Observatorio de Inversiones Latinoamericanas, 12 de julio de 2018
El siguiente tema de nuestro análisis sobre la participación de las empresas chinas en Bolivia tiene que ver con observar los problemas que han caracterizado las ejecuciones de las obras. En este caso, nos interesa particularmente los problemas relacionados con las denuncias de abusos y violencia laboral. Este es un tema importante porque permite conocer de cerca las contradicciones que caracterizan una relación bilateral desigual y ampliamente celebrada por los funcionarios del gobierno.
Ahora bien, como hemos señalado en nuestros demás análisis, es importante evitar una aproximación que tienda a demonizar en un sentido culturalista/identitario a los operadores chinos, así como a homogeneizar a todos los migrantes de aquel país. No se trata de caracterizar a China como la gran potencia explotadora, sino como un ejemplo más de las lógicas de acumulación de riqueza que caracterizan a la economía global.
La cuestión es, lógicamente más compleja y, para poder elaborar un comentario con mayor profundidad crítica, es necesario remitirse a la manera en cómo la explotación laboral ha sido llevada a cabo en China, desde su transición hacia una economía de mercado. De esta manera, tendremos mayores insumos para discutir la cuestión laboral en Bolivia.
Capitalismo chino y explotación
En nuestros anteriores análisis hemos hecho reiteradas menciones al desarrollo económico de China desde finales del siglo XX. China es un buen ejemplo abreviado de la historia del desarrollo capitalista en el mundo. Las políticas de transición hacia una economía capitalista emprendidas por China significaron un desarrollo ambivalente, como en la mayoría de los países industrializados, sólo que de manera más acelerada.
En el lapso de una década surgieron inmensas metrópolis como Shangai, Zhengzhou, Shenzhen, además de Pekín (Beijing). De la misma manera, tuvo lugar un desarrollo sin precedentes de una clase media urbana, conforme la economía se fue especializando en el desarrollo de áreas como la tecnología. Sin embargo, también conllevó a un significativo proceso de proletarización de su población, sobre todo migrantes de las provincias campesinas del hinterland, hacia los nuevos centros metropolitanos e industriales.
Para comprender estos procesos de proletarización y las relaciones de explotación que derivaron de la acelerada industrialización es necesario considerar dos factores principales.
Primero, el desarrollo económico de China fue desigual en términos regionales. En los años ochenta, se crearon cuatro zonas económicas especiales: Xiamen, Shenzhen, Zhuhai y Shantou, donde la economía se liberalizó, permitiéndose el emprendimiento privado y donde se impulsó la inversión privada[1].
Segundo, una de las principales ofertas de China para atraer inversiones extranjeras fueron las condiciones favorables para la explotación laboral intensiva (Chan, 2012). Condiciones que se fundamentan en el desarrollo regional desigual interno: las poblaciones mayormente explotadas por las empresas, tanto privadas como estatales, en las grandes urbes, son principalmente migrantes rurales, provenientes de las provincias campesinas.
En un artículo titulado “Labor Standards and Human Rights: The Case of Chinese Workers under Market Socialism”, Anita Chan (1998) compara el régimen de explotación y discriminación de los migrantes rurales chinos en las grandes urbes, con el modelo del apartheid.
La autora señala que las poblaciones rurales que migraban hacia las ciudades industrializadas a trabajar, en los años 90, eran tratadas como migrantes extranjeros: debían solicitar permisos de residencia, tener contratos de trabajo pre-acordados para tramitar la residencia. Además, carecían de derechos como por ejemplo la adquisición de propiedades, o la posibilidad de mudar a sus familias a las ciudades de las zonas económicas especiales.
El artículo también señala que el incumplimiento, por parte de los empleadores, de los salarios mínimos era una práctica recurrente, además de penalizaciones excesivas, por ejemplo, por charlar o reír durante el trabajo. Este tipo de prácticas situaban a los trabajadores en contextos de semi-esclavitud, donde los empleadores se sentían facultados de exigirles el cumplimiento del trabajo incluso mediante la violencia física (golpes, castigos corporales, e incumplimiento intencional de los estándares de seguridad industrial).
Ahora bien, estas condiciones laborales paupérrimas, así como las relaciones de superexplotación que permitieron el desarrollo exponencial de la base productiva china no han cambiado a presente.
Aunque en las últimas décadas el Estado chino se mostró más interesado en imponer estándares laborales y ambientales, la condición para la prosecución del desarrollo productivo del gigante asiático sigue siendo la continua super-explotación de su mano de obra.
Por ejemplo, un reporte elaborado por el China Labor Watch en 2016 describe las condiciones de trabajo en las fábricas de Pegatron, que producen los equipos para empresas como Apple. Los hallazgos muestran el estado de las condiciones laborales en el presente, en China: Los trabajadores son obligados a trabajar más allá del tiempo establecido legalmente; los aumentos impuestos por el gobierno son controlados a partir de recortes en otros gastos sociales; se cambian los talonarios de registro de los pagos, para evitar controles sobre estos abusos, entre otras prácticas injustas.
El informe demuestra, además, que Apple conoce de estos abusos, aunque aparenta un conocimiento parcial y, en consecuencia, lleva a cabo acciones insuficientes para evitar estas prácticas de disciplinamiento excesivo sobre los trabajadores.
Foto: Reuters. Trabajadores de Foxconn, que manudactura productos para Apple.
Otro aspecto que convierte a China en un caso paradigmático del capitalismo mundial -aunque no el único–, es la recurrente violencia física infligida por los propios empleadores hacia los trabajadores. Esta violencia se presenta de diversas formas, desde castigos físicos y agresiones en el trabajo, hasta represalias fuera del ámbito laboral (Friedman, 2014).
Y, paradójicamente, ante la escalada de conflictos laborales en china en los últimos veinte años, producto de estos abusos y de la explotación, la respuesta del gobierno ha sido una mayor represión policial contra los trabajadores. Esto tiene que ver en gran medida con el hecho que la mayoría de los sindicatos de trabajadores en China son estatales, lo que hace que carezcan de legitimidad entre sus miembros.
Estos apuntes no sólo revelan, desde una perspectiva propia de la crítica de la economía política, dónde se halla la explicación de fondo del éxito económico de China en la última década. El desarrollo de la base productiva y la generación de riqueza sin precedentes ha sido posible gracias a un sistema sostenido de explotación de la fuerza de trabajo.
Pero también sirven para comprender la economía capitalista mundial a presente, considerando que el crecimiento de la economía china fue posible, en gran medida, gracias al significativo influjo de capitales privados extranjeros, que se vieron atraídos únicamente por la posibilidad de aprovechar de la explotación de fuerza de trabajo masiva y barata.
Conflictos laborales en Bolivia
Un aspecto que ha caracterizado la participación de empresas estatales chinas en la ejecución de obras en Bolivia es la explotación y los abusos laborales muy parecidos a los descritos anteriormente. Pero, una vez más, esto no quiere decir que se trate de una característica inherente a China, sino de un saber hacer instituido como consecuencia de su transición hacia un capitalismo voraz y en muchos sentidos prosaico.
De acuerdo con una nota publicada por el periódico Página Siete en 2016, entre 2010 y ese año se habían registrado en Bolivia 15 denuncias de maltratos a trabajadores, por empresas chinas. El artículo hace referencia al monitoreo realizado por el Observatorio Boliviano de Empleo y Seguridad (OBESS) del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).
Estas denuncias dan cuenta de dos aspectos problemáticos en el contexto boliviano, que discutiremos a continuación:
Por un lado, las empresas estatales chinas incumplen la legislación laboral boliviana, violando a su vez las directrices que les son impuestas por su propio Estado, en concordancia con la legislación internacional.
Por otra parte, el Estado boliviano, en un contexto en el que el gobierno se reivindica de izquierda y en favor de los trabajadores, es incapaz de exigir a las empresas chinas el cumplimiento de la legislación laboral, y de hecho las favorece otorgándoles más proyectos.
En la tabla a continuación se observan las principales denuncias contra grandes empresas estatales chinas, ejecutando obras de infraestructura, sobre todo, por maltratos a los trabajadores y vulneración de los derechos laborales.
Como se observa en el cuadro, las denuncias atañen principalmente a las grandes empresas estatales chinas que operan en el país: Sinohydro, China Railway y Sinopec. El otro aspecto que nos llama la atención es que se repite el patrón de abusos que tiene lugar en China.
Por ejemplo, según el reporte elaborado por CEDLA (2016), sobre los abusos de Sinohydro a trabajadores bolivianos, este centro de estudios identifica los siguientes tipos de abusos y vulneraciones de derechos laborales:
La contratación a partir de contratos orales que luego, a pesar de ser una figura reconocida por la ley, son vulnerados. Por ejemplo, en el caso de la carretera Ichilo-Ivirgarzama, en 2015, aproximadamente 450 trabajadores no habrían tenido contratos escritos, lo cual representaría un problema a la hora de fiscalizar la ejecución del significativo monto de la obra.
Jornadas de trabajo extendidas y sin pago de horas extras, según las denuncias de los mismos trabajadores, los empresarios les hacían trabajar jornadas de hasta 12 horas, pagándoles únicamente el salario básico.
Los trabajadores no cuentan con seguro de salud, ni siquiera las movilidades contarían con seguro SOAT, vulnerándose no sólo derechos laborales, sino los derechos fundamentales de los trabajadores que están expuestos a múltiples riesgos en las obras.
No se cumplen los estándares de seguridad industrial, es decir que la empresa no ofrece condiciones de seguridad para los trabajadores:
“Los trabajadores del proyecto carretero denunciaron que carecían de ropa de trabajo adecuada para las zonas tropicales, de atención médica oportuna, de un botiquín de primeros auxilios, guantes, barbijos y protectores auriculares, cabinas de seguridad y, la capacitación adecuada para precautelar su integridad física” (CEDLA, 2016: 8).
A lo anterior se debe sumar los malos tratos y el acoso laboral. Por ejemplo, en enero del presente año, una denuncia de acoso laboral contra Sinohydro, en la construcción de la carretera El Salto – Padilla señaló que la esposa de un obrero fue agredida físicamente: “una compañera fue agredida, no solo psicológica y verbalmente, sino físicamente, fue agarrada a patadas por un súbdito chino; eso no lo vamos a aceptar” señaló el senador Omar Aguilar, luego de conocer el suceso (Prensa Rural, 2018)[2].
Una denuncia similar tuvo lugar en 2015, en la construcción de la carretera Ichilo – Ivirgarzama, donde luego de dos paros protagonizados por los trabajadores, demandando mejores condiciones laborales, fueron agredidos por un funcionario chino con una pala cargadora (CEDLA, 2016: 5).
Más adelante, el mismo año, procedieron a despedir a trabajadores sin justificación. En 2018, según una nota del periódico página siete, un funcionario chino de Sinohydro fue expulsado de la empresa, luego de arrojar agua hirviendo en el rostro de un trabajador.[3]
En otra nota, publicada en febrero, un trabajador boliviano de la China Railway, de apellido Vázquez denunció varias agresiones físicas que tuvieron lugar desde 2017: en una ocasión, uno de los funcionarios chinos le dio una patada a uno de sus compañeros; en otra ocasión, otro funcionario intento golpearlo con un combo; luego de que Vázquez denunció la agresión con la policía, fue nuevamente agredido con golpes e intentos de estrangulamiento[4].
Foto: Según una comisión encabezada por los senadores benianos Añez y Núñez, la China Railway ofrecería condiciones de vida paupérrimas a los trabajadores del proyecto carretero Riberalta-Rurrenabaque.
Un caso particular
El día 12 de junio de 2018, la ANF publicó una nota sobre una denuncia realizada por Yunko M. M., asesora de negocios que fue contratada por la empresa China Railway Group Limited, para realizar “lobby” frente al Estado Plurinacional, para lograr la adjudicación de la EL ESPIINO-CHARAGUA-BOYUIBE, contra la empresa.
La denuncia tiene que ver con el incumplimiento del pago de los honorarios de Yunlo M.M. por parte de la empresa china, y por una supuesta resolución ilegal y unilateral del contrato. El documento que adjuntó la denunciante, y que fue publicado por ANF, señala que el motivo dado por la China Railway fue que “las expectativas no fueron cumplidas”.
La denunciante señala en el documento que el accionar de la empresa es “además de ilegal absolutamente fraudulento” ya que la empresa logro conseguir la adjudicación del proyecto “Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental y Diseño Final del Proyecto de Construcción de la Carretera El Espino – Charagua”, y sin embargo aduciría, sin justificar por qué, que no se cumplieron las expectativas del contrato.
El documento también señala que la asesora logró concertar reuniones entre la empresa y el Ministro de Obras Públicas Milton Claros y el Viceministro de Transportes Ariel Cortez, donde la empresa pudo expresar su interés en obras como la mencionada carretera, así como en el proyecto del tren bioceánico, el proyecto del tren Moracusito – Mutún, y el tren urbano Cochabamba y Santa Cruz. En estas reuniones la empresa logró obtener información sobre estos proyectos y exponer su “potencial” a las autoridades de Estado.
Por lo tanto, señala la asesora de negocios, el objeto de su contratación -realizar “lobby” para la empresa china- se habrían cumplido, por lo que la empresa debería pagarle sus honorarios y cumplir con su parte del contrato. La empresa, luego de varias gestiones de Yunko M.M. y de un constante acompañamiento, fue invitada a la licitación de la obra.
Por lo tanto, la asesora señala que la empresa estaría ignorando “muchos días de trabajos arduos y bajo presión”, en los que ella coadyuvó con la empresa, a través de gestiones, traducciones, acopio de información dispersa, entre otras actividades. La empresa no se habría adjudicado la obra por una cuestión de sobreprecio en la propuesta final.
Pero el motivo de la empresa para aducir que las expectativas no fueron cumplidas sería que: “que su casa matriz tenia la idea de que en Bolivia el trabajo de un agente comercial consistía en poder hacer las gestiones necesarias con las instituciones gubernamentales -como ocurre en otros países- para conseguir el objetivo de la empresa”.
Una problemática estructural
Cabe señalar nuevamente que, aunque este patrón de abusos es particular a China, producto de una costumbre de explotación que se ha construido en el país asiático desde sus reformas económicas a finales del siglo XX, no se trata de una característica esencial ni mucho menos exclusiva del país asiático. Se trata de un aspecto estructural del capitalismo, tanto histórico como tardío.
Es decir, el sistema capitalista se ha funda históricamente, y se funda en el presente, en la explotación de la fuerza laboral, que no sólo tiene que ver con el aspecto principal de la acumulación de riqueza a partir de la sustracción del plusvalor del trabajador, sino también con este tipo de arbitrariedades y malos tratos. Aunque a escala global se ha avanzado bastante en materia de legislación laboral, la persistencia de estas prácticas no devela un defecto sino una característica duradera del sistema de desigualdad.
En este sentido, un aspecto sobre el que consideramos importante llamar la atención son las reacciones, tanto de la empresa, como de los funcionarios del Estado ante estas vulneraciones de derechos.
En lo que respecta a las obras de la hidroeléctrica San José, La Dirección Departamental de Trabajo en Cochabamba anunció que, de comprobarse las denuncias por incumplimiento de la legislación laboral, se establecerían sanciones para la empresa[5]. Para el caso de la carretera Ivirgarzama – Ichilo, el propio ministro de Obras Públicas de entonces, Milton Claros, anunció que se exigiría el cumplimiento de las normas laborales.
Sin embargo, llama la atención que, pese a la acumulación de denuncias, empresas como Sinohydro continuaron adjudicándose obras de gran envergadura, además que fueron defendidas por altos funcionarios del Estado.
En octubre de 2016, ante el creciente rechazo por parte de la opinión pública, como consecuencia de las denuncias de abusos laborales, el presidente Evo Morales señaló que los “bolivianos que protestan contra China y sus empresas son neoliberales, quieren que vuelvan las privatizaciones, modelo del (sistema) capitalista”. Una declaración por demás desafortunada y desatinada, considerando que las denuncias contra los abusos laborales y vulneraciones de derechos se refieren a un aspecto básico del capitalismo: la explotación.
Por su parte, un mes antes, el abogado de la empresa Sinohydro declaró que: «La empresa Sinohydro es la que mejores condiciones ofrece; consideramos que ciertos intereses están mellando la imagen de la empresa”[6]. Sin embargo, en los meses siguientes las denuncias continuaron emergiendo, en las diferentes obras que son llevadas a cabo por las empresas estatales chinas.
*
Todo esto nos devuelve a la discusión sobre la relación Sino-Bolivia en sus términos más amplios. A lo largo de nuestro análisis, demostramos que una de las particularidades de esta relación tiene que ver con las condiciones que China impone a Bolivia a la hora de otorgar empréstitos, de contratar empresas chinas para la ejecución de las obras. Sin embargo, lo que debe llamar la atención en la gran cantidad de obras que no son financiadas por China, pero que son ejecutadas por empresas de dicho país.
Esto resulta curioso por el hecho que estas empresas deberían regirse a los estándares de ejecución, no sólo de la legislación de su país, sino también del país anfitrión y de las entidades financiadoras. Empero, la recurrencia de las denuncias demuestra que la problemática es más profunda y de orden estructural.
El patrón de abusos laborales de las empresas estatales chinas es un correlato de la historia de transición del país asiático hacia una economía capitalista de gran escala. Lo que llama la atención es que este patrón también es exportado, a partir de la ejecución de obras como en el caso de Bolivia. Esto, una vez más, no indica una característica exclusiva de China, sino una faceta característica del capitalismo que continúa vigente.
Pero lo que más nos llama la atención es que, a pesar de las constantes denuncias de los trabajadores, el Estado boliviano, en un contexto en que el gobierno se reivindica de izquierda, ha continuado adjudicando obras a las mismas empresas, favoreciendo intereses corporativos y geopolíticos, por encima de los intereses de los trabajadores.
Sabemos que se trata de decisiones condicionadas por la importancia que ha adquirido el país asiático, tanto como prestatario de Bolivia y como socio comercial. Este no es un aspecto menospreciable considerando que la relación de desigual dependencia que se emplaza entre ambos países, claramente favorece también contextos de violencia que quedan en una relativa impunidad.
Referencias
CEDLA (2016) “Sinohydro pisotea los derechos de los trabajadores” En: BOLETÍN DE SEGUIMIENTO A POLÍTICAS PÚBLICAS – año XIII – nº 29, La Paz: CEDLA.
Chan, Anita (1998) “Labor Standards and Human Rights: The Case of Chinese Workers under Market Socialism” en: Human Rights Quarterly, Vol. 20, No. 4 (November 1998), pp. 886–904.
Chan, Chak Kwan y Zhaiwen Peng (2011) “From Iron Rice Bowl to the World’s Biggest Sweatshop: Globalization, Institutional Constraints, and the Rights of Chinese Workers” en: Social Service Review, Vol. 85, No. 3 (September 2011), pp. 421-445, The University of Chicado Press.
China Labor Watch (2016) Apple making big profits but Chinese workers’ wage on the slide, disponible en: http://www.chinalaborwatch.org/report/120, visitada en fecha 1 de mayo de 2018.
Friedman, Eli (2014) Insurgency Trap: Labor Politics in Postsocialist China, Cornell: Cornell University ILR School.
[1] La creación de estas zonas económicas especiales es fundamental para comprender la apertura de China al mundo globalizado. Uno de los objetivos principales fue atraer inversiones extranjeras, para impulsar el desarrollo de la base productiva: “Los inversionistas extranjeros en estas zonas recibieron ventajas especiales, incluidas políticas de impuestos favorables y exenciones de los aranceles de exportación e importación de equipos e instrumentos (Chan y Peng, 2011: 425).
Observatorio de Inversiones Latinoamericanas, 12 de julio de 2018
El siguiente tema de nuestro análisis sobre la participación de las empresas chinas en Bolivia tiene que ver con observar los problemas que han caracterizado las ejecuciones de las obras. En este caso, nos interesa particularmente los problemas relacionados con las denuncias de abusos y violencia laboral. Este es un tema importante porque permite conocer de cerca las contradicciones que caracterizan una relación bilateral desigual y ampliamente celebrada por los funcionarios del gobierno.
Ahora bien, como hemos señalado en nuestros demás análisis, es importante evitar una aproximación que tienda a demonizar en un sentido culturalista/identitario a los operadores chinos, así como a homogeneizar a todos los migrantes de aquel país. No se trata de caracterizar a China como la gran potencia explotadora, sino como un ejemplo más de las lógicas de acumulación de riqueza que caracterizan a la economía global.
La cuestión es, lógicamente más compleja y, para poder elaborar un comentario con mayor profundidad crítica, es necesario remitirse a la manera en cómo la explotación laboral ha sido llevada a cabo en China, desde su transición hacia una economía de mercado. De esta manera, tendremos mayores insumos para discutir la cuestión laboral en Bolivia.
Capitalismo chino y explotación
En nuestros anteriores análisis hemos hecho reiteradas menciones al desarrollo económico de China desde finales del siglo XX. China es un buen ejemplo abreviado de la historia del desarrollo capitalista en el mundo. Las políticas de transición hacia una economía capitalista emprendidas por China significaron un desarrollo ambivalente, como en la mayoría de los países industrializados, sólo que de manera más acelerada.
En el lapso de una década surgieron inmensas metrópolis como Shangai, Zhengzhou, Shenzhen, además de Pekín (Beijing). De la misma manera, tuvo lugar un desarrollo sin precedentes de una clase media urbana, conforme la economía se fue especializando en el desarrollo de áreas como la tecnología. Sin embargo, también conllevó a un significativo proceso de proletarización de su población, sobre todo migrantes de las provincias campesinas del hinterland, hacia los nuevos centros metropolitanos e industriales.
Para comprender estos procesos de proletarización y las relaciones de explotación que derivaron de la acelerada industrialización es necesario considerar dos factores principales.
Primero, el desarrollo económico de China fue desigual en términos regionales. En los años ochenta, se crearon cuatro zonas económicas especiales: Xiamen, Shenzhen, Zhuhai y Shantou, donde la economía se liberalizó, permitiéndose el emprendimiento privado y donde se impulsó la inversión privada[1].
Segundo, una de las principales ofertas de China para atraer inversiones extranjeras fueron las condiciones favorables para la explotación laboral intensiva (Chan, 2012). Condiciones que se fundamentan en el desarrollo regional desigual interno: las poblaciones mayormente explotadas por las empresas, tanto privadas como estatales, en las grandes urbes, son principalmente migrantes rurales, provenientes de las provincias campesinas.
En un artículo titulado “Labor Standards and Human Rights: The Case of Chinese Workers under Market Socialism”, Anita Chan (1998) compara el régimen de explotación y discriminación de los migrantes rurales chinos en las grandes urbes, con el modelo del apartheid.
La autora señala que las poblaciones rurales que migraban hacia las ciudades industrializadas a trabajar, en los años 90, eran tratadas como migrantes extranjeros: debían solicitar permisos de residencia, tener contratos de trabajo pre-acordados para tramitar la residencia. Además, carecían de derechos como por ejemplo la adquisición de propiedades, o la posibilidad de mudar a sus familias a las ciudades de las zonas económicas especiales.
El artículo también señala que el incumplimiento, por parte de los empleadores, de los salarios mínimos era una práctica recurrente, además de penalizaciones excesivas, por ejemplo, por charlar o reír durante el trabajo. Este tipo de prácticas situaban a los trabajadores en contextos de semi-esclavitud, donde los empleadores se sentían facultados de exigirles el cumplimiento del trabajo incluso mediante la violencia física (golpes, castigos corporales, e incumplimiento intencional de los estándares de seguridad industrial).
Ahora bien, estas condiciones laborales paupérrimas, así como las relaciones de superexplotación que permitieron el desarrollo exponencial de la base productiva china no han cambiado a presente.
Aunque en las últimas décadas el Estado chino se mostró más interesado en imponer estándares laborales y ambientales, la condición para la prosecución del desarrollo productivo del gigante asiático sigue siendo la continua super-explotación de su mano de obra.
Por ejemplo, un reporte elaborado por el China Labor Watch en 2016 describe las condiciones de trabajo en las fábricas de Pegatron, que producen los equipos para empresas como Apple. Los hallazgos muestran el estado de las condiciones laborales en el presente, en China: Los trabajadores son obligados a trabajar más allá del tiempo establecido legalmente; los aumentos impuestos por el gobierno son controlados a partir de recortes en otros gastos sociales; se cambian los talonarios de registro de los pagos, para evitar controles sobre estos abusos, entre otras prácticas injustas.
El informe demuestra, además, que Apple conoce de estos abusos, aunque aparenta un conocimiento parcial y, en consecuencia, lleva a cabo acciones insuficientes para evitar estas prácticas de disciplinamiento excesivo sobre los trabajadores.
Foto: Reuters. Trabajadores de Foxconn, que manudactura productos para Apple.
Otro aspecto que convierte a China en un caso paradigmático del capitalismo mundial -aunque no el único–, es la recurrente violencia física infligida por los propios empleadores hacia los trabajadores. Esta violencia se presenta de diversas formas, desde castigos físicos y agresiones en el trabajo, hasta represalias fuera del ámbito laboral (Friedman, 2014).
Y, paradójicamente, ante la escalada de conflictos laborales en china en los últimos veinte años, producto de estos abusos y de la explotación, la respuesta del gobierno ha sido una mayor represión policial contra los trabajadores. Esto tiene que ver en gran medida con el hecho que la mayoría de los sindicatos de trabajadores en China son estatales, lo que hace que carezcan de legitimidad entre sus miembros.
Estos apuntes no sólo revelan, desde una perspectiva propia de la crítica de la economía política, dónde se halla la explicación de fondo del éxito económico de China en la última década. El desarrollo de la base productiva y la generación de riqueza sin precedentes ha sido posible gracias a un sistema sostenido de explotación de la fuerza de trabajo.
Pero también sirven para comprender la economía capitalista mundial a presente, considerando que el crecimiento de la economía china fue posible, en gran medida, gracias al significativo influjo de capitales privados extranjeros, que se vieron atraídos únicamente por la posibilidad de aprovechar de la explotación de fuerza de trabajo masiva y barata.
Conflictos laborales en Bolivia
Un aspecto que ha caracterizado la participación de empresas estatales chinas en la ejecución de obras en Bolivia es la explotación y los abusos laborales muy parecidos a los descritos anteriormente. Pero, una vez más, esto no quiere decir que se trate de una característica inherente a China, sino de un saber hacer instituido como consecuencia de su transición hacia un capitalismo voraz y en muchos sentidos prosaico.
De acuerdo con una nota publicada por el periódico Página Siete en 2016, entre 2010 y ese año se habían registrado en Bolivia 15 denuncias de maltratos a trabajadores, por empresas chinas. El artículo hace referencia al monitoreo realizado por el Observatorio Boliviano de Empleo y Seguridad (OBESS) del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).
Estas denuncias dan cuenta de dos aspectos problemáticos en el contexto boliviano, que discutiremos a continuación:
En la tabla a continuación se observan las principales denuncias contra grandes empresas estatales chinas, ejecutando obras de infraestructura, sobre todo, por maltratos a los trabajadores y vulneración de los derechos laborales.
Como se observa en el cuadro, las denuncias atañen principalmente a las grandes empresas estatales chinas que operan en el país: Sinohydro, China Railway y Sinopec. El otro aspecto que nos llama la atención es que se repite el patrón de abusos que tiene lugar en China.
Por ejemplo, según el reporte elaborado por CEDLA (2016), sobre los abusos de Sinohydro a trabajadores bolivianos, este centro de estudios identifica los siguientes tipos de abusos y vulneraciones de derechos laborales:
“Los trabajadores del proyecto carretero denunciaron que carecían de ropa de trabajo adecuada para las zonas tropicales, de atención médica oportuna, de un botiquín de primeros auxilios, guantes, barbijos y protectores auriculares, cabinas de seguridad y, la capacitación adecuada para precautelar su integridad física” (CEDLA, 2016: 8).
A lo anterior se debe sumar los malos tratos y el acoso laboral. Por ejemplo, en enero del presente año, una denuncia de acoso laboral contra Sinohydro, en la construcción de la carretera El Salto – Padilla señaló que la esposa de un obrero fue agredida físicamente: “una compañera fue agredida, no solo psicológica y verbalmente, sino físicamente, fue agarrada a patadas por un súbdito chino; eso no lo vamos a aceptar” señaló el senador Omar Aguilar, luego de conocer el suceso (Prensa Rural, 2018)[2].
Una denuncia similar tuvo lugar en 2015, en la construcción de la carretera Ichilo – Ivirgarzama, donde luego de dos paros protagonizados por los trabajadores, demandando mejores condiciones laborales, fueron agredidos por un funcionario chino con una pala cargadora (CEDLA, 2016: 5).
Más adelante, el mismo año, procedieron a despedir a trabajadores sin justificación. En 2018, según una nota del periódico página siete, un funcionario chino de Sinohydro fue expulsado de la empresa, luego de arrojar agua hirviendo en el rostro de un trabajador.[3]
En otra nota, publicada en febrero, un trabajador boliviano de la China Railway, de apellido Vázquez denunció varias agresiones físicas que tuvieron lugar desde 2017: en una ocasión, uno de los funcionarios chinos le dio una patada a uno de sus compañeros; en otra ocasión, otro funcionario intento golpearlo con un combo; luego de que Vázquez denunció la agresión con la policía, fue nuevamente agredido con golpes e intentos de estrangulamiento[4].
Foto: Según una comisión encabezada por los senadores benianos Añez y Núñez, la China Railway ofrecería condiciones de vida paupérrimas a los trabajadores del proyecto carretero Riberalta-Rurrenabaque.
Un caso particular
El día 12 de junio de 2018, la ANF publicó una nota sobre una denuncia realizada por Yunko M. M., asesora de negocios que fue contratada por la empresa China Railway Group Limited, para realizar “lobby” frente al Estado Plurinacional, para lograr la adjudicación de la EL ESPIINO-CHARAGUA-BOYUIBE, contra la empresa.
La denuncia tiene que ver con el incumplimiento del pago de los honorarios de Yunlo M.M. por parte de la empresa china, y por una supuesta resolución ilegal y unilateral del contrato. El documento que adjuntó la denunciante, y que fue publicado por ANF, señala que el motivo dado por la China Railway fue que “las expectativas no fueron cumplidas”.
La denunciante señala en el documento que el accionar de la empresa es “además de ilegal absolutamente fraudulento” ya que la empresa logro conseguir la adjudicación del proyecto “Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental y Diseño Final del Proyecto de Construcción de la Carretera El Espino – Charagua”, y sin embargo aduciría, sin justificar por qué, que no se cumplieron las expectativas del contrato.
El documento también señala que la asesora logró concertar reuniones entre la empresa y el Ministro de Obras Públicas Milton Claros y el Viceministro de Transportes Ariel Cortez, donde la empresa pudo expresar su interés en obras como la mencionada carretera, así como en el proyecto del tren bioceánico, el proyecto del tren Moracusito – Mutún, y el tren urbano Cochabamba y Santa Cruz. En estas reuniones la empresa logró obtener información sobre estos proyectos y exponer su “potencial” a las autoridades de Estado.
Por lo tanto, señala la asesora de negocios, el objeto de su contratación -realizar “lobby” para la empresa china- se habrían cumplido, por lo que la empresa debería pagarle sus honorarios y cumplir con su parte del contrato. La empresa, luego de varias gestiones de Yunko M.M. y de un constante acompañamiento, fue invitada a la licitación de la obra.
Por lo tanto, la asesora señala que la empresa estaría ignorando “muchos días de trabajos arduos y bajo presión”, en los que ella coadyuvó con la empresa, a través de gestiones, traducciones, acopio de información dispersa, entre otras actividades. La empresa no se habría adjudicado la obra por una cuestión de sobreprecio en la propuesta final.
Pero el motivo de la empresa para aducir que las expectativas no fueron cumplidas sería que: “que su casa matriz tenia la idea de que en Bolivia el trabajo de un agente comercial consistía en poder hacer las gestiones necesarias con las instituciones gubernamentales -como ocurre en otros países- para conseguir el objetivo de la empresa”.
Una problemática estructural
Cabe señalar nuevamente que, aunque este patrón de abusos es particular a China, producto de una costumbre de explotación que se ha construido en el país asiático desde sus reformas económicas a finales del siglo XX, no se trata de una característica esencial ni mucho menos exclusiva del país asiático. Se trata de un aspecto estructural del capitalismo, tanto histórico como tardío.
Es decir, el sistema capitalista se ha funda históricamente, y se funda en el presente, en la explotación de la fuerza laboral, que no sólo tiene que ver con el aspecto principal de la acumulación de riqueza a partir de la sustracción del plusvalor del trabajador, sino también con este tipo de arbitrariedades y malos tratos. Aunque a escala global se ha avanzado bastante en materia de legislación laboral, la persistencia de estas prácticas no devela un defecto sino una característica duradera del sistema de desigualdad.
En este sentido, un aspecto sobre el que consideramos importante llamar la atención son las reacciones, tanto de la empresa, como de los funcionarios del Estado ante estas vulneraciones de derechos.
En lo que respecta a las obras de la hidroeléctrica San José, La Dirección Departamental de Trabajo en Cochabamba anunció que, de comprobarse las denuncias por incumplimiento de la legislación laboral, se establecerían sanciones para la empresa[5]. Para el caso de la carretera Ivirgarzama – Ichilo, el propio ministro de Obras Públicas de entonces, Milton Claros, anunció que se exigiría el cumplimiento de las normas laborales.
Sin embargo, llama la atención que, pese a la acumulación de denuncias, empresas como Sinohydro continuaron adjudicándose obras de gran envergadura, además que fueron defendidas por altos funcionarios del Estado.
En octubre de 2016, ante el creciente rechazo por parte de la opinión pública, como consecuencia de las denuncias de abusos laborales, el presidente Evo Morales señaló que los “bolivianos que protestan contra China y sus empresas son neoliberales, quieren que vuelvan las privatizaciones, modelo del (sistema) capitalista”. Una declaración por demás desafortunada y desatinada, considerando que las denuncias contra los abusos laborales y vulneraciones de derechos se refieren a un aspecto básico del capitalismo: la explotación.
Por su parte, un mes antes, el abogado de la empresa Sinohydro declaró que: «La empresa Sinohydro es la que mejores condiciones ofrece; consideramos que ciertos intereses están mellando la imagen de la empresa”[6]. Sin embargo, en los meses siguientes las denuncias continuaron emergiendo, en las diferentes obras que son llevadas a cabo por las empresas estatales chinas.
*
Todo esto nos devuelve a la discusión sobre la relación Sino-Bolivia en sus términos más amplios. A lo largo de nuestro análisis, demostramos que una de las particularidades de esta relación tiene que ver con las condiciones que China impone a Bolivia a la hora de otorgar empréstitos, de contratar empresas chinas para la ejecución de las obras. Sin embargo, lo que debe llamar la atención en la gran cantidad de obras que no son financiadas por China, pero que son ejecutadas por empresas de dicho país.
Esto resulta curioso por el hecho que estas empresas deberían regirse a los estándares de ejecución, no sólo de la legislación de su país, sino también del país anfitrión y de las entidades financiadoras. Empero, la recurrencia de las denuncias demuestra que la problemática es más profunda y de orden estructural.
El patrón de abusos laborales de las empresas estatales chinas es un correlato de la historia de transición del país asiático hacia una economía capitalista de gran escala. Lo que llama la atención es que este patrón también es exportado, a partir de la ejecución de obras como en el caso de Bolivia. Esto, una vez más, no indica una característica exclusiva de China, sino una faceta característica del capitalismo que continúa vigente.
Pero lo que más nos llama la atención es que, a pesar de las constantes denuncias de los trabajadores, el Estado boliviano, en un contexto en que el gobierno se reivindica de izquierda, ha continuado adjudicando obras a las mismas empresas, favoreciendo intereses corporativos y geopolíticos, por encima de los intereses de los trabajadores.
Sabemos que se trata de decisiones condicionadas por la importancia que ha adquirido el país asiático, tanto como prestatario de Bolivia y como socio comercial. Este no es un aspecto menospreciable considerando que la relación de desigual dependencia que se emplaza entre ambos países, claramente favorece también contextos de violencia que quedan en una relativa impunidad.
Referencias
CEDLA (2016) “Sinohydro pisotea los derechos de los trabajadores” En: BOLETÍN DE SEGUIMIENTO A POLÍTICAS PÚBLICAS – año XIII – nº 29, La Paz: CEDLA.
Chan, Anita (1998) “Labor Standards and Human Rights: The Case of Chinese Workers under Market Socialism” en: Human Rights Quarterly, Vol. 20, No. 4 (November 1998), pp. 886–904.
Chan, Chak Kwan y Zhaiwen Peng (2011) “From Iron Rice Bowl to the World’s Biggest Sweatshop: Globalization, Institutional Constraints, and the Rights of Chinese Workers” en: Social Service Review, Vol. 85, No. 3 (September 2011), pp. 421-445, The University of Chicado Press.
China Labor Watch (2016) Apple making big profits but Chinese workers’ wage on the slide, disponible en: http://www.chinalaborwatch.org/report/120, visitada en fecha 1 de mayo de 2018.
Friedman, Eli (2014) Insurgency Trap: Labor Politics in Postsocialist China, Cornell: Cornell University ILR School.
[1] La creación de estas zonas económicas especiales es fundamental para comprender la apertura de China al mundo globalizado. Uno de los objetivos principales fue atraer inversiones extranjeras, para impulsar el desarrollo de la base productiva: “Los inversionistas extranjeros en estas zonas recibieron ventajas especiales, incluidas políticas de impuestos favorables y exenciones de los aranceles de exportación e importación de equipos e instrumentos (Chan y Peng, 2011: 425).
[2] http://www.prensarural.com.bo/portada/contratista-chino-agrede-verbal-y-fisicamente-a-esposa-de-obrero-de-sinohydro/
[3] http://www.paginasiete.bo/economia/2017/4/12/expulsan-empleador-chino-arrojo-agua-hervida-obrero-boliviano-134083.html
[4] http://www.paginasiete.bo/economia/2018/2/3/denuncian-agresiones-ciudadanos-chinos-obreros-bolivianos-beni-168759.html#&gid=1&pid=1
[5] http://www.paginasiete.bo/economia/2016/1/15/descartan-sanciones-contra-china-sinohydro-83457.html
[6] http://www.paginasiete.bo/economia/2016/9/28/gobierno-inicia-acciones-contra-sinohydro-incumplimiento-leyes-laborales-111483.html
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