Agua

Agua, carreteras y agronegocios

Por Marielle Cauthin

En este momento de otra crisis de agua en el país es cuando urge hablar de la seguridad hídrica de forma integral, del consumo y uso de este elemento vinculado a los modelos de producción y procesos extractivos, donde se inserta la infraestructura vial, como lo evidencia el polémico trazo de la vía Las Cruces – Buena Vista en Santa Cruz.

De hecho, en un estudio reciente sobre impactos socioambientales de carreteras, realizado junto a organizaciones indígenas del norte de La Paz y Beni (Cauthin, 2023), evidenciamos que obras como cunetas, alcantarillas, puentes, terraplén y la misma capa asfáltica alteran la conducta hídrica: mayor vulnerabilidad en el acceso a agua de manantiales poco profundos, riesgo de afectación a cabeceras de cuenca o interrupciones, canalizaciones y desvíos a cursos de agua que alimentan lagunas para pesca de autoabastecimiento o para riego comunitario; encharcamientos en bancos de préstamo de áridos y agregados en ríos o aplanamiento de cauces que afectan el ciclo reproductivo de peces y la calidad ecológica de los ríos; a eso se suma el desmonte que conlleva el trazo de vía y sus márgenes, lo que reduce la infiltración a lo largo de varios kilómetros, sin mencionar la contaminación de aguas durante las obras.

Pero la consecuencia no visible más problemática de carreteras en bosques tropicales es el llamado “efecto arrastre”, pues esto implica todo el paulatino proceso de cambio de uso del suelo: masiva deforestación no autorizada, caminos secundarios legales e ilegales, asentamientos humanos, especulación sobre el precio de la tierra y aceleración de procesos extractivos no controlados como frontera agropecuaria, minería, cacería, etc., que es lo que evidenciamos en las carreteras del norte amazónico, afirmando que estas vías también son una avanzada para el despojo territorial y la degradación ecológica e hídrica en la zona de impactos indirectos.

Todo esto amplifica el área de impactos directos en el tiempo, los hace sinérgicos y acumulativos, es decir, que cada impacto se une al otro y profundizan la crisis ambiental; y si no se toman decisiones preventivas, se degradan irremediablemente las condiciones ecológicas y -por lo tanto- sociales, económicas y culturales de la población. Esta faceta de los proyectos viales apenas es mencionada en los Estudios de Evaluación de Impacto Ambiental (EEIA) y mucho menos en los planes de mitigación, que no plasman el riesgo del paulatino deterioro hídrico en la zona de expansión del proyecto.

Pero pese a esto, las carreteras forman parte de un imaginario de modernidad y desarrollo, que tiene como corolario el modelo extractivo estatal, donde calza perfectamente el llamado modelo cruceño del agronegocio. En ese marco, cómo no podría ser aplaudida una vía de 81 km que facilite la conexión de la Red de Vías Fundamentales (RVF) 9 y 7, uniendo Las Cruces – Buena Vista al corredor bioceánico RVF 4, es decir, que favorece el tránsito de mercancías -evitando su ingreso al casco urbano de la capital cruceña- entre Bolivia, Brasil, Argentina, Perú y Chile (ABC, 2018).

Sin embargo, esta vía es resistida porque atraviesa la zona de recarga hídrica que abastece a la mancha urbana cruceña y beneficia a municipios aledaños (Buena Vista, San Carlos, Yapacaní, Comarapa, Samaipata, Mariana, Pampa Grande, El Torno y Porongo) (Cochrane, Rosales et al., 2006; Fundación Natura, 2021); ya que tendrá un efecto arrastre de loteamiento, urbanización y degradación forestal en las áreas protegidas de la zona: la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural (UCPN) Güenda – Urubó y del Parque Nacional Amboró.

La importancia hidrológica de ambas áreas está completamente comprobada: el Amboró aporta con 189 Mm3 (millones de metros cúbicos) al acuífero profundo de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (lo que representa el 74 % del total de la recarga de este acuífero, según Cochrane, Rosales et al., 2006). Apenas entre el 5 al 10 % de la precipitación pluvial termina en percolación profunda, es decir, alimenta el acuífero efectivamente; lo que confirma que es un área altamente sensible y, como bien dice el informe de la empresa Ingeniería del Agua SRL (Sauma, Chalup, et al., 2022), la intervención antrópica y la deforestación en esta área generarán más escorrentías superficiales disminuyendo la infiltración y recarga del acuífero.

En términos de abastecimiento, esta agua tiene usos doméstico e industrial en el radio de la mancha urbana de la capital cruceña. Es explotada mediante pozos administrados por 34 cooperativas, de las que una es Saguapac; estas extraen 125 Mm3 anuales para uso doméstico (Góngora, 2022) frente a una demanda anual de 107,74 Mm3, considerando un consumo promedio de 150 litros/habitante/día (Fundación Natura, 2021). Empero, no existen datos sobre consumo de agua del sector industrial cruceño: “Eso es una ciencia incierta. Eso realmente no se sabe ¿Cuánto es lo que están explotando las industrias?”, se preguntaba Carlos Góngora, asesor de Recursos Hídricos de GIZ – Periagua, durante la mesa técnica de la Sociedad de Ingenieros sobre la carretera Las Cruces – Buena Vista. Con datos de 2018, llegó a estimar que el sector industrial cruceño estaría explotando entre 60 y 80 Mm3 por año, lo que representa más de la mitad del consumo doméstico.

Entonces ¿cuánta agua usa el sector agrícola – ganadero a nivel departamental? tomando en cuenta que en el país más del 80 % del agua se emplea en el sector agrícola (Urquidi y España, 2019), sin ningún tipo de control y estudio sobre capacidad de recarga hídrica versus frontera agropecuaria y deforestación: “Uno tiene a muchos productores quejándose por la sequía, pero los mismos productores en la campaña anterior deforestaron: hay una contradicción que requiere ser resuelta en el tema productivo”, expresaba Juan Carlos Sauma, defensor del acuífero Güenda – Urubó, apuntando a la integralidad del debate en torno al agua en Santa Cruz.

Esta contradicción del modelo productivo, la desprotección hídrica en proyectos viales y la ausencia de datos sobre uso y consumo de agua agudizan nuestra vulnerabilidad. Como muestra están los alarmantes indicadores globales de la huella hídrica del agronegocio: se requieren 15.400 litros (L) de agua para producir 1 kilogramo (kg) de carne bovina, 2.300 L para 1 kg de soya, 1.700 L para 1 L de etanol (Vargas, Portillo, et al., 2019; FAO, 2019; Aldaya y Hoekstra, 2010). Esto sin hablar de la indefensión de ríos, áreas de inundación natural y cuencas de captación frente a la impune contaminación hídrica minera, agropecuaria y urbana.

Referencias

Aldaya, M y Hoekstra, A (2021) Manual de evaluación de la huella hídrica. Establecimiento del estándar mundial. AENOR Internacional, S.A.U.

Autoridad Boliviana de Carreteras (2018) Documento base de contratación de servicios de supervisión técnica revisión, actualización, validación, complementación, supervisión técnica, control y monitoreo para la carretera Santa Cruz – Las Cruces – Buena Vista. La Paz. ABC.

Cauthin, M. (2023). Fin del camino. Catálogo de impactos de carreteras en la Amazonía boliviana. La Paz. Fundación Solón.

Fundación Natura (2021) El Parque Amboró es la fuente de agua para Santa Cruz. Fundación Natura.

Góngora, C. (2022) Determinación del origen y áreas de recargas de las aguas subterráneas en la región metropolitana de Santa Cruz con ayuda de dataciones isotópicas. Transmisión de la mesa técnica carretera Porongo – Tres Cruces – Buena Vista. Facebook de la Sociedad de Ingenieros de Bolivia departamental Santa Cruz.

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2016) Midiendo la huella de carbono de la ganadería. FAO.

Rosales, O.; Cochrane, T. et al. (2006) Agua, gas y agroindustria. Gestión sostenible de agua para riego agrícola en Santa Cruz, Bolivia. La Paz. Conservación Internacional – Bolivia

Sauma, J., Chalup, D. et al. (2022) Plan de manejo y gestión integral de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural paisaje protegido departamental Guendá – Urubó. Anexo: Ruta nacional cruce RN7 / RN9 – Buena Vista. Ingeniería conceptual de una alternativa de máxima conservación hidrogeológica. Santa Cruz. Ingeniería del Agua SRL.

Sauma, J. (2022) Plan de manejo y gestión integral de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural paisaje protegido departamental Guenda – Urubó. Transmisión de la mesa técnica carretera Porongo – Tres Cruces – Buena Vista. Facebook de la Sociedad de Ingenieros de Bolivia departamental Santa Cruz.

Urquidi, F.; España, C. (2019) Calidad del agua potable en Bolivia. En Calidad de agua en las Américas – Riesgos y oportunidades. Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS).