He pintado sobre una simple pero sagrada corteza de un árbol: el amate, de ahí el nombre de la serie. En esa hoja dibujaron sus códices los aztecas para enseñarnos su historia. He querido que este mismo soporte me sirva para decir algo sobre la vida del hombre en ésta América del Sur.
Ante todo, pinto murales, más a estos no siempre se los puede ver. Por otra parte, las instituciones que debieran auspiciarlos no quieren comprometerse con el mensaje permanente de nuestra realidad. Siempre he pintado para decir algo, no comparto la posición de un arte por el arte mismo, menos con banales juegos formales que se revisten de seriedad emocional para no comunicarnos nada. Continúa leyendo La Conquista Interminable