Nuestra Amazonía boliviana es actualmente escenario de la expansión minera aurífera, actividad que se concentra principalmente en los ríos y lechos de ríos.

Desde el periodo de la pandemia del COVID 19, se evidenció una intensificación de esta actividad. En 2022 Bolivia alcanzó su mayor producción histórica de oro (53,3
toneladas), siendo el departamento de La Paz el que concentró el 75,5% de la producción, seguido del Beni con el 15%.

La actividad minera del oro tiene como área de explotación intensiva el norte de La Paz, principalmente en los municipios de Apolo, Guanay, Tipuani, Mapiri y Teoponte. Un dato alarmante es que cerca del 65% de la minería del oro se realiza sin un contrato minero, es decir, de manera ilegal. Sobre la cuenca del río Beni se calcula que el 90% de los actores mineros operan en la ilegalidad, sin contrato y sin licencia ambiental.

Frente a este escenario cabe preguntarnos: ¿qué impactos nos está dejando la minería del oro? ¿cómo es posible hacer frente a estos impactos? ¿Qué debemos
demandar a las autoridades competentes de regular este sector y de velar por nuestro bienestar y el bienestar de la Madre Tierra?

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