La expansión de la minería aurífera en Bolivia no ha sido un proceso uniforme, sino que ha seguido distintos patrones territoriales y temporales. La Ley N.º 535 de Minería y Metalurgia (2014) reconoce la minería como una actividad estratégica para la economía nacional (Art. 8) y regula los derechos mineros de los diferentes actores productivos (estatales, privados y cooperativistas). En este marco, el desarrollo del sector aurífero ha tomado diversas rutas de consolidación y expansión en el territorio nacional, que pueden sintetizarse en seis sectores:
1 Consolidación en la zona tradicional
Esta zona concentra la historia minera aurífera más antigua del país ubicada en los municipios de Mapiri, Tipuani, Guanay y Sorata. Cuando la explotación se realizaba de forma artesanal y familiar.
También tuvo un periodo de presencia empresarial, pero con el tiempo las cooperativas mineras consolidaron su presencia. En la actualidad, los mineros están asentados a lo largo de los ríos y laderas de la región, donde la mayoría ya cuenta con sus Contratos Administrativos Mineros.
83 % de la superficie del municipio de Mapiri esta otorgado o en trámite para actividades mineras. De 6000 cuadrículas dentro del municipio, 5000 tienen contrato minero o están en trámite.
En el sector existe una alta tensión que apunta a los mineros, especialmente cuando ocurren inundaciones provocadas por el desvío del río.
2 Expansión hacia la región de los Yungas
A partir de 2016, las solicitudes de contratos mineros se incrementó en los Yungas, en especial en los municipios de Coripata, La Asunta y Chulumani.
Entre cooperativas y empresarios mineros aportan capital y maquinaria para incrementar el volumen de oro extraído.
Para extraer oro, estos actores suelen establecer acuerdos con comunidades aledañas bajo diferentes esquemas, como la distribución: 70 % de las utilidades para los inversionistas y el 30 % para la comunidad.
En algunos casos, las comunidades negocian la participación de comunarios en la extracción del mineral, o piden a cambio mejoras en infraestructura local (caminos, servicios). Pero no siempre son cumplidos en su cabalidad.
El boom de trabajo minero en esta región se dio a partir del 2021. Hasta ese año habían solo 35 trámites que se duplicaron en tan solo 4 años.
3 Expansión hacia la cordillera oriental (La Paz y Oruro)
La minería de oro en la cordillera tiene una trayectoria histórica, ligada a yacimientos en áreas emblemáticas de norte a sur: Suches, Illampu, Illimani siguiendo por la cordillera Quimsa Cruz hasta los actuales municipios de Llallagua y Uncía.
Aunque desde hace décadas se explotaban vetas de oro, la expansión se intensificó a partir de 2020, cuando se reactivaron explotaciones antiguas y en nuevos puntos de la cordillera por parte de cooperativas y empresas privadas.
Las explotaciones se realizan en vetas subterráneas mediante socavones, siguiendo métodos tradicionales, aunque cada vez se utiliza más maquinaria mecanizada. La ubicación de estos socavones genera tensiones con las comunidades, ya que provoca contaminación en ríos y lagunas altoandinas, zonas altamente frágiles desde el punto de vista ecológico.
En el municipio de Pelechuco existen numerosos derechos mineros preconstituidos (ATEs), con al menos 60 casos identificados.
Desde 2015 se han registrado aproximadamente 185 solicitudes de Contratos Administrativos Mineros, cifra que desde 2020 supera ampliamente el número de derechos otorgados
4 Expansión hacia los valles (La Paz, Oruro, Potosí y Tarija)
En los valles interandinos, la minería aurífera comenzó de manera incipiente tras la aprobación de la Ley 535, con explotaciones en cauces de ríos y laderas. Estas actividades se concentraron principalmente en los valles interandinos de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí y Tarija.
La expansión se dio a medida que se descubrían nuevos yacimientos, lo cual generó un conflicto de intereses: las incursiones mineras empezaron a superponerse con las actividades agrícolas y ganaderas tradicionales.
En este sector, el principal rasgo es la disputa territorial y productiva entre actividades tradicionales (agricultura y ganadería) y la minería aurífera.
Por ejemplo, el municipio de Tupiza, con una vocación productiva destacada en la región sur del país, experimentó un repunte en las solicitudes de trámites mineros a partir de 2017, pasando de 7 trámites en curso en 2014 a 500.
5 Expansión hacia el sector aluvial amazónico
La minería aurífera en la Amazonía boliviana se desarrolla principalmente en los ríos, donde el oro se encuentra depositado en los sedimentos arrastrados por las corrientes de los ríos.
Estas operaciones se concentran en los ríos Madre de Dios, Beni y sus afluentes donde se instalan campamentos y balsas mineras para extraer y separar el oro. Para su extracción se utilizan dragas y maquinaria a base de combustibles, que funcionan largas horas diarias para maximizar la recuperación de oro.
Se caracteriza por ser una expansión reciente, de alta intensidad y con fuerte presencia de capital privado y actores foráneos, lo que incrementa los riesgos de conflicto socio ambiental y de vulneración de los derechos de pueblos indígenas que dependen de los ríos para su subsistencia.
Hasta el 2016 se tenían registrados en los afluentes del río Beni 30 actores mineros con tramites, contratos o con derechos preconstituidos. A partir del 2017 hasta el 2024 el número se disparó a más de 200.
6 Expansión hacia el precámbrico amazónico
La presencia de actividad aurífera en Santa Cruz y Beni tampoco es reciente, pero en los últimos años se ha reactivado a través de la suscripción de contratos mineros en los municipios de San Ramón y Concepción (Santa Cruz), así como en Baures (Beni).
El incremento de estas actividades aún no es tan vertiginoso como en otras zonas de expansión, pero su presencia se extiende de manera paulatina. Un aspecto destacado es que, en estos municipios, los principales actores no son las cooperativas mineras, sino empresas privadas.
Por ejemplo, en San Ramón, municipio del departamento de Santa Cruz, antes de la ley se tenía registro de al menos 30 actores mineros, para el 2024 ascienden a 65.
La expansión de la minería aurífera en Bolivia no ha sido un proceso uniforme, sino que ha seguido distintos patrones territoriales y temporales. La Ley N.º 535 de Minería y Metalurgia (2014) reconoce la minería como una actividad estratégica para la economía nacional (Art. 8) y regula los derechos mineros de los diferentes actores productivos (estatales, privados y cooperativistas). En este marco, el desarrollo del sector aurífero ha tomado diversas rutas de consolidación y expansión en el territorio nacional, que pueden sintetizarse en seis sectores:
1 Consolidación en la zona tradicional
Esta zona concentra la historia minera aurífera más antigua del país ubicada en los municipios de Mapiri, Tipuani, Guanay y Sorata. Cuando la explotación se realizaba de forma artesanal y familiar.
También tuvo un periodo de presencia empresarial, pero con el tiempo las cooperativas mineras consolidaron su presencia. En la actualidad, los mineros están asentados a lo largo de los ríos y laderas de la región, donde la mayoría ya cuenta con sus Contratos Administrativos Mineros.
En el sector existe una alta tensión que apunta a los mineros, especialmente cuando ocurren inundaciones provocadas por el desvío del río.
2 Expansión hacia la región de los Yungas
A partir de 2016, las solicitudes de contratos mineros se incrementó en los Yungas, en especial en los municipios de Coripata, La Asunta y Chulumani.
Entre cooperativas y empresarios mineros aportan capital y maquinaria para incrementar el volumen de oro extraído.
Para extraer oro, estos actores suelen establecer acuerdos con comunidades aledañas bajo diferentes esquemas, como la distribución: 70 % de las utilidades para los inversionistas y el 30 % para la comunidad.
En algunos casos, las comunidades negocian la participación de comunarios en la extracción del mineral, o piden a cambio mejoras en infraestructura local (caminos, servicios). Pero no siempre son cumplidos en su cabalidad.
3 Expansión hacia la cordillera oriental (La Paz y Oruro)
La minería de oro en la cordillera tiene una trayectoria histórica, ligada a yacimientos en áreas emblemáticas de norte a sur: Suches, Illampu, Illimani siguiendo por la cordillera Quimsa Cruz hasta los actuales municipios de Llallagua y Uncía.
Aunque desde hace décadas se explotaban vetas de oro, la expansión se intensificó a partir de 2020, cuando se reactivaron explotaciones antiguas y en nuevos puntos de la cordillera por parte de cooperativas y empresas privadas.
Las explotaciones se realizan en vetas subterráneas mediante socavones, siguiendo métodos tradicionales, aunque cada vez se utiliza más maquinaria mecanizada. La ubicación de estos socavones genera tensiones con las comunidades, ya que provoca contaminación en ríos y lagunas altoandinas, zonas altamente frágiles desde el punto de vista ecológico.
4 Expansión hacia los valles (La Paz, Oruro, Potosí y Tarija)
En los valles interandinos, la minería aurífera comenzó de manera incipiente tras la aprobación de la Ley 535, con explotaciones en cauces de ríos y laderas. Estas actividades se concentraron principalmente en los valles interandinos de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí y Tarija.
La expansión se dio a medida que se descubrían nuevos yacimientos, lo cual generó un conflicto de intereses: las incursiones mineras empezaron a superponerse con las actividades agrícolas y ganaderas tradicionales.
En este sector, el principal rasgo es la disputa territorial y productiva entre actividades tradicionales (agricultura y ganadería) y la minería aurífera.
5 Expansión hacia el sector aluvial amazónico
La minería aurífera en la Amazonía boliviana se desarrolla principalmente en los ríos, donde el oro se encuentra depositado en los sedimentos arrastrados por las corrientes de los ríos.
Estas operaciones se concentran en los ríos Madre de Dios, Beni y sus afluentes donde se instalan campamentos y balsas mineras para extraer y separar el oro. Para su extracción se utilizan dragas y maquinaria a base de combustibles, que funcionan largas horas diarias para maximizar la recuperación de oro.
Se caracteriza por ser una expansión reciente, de alta intensidad y con fuerte presencia de capital privado y actores foráneos, lo que incrementa los riesgos de conflicto socio ambiental y de vulneración de los derechos de pueblos indígenas que dependen de los ríos para su subsistencia.
6 Expansión hacia el precámbrico amazónico
La presencia de actividad aurífera en Santa Cruz y Beni tampoco es reciente, pero en los últimos años se ha reactivado a través de la suscripción de contratos mineros en los municipios de San Ramón y Concepción (Santa Cruz), así como en Baures (Beni).
El incremento de estas actividades aún no es tan vertiginoso como en otras zonas de expansión, pero su presencia se extiende de manera paulatina. Un aspecto destacado es que, en estos municipios, los principales actores no son las cooperativas mineras, sino empresas privadas.
Contenido:
Descargue la publicación completa aqui
Comparte esto: