranquilamente con mis hijos, mi piano, mi esposo. Como ustedes han debido ver en la fundación, mi esposo era un pintor. Al lado de él tratamos de colaborar en lo que podía, quizás ajena a toda esta real situación que vivía el pueblo boliviano y el pueblo latinoamericano. Es más lamentablemente cuando ocurrió lo del Che Guevara nosotros no estábamos viviendo en Bolivia, estábamos viviendo en Nueva York. O sea que ni siquiera vivimos de cerca lo que pasó aquí en Bolivia con Guevara. Entonces lo que ocurrió con mi hijo fue una sacudida, fue un golpe en mi vida. Que me hizo reaccionar, salir a las calles y gritar, andar con mi letrero, decir quién era Bánzer, “¿donde está mi hijo?”, ir a los congresos, unirme con los otros familiares.
También fui detenida, fui torturada, fui exiliada, en fin. Entonces fue un cambio radical, y eso influenció a un nivel familiar. Mi esposo entonces dio un mayor mensaje a su trabajo. Ustedes han visto la pintura de mi esposo, es una pintura de un profundo mensaje. Él me ha apoyado en la búsqueda de mi hijo. Una ayuda muy grande para mí en todo sentido. No solo en el sentido moral me ha apoyado, me ha acompañado, sino también en el sentido económico. Mis otros dos hijos han crecido no olvidan jamás a su hermano y ellos tienen como parte de su vida el tratar de luchar y trabajar por encontrar los restos de su hermano.
Ahora yo voy a exigir a este nuevo gobierno y las condiciones de alguna manera han cambiado, que se cumplan la sentencia de la Corte Interamericana. Hasta casi el último momento de su vida, yo le he pedido al general Bánzer, le he suplicado que me ayude porque una sola palabra suya a mí me hubiera permitido encontrar los restos de mi hijo. Estaban junto a él todas las personas que lo habían colaborado. Entre ellos el que fue ministro de gobierno de ese entonces, Mario Adet Zamora. Él hizo unas declaraciones y dijo que estaba orgulloso de haber colaborado con el general Bánzer, y que no se arrepentía en absoluto de lo que hizo. Esas personas que están siendo juzgadas en Santa Cruz están siendo dirigidas por Mario Adet Zamora, es más creo que les pagan desde la prefectura de Santa Cruz al abogado que los defiende.
Entonces, una insinuación del general habría hecho que Adet Zamora hable con alguno de ellos y en una forma indirecta me habrían dado una señal para yo pueda encontrar los restos de mi hijo. Lamentablemente eso no se dio. Yo le escribí una carta pública en el último momento al general Banzer. No tuve ninguna respuesta.
Yo fui exiliada en 1980 cuando el golpe de García Meza, entonces desde el exilio en Perú asistí a la primera reunión de familiares latinoamericanos de detenidos desaparecidos en el año 1981, en la ciudad de San José de Costa Rica. Hubieron dos reuniones: una a comienzos de año en enero en Costa Rica y otra en noviembre en Venezuela, en Caracas. Yo soy miembro fundador también de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en Bolivia. Cuando pasó lo de mi hijo, yo busqué espacios para poder trabajar y luchar en la defensa de los derechos humanos, entonces ahí fui invitada a pertenecer a la asamblea. Cuando se dio la posibilidad de regresar al país en el año 1982, vi que era muy importante reunir a los familiares. Los familiares se habían reunido ya en el año 68, habían hecho un primer intento de reunirse sobre todo cuando la guerrilla de Teoponte. Entonces lograron que les devuelvan algunos de los cadáveres de sus familiares.
Cuando regresé a Bolivia tenía el apoyo de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y también me contacté con todas las organizaciones laborales, que en esa época estaban muy bien organizadas. Con la Central Obrera Boliviana, con la Federación de campesinos, mineros. Entonces llamé a los familiares y organizamos la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Tramité su personería jurídica para que tenga un valor legal. Conseguimos un pequeño espacio para contar con una oficina. Alguien nos dio un poco de dinero, y además en ese entonces el alcalde tenía su esposa con un familiar desaparecido, y nos ofreció un retazo en el cementerio para hacer un mausoleo, al igual que don Hernán Siles Zuazo que era presidente. Cuando estábamos juntos en el exilio Sles Zuazo me hizo una promesa que la cumplió cuando llegamos: porque organizó la comisión de ciudadanos de detenidos desaparecidos, que también ha sido la primera en Latinoamérica. Lamentablemente, don Hernán dejó la presidencia, fue inclusive obligado a recortar su mandato y se acabó la comisión. Pero en el trabajo de esta comisión de la cual nosotros formábamos parte, se descubrieron catorce restos en el cementerio general, son restos que los tenemos ahí en el lugar que nos dieron, una cosa muy pequeña, son restos de la época de Banzer.
Entonces era muy importante que nuestra lucha de un unido grupo organizado de familiares, porque si cada uno iba a ser sus solicitudes de forma independiente no hubiéramos tenido la fuerza. Ahora nuestra lucha continúa, somos una organización reconocida aquí, de alguna manera nuestra voz es escuchada, tenemos una opinión, actuamos, sobre todo en los períodos preelectorales hemos llegado a hacer una campaña. Lo que nosotros queremos es simplemente contar nuestra historia al pueblo en diferentes estratos, a los estudiantes, a los campesinos para que ellos puedan tener conciencia, puedan conocer esa parte de la historia. Que no es la historia oficial, que la ocultan o no quieren acordarse de ella. Esa es nuestra misión, por eso organicé la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Ya tenemos 22 años de existencia como asociación, formamos parte de la federación latinoamericana de detenidos desaparecidos? Somos miembros ahora de su comité ejecutivo, y bueno creemos que nuestra lucha aquí ya es conocida y reconocida. Ahora, lamentablemente, no hemos podido lograr muchas cosas. Por ejemplo, el que haya una ley o una disposición legal en nuestro ordenamiento jurídico que determine la figura del detenido desaparecido, este es un problema para el juicio que se está llevando a cabo en Santa Cruz, como no hay esa figura en nuestro ordenamiento jurídico no se está pudiendo juzgar a los acusados por el delito de desaparición forzada. Se está juzgando por delitos menores, y en Bolivia, en el código penal, la tortura es un delito menor, solo tiene de dos a cinco años y además sin detención preventiva. Entonces, en Santa Cruz, se está juzgando a esas personas por el caso de mi hijo por detención indebida, vejámenes y tortura, que en nuestro ordenamiento jurídico son delitos menores.
Ahora, los magistrados en Santa Cruz no hacen absolutamente caso ni toman en cuenta la legislación internacional. La semana pasada ha estado aquí uno de los miembros de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y ha dictado un seminario, y justamente ha hecho unas declaraciones sobre mi hijo.
Él ha dicho que la Convención Interamericana y del pacto de San José tiene tanto valor como las leyes nacionales cuando un estado es miembro de dichos instrumentos internacionales. Pero en Bolivia, y en particular en Santa Cruz, no quieren entender eso. Por eso sigo luchando (2).
(1) Walter Sólon Romero Gonzáles
(2) En 2010 la Corte Suprema de Justicia condenó a 20 años de prisión a dos dirigentes políticos del gobierno militar de Hugo Bánzer, responsables de la desaparición de José Carlos Trujillo Oroza y José Luis Ibsen Peña (desaparecido en el año 73). Gladys Oroza de Solón Romero murió en 2012.
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