A ocho meses de que se lleve a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) el gobierno brasilero continúa con la construcción de una autopista de cuatro carriles en Belém, la ciudad anfitriona del evento. Este proyecto ha implicado la tala de miles de árboles en la Amazonía, la fragmentación de ecosistemas vitales y la afectación de más de 800 especies entre plantas y hongos en el área de protección ambiental.
La autovía fue denominada como Avenida de la Libertad en Belém, que pretende conectar las ciudades del interior del Estado de Pará con la capital. Esta obra cruza una área protegida por ley de 7.500 hectáreas, que fue creada hace tres décadas para preservar dos manantiales que abastecen a la ciudad y un parque de conservación natural.
La construcción atraviesa más de 13 kilómetros de selva amazónica y ha generado críticas de científicos quienes alertan que esta carretera interrumpirá las rutas naturales de la fauna, afectando gravemente a la biodiversidad. Veterinarios e investigadores también advierten que la deforestación reducirá las zonas donde los animales pueden vivir y reproducirse.
La polémica de la construcción de la avenida fue dada a conocer a través de un reportaje de la BBC. El medio informaba que quienes viven en la región están viendo cómo su entorno está siendo reducido a escombros. “Todo quedó destruido”, denuncia Claudio Verequete quien vive a 200 metros de donde estará la carretera y cuya fuente de ingresos era la recolección de bayas de asaí. “Nuestra cosecha ya ha sido talada. Ya no tenemos esos ingresos para mantener a nuestra familia”. Además afirma que ni siquiera recibieron compensaciones ni alternativas a su situación.
Ante esto Adler Silveira, secretario de Infraestructura de Pará, ha declarado que la obra es parte de un plan de modernización con 30 proyectos que preparan la ciudad rumbo la cumbre climática. Según el gobierno estatal, la carretera incluirá pasos de fauna, ciclovías e iluminación solar. Sin embargo para muchos activistas y defensores de la naturaleza, resulta irónica la decisión de atravesar la Amazonia en nombre de una cumbre internacional que busca la protección del medioambiente.
Belém se ubica al sur de la desembocadura del Río Amazonas, basa su economía en el sector agropecuario, tiene un aproximado de 1,3 millones de habitantes y una infraestructura donde el 80% de la población no cuenta con saneamiento básico. En mayo de 2023, fue elegida como la ciudad anfitriona de la COP30. La elección de una ciudad amazónica como sede, simboliza el reconocimiento de los ecosistemas claves para la estabilidad climática global.
“Si no tienes un hotel de cinco estrellas, duerme en uno de cuatro, Si no tienes uno de cuatro, duerme en uno de tres. Si no tienes un hotel de tres estrellas, duerme mirando al cielo, será maravilloso”, fueron las palabras del presidente de Brasil, frente a los problemas de capacidad de Belem para ser sede de la cumbre.
Junto con la construcción de nuevos hoteles y la renovación del puerto para recibir cruceros, el evento ha intensificado el debate sobre el impacto ambiental de la logística necesaria para la COP30. Mientras la cumbre busca destacar la conservación de la Amazonia, las obras asociadas han generado cuestionamientos sobre su sostenibilidad.
“Belém vive una fiebre especuladora con precios de resort suizo para las fechas críticas, puede resultar más barato comprarse un apartamento ahora que alquilar uno para las dos semanas de la cumbre” considera la activista Naiara Galarraga Gortázar.
Se prevée que entre el 10 y el 21 de noviembre Belén acoja a mas de 50.000 visitantes, incluidos representantes de Gobiernos, ONGs y empresas que se congregarán en la ciudad. Para muchos esta versión de la COP, sumando las controversias por la construcción de la carretera y más de 30 proyectos en proceso, evidencia la disputa entre el desarrollo extractivista y la conservación ambiental.
A ocho meses de que se lleve a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) el gobierno brasilero continúa con la construcción de una autopista de cuatro carriles en Belém, la ciudad anfitriona del evento. Este proyecto ha implicado la tala de miles de árboles en la Amazonía, la fragmentación de ecosistemas vitales y la afectación de más de 800 especies entre plantas y hongos en el área de protección ambiental.
La autovía fue denominada como Avenida de la Libertad en Belém, que pretende conectar las ciudades del interior del Estado de Pará con la capital. Esta obra cruza una área protegida por ley de 7.500 hectáreas, que fue creada hace tres décadas para preservar dos manantiales que abastecen a la ciudad y un parque de conservación natural.
La construcción atraviesa más de 13 kilómetros de selva amazónica y ha generado críticas de científicos quienes alertan que esta carretera interrumpirá las rutas naturales de la fauna, afectando gravemente a la biodiversidad. Veterinarios e investigadores también advierten que la deforestación reducirá las zonas donde los animales pueden vivir y reproducirse.
La polémica de la construcción de la avenida fue dada a conocer a través de un reportaje de la BBC. El medio informaba que quienes viven en la región están viendo cómo su entorno está siendo reducido a escombros. “Todo quedó destruido”, denuncia Claudio Verequete quien vive a 200 metros de donde estará la carretera y cuya fuente de ingresos era la recolección de bayas de asaí. “Nuestra cosecha ya ha sido talada. Ya no tenemos esos ingresos para mantener a nuestra familia”. Además afirma que ni siquiera recibieron compensaciones ni alternativas a su situación.
Ante esto Adler Silveira, secretario de Infraestructura de Pará, ha declarado que la obra es parte de un plan de modernización con 30 proyectos que preparan la ciudad rumbo la cumbre climática. Según el gobierno estatal, la carretera incluirá pasos de fauna, ciclovías e iluminación solar. Sin embargo para muchos activistas y defensores de la naturaleza, resulta irónica la decisión de atravesar la Amazonia en nombre de una cumbre internacional que busca la protección del medioambiente.
Belém se ubica al sur de la desembocadura del Río Amazonas, basa su economía en el sector agropecuario, tiene un aproximado de 1,3 millones de habitantes y una infraestructura donde el 80% de la población no cuenta con saneamiento básico. En mayo de 2023, fue elegida como la ciudad anfitriona de la COP30. La elección de una ciudad amazónica como sede, simboliza el reconocimiento de los ecosistemas claves para la estabilidad climática global.
Junto con la construcción de nuevos hoteles y la renovación del puerto para recibir cruceros, el evento ha intensificado el debate sobre el impacto ambiental de la logística necesaria para la COP30. Mientras la cumbre busca destacar la conservación de la Amazonia, las obras asociadas han generado cuestionamientos sobre su sostenibilidad.
Se prevée que entre el 10 y el 21 de noviembre Belén acoja a mas de 50.000 visitantes, incluidos representantes de Gobiernos, ONGs y empresas que se congregarán en la ciudad. Para muchos esta versión de la COP, sumando las controversias por la construcción de la carretera y más de 30 proyectos en proceso, evidencia la disputa entre el desarrollo extractivista y la conservación ambiental.
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