El paso inexorable del tiempo ha dejado sus huellas en los testigos. La mayoría lo conocían al “Jó”. Algunos lo vieron en El Pari. Ensangrentado. Tumbado. Flagelado. Muchos padecieron las mismas torturas. A las mismas horas. En el “matadero”. Todos se acordaban del “toco”. De la roldana. Y de los golpes… los golpes. Hasta votar sangre. Hasta quedar inconsciente. Casi todos eran cambas menos los tres de aquella nochebuena. Eran los collas del ELN. Cuentan que el “Jó” estaba deshecho… pero todos coinciden que no estaba rendido.
La declaración que más me hizo retroceder en el tiempo fue la de Victor “Coqui” Fernández Pereira. Él fue a Warnes no sólo a contar su verdad frente al Juez, sino a traer un papelito del “Jó” que por treinta años había guardado. Lo sacó con mucho cuidado. Era un papel de cigarrillo. Estaba escrito en la parte de atrás.
“Coqui” Fernández salió de El Parí un día antes que desapareciera el “Jó”. Fue el 1 de febrero de 1972. El “Jó” al enterarse de su exilio con rumbo a Francia, buscó donde escribir y le hizo llegar una nota.
Cuando él supo que ya yo había conseguido mi exilio. Ahí el responsable me dio un papelito de cigarro. Yo creo que fue de buena voluntad, para que Trujillo me de un mensaje y este papelito lo tengo aquí. Lo llevo más de 30 años. Lo voy a mostrar en esta audiencia, dejando constancia en fotocopias.
Víctor Fernández Pereira
¿Qué decía este último mensaje del “Jó”? ¿Era un pedido de auxilio a su padre que se encontraba en Francia? ¿Era una nota de denuncia? ¿Era un mensaje de despedida? Mil ideas me pasaron por la cabeza. Los segundos se congelaron en el tiempo… mientras desdoblaba con mucho cuidado aquel papel de cigarrillo. Era su letra. No había dudas.
Llamar por telf. a S.T.A. Societe International de Telecomunication Aureonautique. PARIS. El Número buscarlo en la guía. Preguntar por la Sra. Cristiane Girard de Trujillo. De parte de J.C. Trujillo. Cuéntales todo y diles que les estimo y respeto mucho. Ellos te ayudarán en todo lo que les sea posible. Suerte y Gracias hermano.
“Jó”, febrero 1 de 1972
Este mensaje retrata al “Jó”. Su preocupación no era él, sino expresar cariño y ayudar al compañero que marcha al exilio. Definitivamente, el “Jó” no presentía lo que le esperaba al día siguiente.
Audiencia Pública de Reconstrucción
El juez que sigue la causa abre la “Audiencia Pública de Reconstrucción e Inspección Judicial”. La audiencia se realiza en “El Pari” donde el “Jó” permaneció detenido por 41 días. Han pasado treinta y dos años desde aquellos días. Es abril del 2004.
La mamá es la primera persona en presentar su testimonio. Trae una camisa blanca y un pantalón beige. En su testimonio cita uno tras otro los nombres de los seis hombres que tuvieron que ver con la detención y desaparición del “Jó”. Cinco de esas personas están presentes en la audiencia. Sólo falta Justo Sarmiento Alánes, quien justificó su ausencia con un certificado médico. Los torturadores, asesinos y autores de su desaparición la escuchan en silencio en medio de algunas muecas.
Quiero aclarar yo, que fui detenido por Oscar Menacho y José Abraham Baptista. En el kilómetro 3 carretera al norte. Luego me trajeron aquí [El Pari]. Pensé yo primero que me llevaban al río Piraí a matarme. Luego me han conducido a esa celda de ahí [señala con el dedo]. Luego me pasan de aquí allá a esa celda grande [muestra con la mano]. Allí era el “matadero” [señala otra celda]. Aquí era la celda de José Trujillo [concuerda con la que indicó Gladys Oroza de Solón]. Allá estaba Carlos López Adrián [señalando al otro lado del patio]. Aquí era la salita donde nos metían inyecciones a altas horas de la noche por Candido Mercado. Aquí había una celda donde lo trajeron a Nasina Gangini. Nosotros aquí estábamos Darío Eguez, yo, Alfonso Toledo y un señor escritor que era un brasilero… había un turril de agua ahí [señalando al fondo del patio]…
Luego me sacan de aquí y me llevan al “matadero” [señalando el lugar ya indicado] ahí sacaban la roldana, [señalando al otro lado del recinto] un palo de guayabo [se acercan al matadero]. De ahí con una roldana, una soga y un palo de guayabo, y aquí estaba el poste, un toco. Y ahí nos colgaban. Para darnos la paliza hasta quedar todo ensangrentados.
…como las celdas tienen sus barrotes planos, estirábamos al máximo la cabeza para ver que era lo que ocurría aquí en el “matadero”, hasta donde alcanzaba la vista, y ahí vimos cuando lo sacaban a José Carlos. Lo traían aquí. Lo que escuchábamos era los gritos por 10 o 15 minutos. Después lo traían a López de ahí al frente [señalando la celda de López]. Y lo mismo le hacían otras torturas. Y los que lo hacían era o un civil, o un policía y con un palo de guayabo del tamaño de una barra, con eso los masacraban aquí.
Carlos López tenia un tiro en la pierna, eso era lo que le machucaba siempre don Ernesto [Morant]. Después aparece Nasina Gangini. Y ya de ahí no podíamos ver a Gangini.
Ah, anteriormente, perdón, lo sacan. Guillermo Soto estaba aquí en el “matadero”, lo sacan José Abraham Baptista, Oscar Menacho y Morant. Me ponen acá y me preguntan:
— “¿Lo conoces a Guillermo Soto?”, y les respondo:
— “Si señores, lo conozco”
— “¿Quién es?”
— “Es un compañero de estudio del instituto de capacitación popular” les dije. Y le dicen:
— “¿Vos a qué partido político perteneces?”
— “Soy Marxista Leninista”, les dijo.
El señor Morant se río. Entonces yo vi como Oscar Menacho [señalando con la mirada] estaba aquí con un montón de ladrillos rompiéndole la cabeza y haciéndole sangrar.
Ahí estaba Toledo. No podía mirar ya el pobre tipo. Un ojo pa’ acá y el otro pa’ allá. Toda su espalda eran bolas de tanto golpe que le daba el señor Morant. Él sabe con quienes más: Sarmiento y compañía. Bueno, yo le sobaba ahí con mentisan, ahí en esa celda…
— Yo no entiendo, [dirigiéndose a Ernesto Morant] ¿cómo? ¿por qué me quería matar usted? ¿Que tenía contra mi?
— ¡Fantasioso! [le grita Morant desde el fondo]
— ¿Cómo que fantasioso? ¿y la víbora en una botella que le puso usted a Alfonso Toledo? ¿A mi no me patearon ahí también? ¿Cómo que fantasioso?
Buenaventura Carrillo
Solo voy a mostrar que en este recinto precisamente, que en esta celda, es en la que yo fui detenida inicialmente, ahí me tuvieron en la celda en la que había el potro, el toco que menciona el anterior testigo [Buenaventura Carrillo]. Ahí fue donde me tuvieron 2 o tres días en remojo. Aislada completamente de los demás detenidos. Luego de ese tiempo, me trasladaron a esa celda que mencionaba también [Buenaventura] bastante angosta donde todavía cuando me metieron dentro existían restos putrefactos de personas que habían sido torturadas.
…los que me torturaron en aquella pieza de allá, que está modificada hoy, sentándome en un toco, fueron José Ernesto Morant y Justo Sarmiento. Igualmente recibí golpes en la cara y culatazos en las costillas intercostales. Precisamente por eso es que yo no pude hablar.
…ha habido personas desaparecidas, yo he visto personas golpeadas, botando sangre por la boca, arrastrándose, y confirmo lo que decía el anterior testigo en que las torturas eran normalmente en horas de la noche.
Juani Alcira Osinaga
Mi padrastro es Neftalí Robles, que estuvo aquí detenido desde el 24 de diciembre de 1971. Estuvo detenido hasta el 2 de febrero de 1972. En ese tiempo en el que mi papá estuvo detenido acá, yo tuve la oportunidad de conocer a las personas que han estado detenidas acá: Carlos López, Alfonso Toledo y José Carlos Trujillo. En todo ese periodo de tiempo nosotros muy chicos veníamos. Contaba en ese entonces con 13 años de edad. Traíamos la comida para nuestro padre…
Y entonces nosotros en ese período pudimos observar la torturas, los vejámenes que se ejercían en este recinto contra esas personas y otras más. Yo recuerdo bien porque papá era compañero de celda de algunos de estos señores y él explicaba: “a este lo torturaron anoche, a este lo torturaron la otra noche”. Entonces la gana era tremenda contra estos muchachos: Trujillo, Carlos López y Toledo. El día 2 (de febrero)… el día que mi papá salía en libertad, mientras mamá tramitaba, José Carlos Trujillo estaba tumbado en una de estas celdas. No recuerdo bien. Él estaba tumbado. Él momentos antes me había dicho que le diga a la Cruz Roja que la noche anterior lo habían torturado, y el me dice estas palabras, le dije:
— “¿En que te puedo ayudar?” Y el me dijo
— “No te preocupes que mientras hay vida hay esperanza.”
Carlos Pérez Peredo
Ese fue el día de la desaparición de José Carlos
La acusación de Warnes
La fase del Sumario llegó a su fin el 7 de junio del 2004. El Juzgado de Instrucción de Warnes emitió el Auto Final de la Instrucción disponiendo el procesamiento de:
- Ernesto Morant Lijerón y Justo Sarmiento Alánes, por los delitos de privación de libertad, vejación y torturas, asociación delictuosa, organización criminal y asesinato;
- Oscar Menacho Vaca y Pedro Percy “Paye” Gonzáles Monasterio por los delitos de privación de libertad, vejaciones y torturas, asociación delictuosa y organización criminal;
- Juan Antonio Elío Rivero por encubrimiento y complicidad; y
- Elías Moreno Caballero por encubrimiento.
Los diferentes tomos del expediente del “Jó” volvieron a la ciudad de Santa Cruz para el inicio de la fase del Plenario, o del Juicio propiamente dicho. Recién el 26 de agosto de ese año radicó en el Juzgado de Partido Noveno en lo Penal.
Amedrentamientos, excusas y extinciones
El abogado de la defensa de José Carlos Trujillo Oroza, Dionisio Rivas, denunció ayer que sufre un fuerte amedrentamiento a pocas horas de presentarse las acusaciones contra los acusados de la desaparición del universitario durante el régimen dictatorial de Hugo Banzer Suárez.
A las cuatro de la madrugada de ayer, la oficina 572 de la calle 21 de Mayo, en la zona central de Santa Cruz, fue asaltada por desconocidos quienes “misteriosamente “ se llevaron dos computadoras y no otros objetos de valor. “En las maquinas tenía guardados los documentos del proceso y de otros”, contó Rivas a La Prensa
Según el profesional, la acción delincuencial está relacionada con el caso debido a que coincide con dos audiencias judiciales previstas para hoy.
LA PRENSA, octubre 10 de 2004
El 27 de octubre del 2004, los acusados solicitaron la extinción de la acción penal por vencimiento del plazo máximo de duración del proceso.
La estratagema de la extinción se veía venir. Las innumerables excusas y la falta de apoyo de la fiscalía tenían por objetivo dilatar el proceso mas allá de la fecha límite. Los seis acusados eran piezas claves de lo que fue el Banzerismo. Aceptar el caso como juez para terminar liberándolos de toda culpa era insostenible y daba lugar a un repudio público. Aceptar el caso para condenarlos, como corresponde, significaba enfrentarse a grupos de poder y logias de gran influencia en Santa Cruz. La salida a este dilema era la excusa.
Para excusarse los jueces argumentaron que emitieron criterio sobre el caso en alguna reunión social, que su hijo es amigo del hijo de uno de los imputados, que tuvieron cierta desavenencia con alguno de ellos…
Los jueces se excusan por complicidad o por miedo. Es ya voz populi en los juzgados de Santa Cruz, que las excusas están redactadas antes de que lleguen los expedientes. Los acusados apuestan a que si dilatan el proceso se acabará extinguiendo el proceso.
Gladys Oroza de Solón
En el presente proceso penal existe denegación de justicia, con la consecuente vulneración de la Constitución y demás normas mencionadas, dado que la Sra. Antonia Gladys Oroza no encuentra juez competente para que resuelva su pretensión. Todos se han excusado, frustrándose el acceso al tribunal, que es la primera etapa del derecho constitucional a la jurisdicción. De este modo, el Estado boliviano, con este accionar de los jueces, abdica su función de administrar justicia.
Consejo Interinstitucional para el Esclarecimiento de las Desapariciones Forzadas
Juez supersónico extingue el proceso
El recién designado Juez liquidador de procesos que se ventilan bajo el antiguo Código de Procedimiento Penal, Saúl Saldaña Secos, recibió el 3 de enero del 2005 las 3020 paginas del expediente de José Carlos Trujillo Oroza junto a más de otros 300 expedientes que se procesan en la ciudad de Santa Cruz. 16 días después, el 19 de enero, dicho juez emitió una resolución de 43 páginas que recorre en su argumentación los 16 tomos del caso para concluir declarando la extinción de la causa.
El argumento del juez era extremadamente simple. El proceso que se tramita bajo el antiguo Código de Procedimiento Penal no concluyó hasta la fecha límite para terminar dichos procesos (Mayo 31 de 2004). Las razones de la dilación no son de responsabilidad de los acusados. En consecuencia: ¡el proceso penal se extingue!
Fue así que se archivaron obrados a favor de estos paramilitares y se atribuyó a los querellantes y al Ministerio Público las “dilaciones procesales” que ocasionaron retardación desmedida del proceso que ya llevaba seis años sin sentencia.
Gladys Oroza de Solón
Todo estaba armado. El juez Saúl Saldaña Secos no leyó en 16 días las mas de tres mil paginas del expediente. En su resolución de “extinción” no mencionó la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2002) que obliga al Estado Boliviano a juzgar a los autores de la desaparición forzada de José Carlos Trujillo Oroza. Tampoco hizo referencia a la Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 17 de Noviembre del 2004 por la cuál le comunica al Estado boliviano que bajo ningún razón de “orden interno” pueden los poderes de dicho Estado negarse a cumplir la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Peor aún. El juez Saúl Saldaña Secos no tomó en cuenta que en el caso del “Jó” había una Sentencia del Tribunal Constitucional de Bolivia (12/XI/2001) que de forma específica decía que la privación de libertad es un delito de orden contínuo y permanente, que no puede prescribir hasta que no aparezcan los restos de la víctima.
Mientras que el ex militar Adolfo Scilingo recibió esta semana 640 años de cárcel por detención ilegal y torturas durante la dictadura argentina, en Bolivia aún no se ha condenado a nadie por los abusos y desapariciones ocurridos durante los gobiernos de facto.
Pese a que las cortes internacionales han ordenado al Estado boliviano investigar hasta las últimas consecuencias el caso Trujillo, los sucesivos gobiernos y el sistema judicial han eludido este compromiso…
En enero, el juez ordenó la extinción del juicio porque ya había durado más de cinco años, que es el tiempo límite para finalizar los procesos llevados de acuerdo al antiguo Código Penal…
El juicio no podía prescribir porque no se estaban tratando delitos comunes, sino delitos de lesa humanidad, que son imprescriptibles. ¿Por qué, entonces, el juez había extinguido la acción?
“Saldaña tiene antecedentes de mala administración de la justicia”, señaló Rivas (abogado de los familiares de la víctima). “Ha sido denunciado tres veces ante el Consejo de la Judicatura, y antes de que tomara el caso Trujillo, había sido sancionado con la suspensión de un año de funciones”. La parte acusadora asegura que solicitó a Saldaña que se retirara del caso.
EL DEBER confirmó la información acerca de Saldaña con el Consejo de la Judicatura, que envió un informe con las numerosas denuncias sobre el juez. Asimismo constatamos, a través de noticias aparecidas en 2002 en la prensa, que el motivo de la sanción del juez fue delegación de funciones y retardación de la justicia. También fue denunciado por devolver inmuebles a la familia del narcotraficante Jorge Roca ‘Techo de Paja’.
EL DEBER, abril 24 de 2005
Con un nudo en la esperanza
La mamá apeló inmediatamente la extinción del proceso del “Jó”. La presión nacional e internacional para que el caso no sea archivado era muy fuerte. El 18 de abril del 2005 los vocales de la Sala Civil Primera revocaron la resolución de extinción y dispusieron la prosecución de la causa expresando que “es deber del Estado, investigar, procesar y sancionar a los autores de la violación a los derechos humanos, tal como lo establece el ordenamiento jurídico internacional del cual Bolivia es signataria y consecuentemente obligada a cumplir, castigando a los culpables y absolviendo a los que no lo fuesen…”
El proceso continuó pero nuevamente vinieron las excusas. Del Juzgado Quinto de Partido en lo Penal pasó al juzgado Primero de Partido en lo Civil y Comercial. Después de las excusas de los Jueces Tercero, Cuarto, Quinto y Sexto de Partido en lo Civil y Comercial por fin radicó el caso del “Jó” en el Juzgado Séptimo en lo Civil y Comercial. Era una total anomalía que un caso de tipo penal de esa envergadura fuera juzgado por un juez en material civil y comercial. Sin embargo, no había otra opción si se quería que el proceso no se retrace aún más.
Pasaron dos años en la fase del Plenario hasta que el 13 de diciembre del 2008 el Juzgado Séptimo de Partido en lo Civil y Comercial dictó Sentencia de absolución de culpa y pena a todos los imputados respecto los delitos de “vejaciones y torturas”, “asociación delictuosa”, “organización criminal” y “asesinato”. Declaró a Oscar Menacho Vaca y a Justo Sarmiento Alanes autores del delito de “privación de libertad”, condenando a cada uno de ellos a la pena mínima de sólo dos años y ocho meses de reclusión. Condenó también con una pena de dos años y ocho meses a Juan Antonio Elío Rivero por el delito de “complicidad en la privación de libertad”. Y absolvió de culpa a “Paye” Gonzáles. Ernesto Morant y Elías Moreno no recibieron ninguna pena porque ya habían fallecido para ese entonces.
La Sentencia señaló que los delitos de “vejaciones y torturas”, “asociación delictuosa”, “organización criminal” y “asesinato” habían prescrito. El único delito por el que los condenó fue el de “privación de libertad” debido a su carácter continuado. Sin embargo le dio al delito de “privación de libertad” un tratamiento “común” y no como parte constitutiva del delito de “desaparición forzada”. Esta Sentencia declaró la prescripción del delito de “tortura” que es un crimen de lesa humanidad imprescriptible y reconocido a nivel internacional. Al ser solamente condenados por un delito de privación de libertad “común”, de acuerdo a las disposiciones vigentes aplicables al caso, las penas menores a tres años no requerían ser cumplidas en prisión.
La noticia fue un duro golpe aunque no una sorpresa. Habían demasiados indicios para esperar ese desenlace. ¡Tantos años de batallar… para una sentencia de absolución!
Apelamos la sentencia y después de diez meses el Tribunal de Alzada, conformado por la Sala Civil y Comercial Primera, confirmó el 28 de septiembre de 2009 la sentencia para todos los procesados y redujo aún más la pena a Juan Antonio Elío Rivero a sólo un año y cuatro meses de reclusión.
Sólo quedaba el recurso de Casación ante la Corte Suprema de Justicia. Este es un recurso extraordinario en el cuál el tribunal sólo se pronuncia sobre cuestiones de derecho y no sobre los hechos de fondo. Mientras en la Apelación se puede revisar la aplicación del derecho y los hechos del juicio, la Casación sólo se refiere a la interpretación incorrecta o no de las leyes. En la Casación no se pueden revisar los hechos, ni mucho menos agregarse pruebas.
El 17 de Octubre del 2009 presentamos el recurso de Casación. El caso radicó en la Sala Penal Segunda de la Corte Suprema de Justicia. Estábamos con un nudo en la esperanza.