Si el panorama para una transición energética era complicado en el mundo y Bolivia antes de la pandemia, ahora, este se ha complejizado aún más[1]. Los programas de gobierno de los partidos que intervienen en las elecciones 2020 no marcan una clara ruta a seguir para salir de este laberinto. El Movimiento al Socialismo (MAS) insiste en antiguas propuestas como las de “mayor exploración, explotación e industrialización de los recursos hidrocarburíferos” y “Bolivia corazón energético de Sudamérica”. Comunidad Ciudadana (CC) plantea salir del extractivismo y habla de una transición energética sin plazos ni propuestas precisas y sin pronunciarse frente a temas como los de la energía nuclear, las mega hidroeléctricas y sobre todo la sobre oferta de capacidad de generación eléctrica ociosa que tiene ahora el país. Creemos es el que más enfatiza la participación privada extranjera en el sector energético. Todos están de acuerdo con los agro-combustibles (etanol y biodiesel) y con la exportación de electricidad. Tanto CC como Creemos se pronuncia a favor de la generación distribuida y el desarrollo de prosumidores (consumidores que producen electricidad de manera descentralizada en base a energías alternativas).
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