En junio de 2017 la empresa española con capitales chinos Eptisa presentó a la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE) el informe de diseño final de la central hidroeléctrica Rositas. Si bien el documento extenso no es público, el resumen ejecutivo detalla aspectos relevantes sobre la obra y los impactos previsibles para la zona de Rositas.
Según este documento, luego de construir la central hidroeléctrica de Rositas se construirían las centrales de Cañahuecal y La Pesca, a las que luego se sumarían otras cuatro represas más sobre el Río Grande, en una zona con una ocurrencia actual de sismos grado 4. Solo Rositas como primera represa afectará a 23 comunidades e inundará 10 de éstas. A pesar de desmontarse 28.512 hectáreas de bosques de la zona de inundación en 4 años, no se garantiza que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero producidos por la represa disminuyan; mucho pero, se afectará el 6,95% de la superficie de tres áreas protegidas. Los impactos más críticos en la fauna tienen que ver con la afectación a al menos 22 especies de peces que ya no podrán migrar aguas arriba, ni alimentarse ni reproducirse debidamente.
Siete represas sobre el Río Grande
Eptisa ha realizado una actualización de las propuestas de los estudios históricos de prefactibilidad. Estos estudios habían planteado la construcción de siete centrales hidroeléctricas con represas de gran tamaño a lo largo del Río Grande en las localidades de Seripona, Cañahuecal, Las Juntas, Ocampo, Peña Blanca, La Pesca y Rositas.
Esquema de las represas sobre el Río Grande

Las tres primeras hidroeléctricas a ser construidas
Eptisa ha propuesto que después de la central de Rositas, se construya la central de Cañahuecal y la central de La Pesca, como segunda y tercera. El argumento técnico es la mayor contribución de potencia y energía y su contribución a la regulación de caudales. En ese entendido, ENDE ya contaría con el estudio de factibilidad del proyecto hidroeléctrico de Cañahuecal.
Campamento de 38.000 m2 con suministro de 4 l/s de agua potable
El estudio de Eptisa calcula que durante la construcción de obras se tendrá un máximo de 3.500 trabajadores, de los cuales, unos 250 serán operarios con necesidad de oficinas. La superficie que necesitarán para viviendas, oficinas y otros servicios será de unos 38.000 m2. La instalación deberá tener una capacidad de dotación de agua potable de 4 l/s, esto sin contar la carga para el saneamiento interno: aguas residuales y deshechos humanos.
Ocurrencia de sismos magnitud 4
Según el documento de Eptisa, la máxima magnitud sísmica que podría ocurrir en la zona es un temblor de 5,957. Mientras que la probabilidad de ocurrencia de sismos de magnitud 4 es del 100% (frecuencia de tres por año). Pese a esto, el informe reconoce que existe “el peligro de una subestimación del riesgo sísmico de la Represa Rosita en el sector de Abapo provincia Cordillera”.
Veintitrés comunidades afectadas y 10 inundadas
Las comunidades -llamadas “asentamientos humanos”- que se encuentran dentro el Área de Influencia Directa (AID) y que serán directamente afectadas por el embalse serían 10; mientras que los predios de un total de 23 comunidades serán afectadas por todo el proyecto.

Desmonte de 28.512 ha en 4 años
El desmonte afectaría 28.512 ha del bosque seco boliviano-tucumano transicional (50%) y del bosque chiquitano transicional (41%). Durante los cuatro años que se estima dure el desmonte, se cuantificó la extracción de una biomasa de 6.878.491 toneladas que será dispuesta como madera en venta y/o como leña. Las especies maderables ubicadas en el área de desmonte son 13 y dentro de éstas las de mayor valor comercial son: cuchi, curupaú, jichituriqui, momoqui, soto, tajibo y verdolago.
Ni desmontando el 90% de los bosques se reducirán los Gases de Efecto Invernadero producidos por la represa
El estudio de Eptisa ha realizado una estimación de producción de Gases a Efecto Invernadero (GEI) desde el embalse, sobre todo como consecuencia de la descomposición de la biomasa. Su principal conclusión es que existen “varios elementos de incertidumbre” pero sin embargo existen resultados que evidencian “que las emisiones de represas construidas en zonas tropicales como la de Rositas pueden generar fuertes emisiones de GEI”, al punto que ni con el desmonte del 90% de los bosques se reducirían las emisiones de gas metano emitido por “desgasificación del agua que pasa por las turbinas, la descomposición anaerobia de materia orgánica que se genera por organismos autótrofos en la misma represa y por la degradación de la biomasa que queda inundada en la misma represa”.
Se afectará el 6,95% de la superficie de tres áreas protegidas
Parque Nacional – Área Natural de Manejo Integrado Serranía del Iñao: impactos ambientales con valoración “Muy Alto” en la etapa de operación de la hidroeléctrica, con afectación a la reducción de hábitats para la fauna terrestre.
Área Natural de Manejo Integrado Río Grande – Valles Cruceños: impactos ambientales en la etapa de construcción con valoración de “Muy Alto”, que implica la reducción de hábitats para la fauna terrestre. Mientras que el valor de “impacto crítico” implicaría la pérdida de especies de peces. En la etapa de operación, los impactos calificados como “valores críticos” fueron los cambios en la composición físico-química del agua superficial y la pérdida de los recursos hídricos. Calificados como “impactos muy altos” son la disminución de la densidad de especies bajo categorías de protección y la reducción de hábitats para la fauna terrestre en la zona.
Reserva Municipal de Parabanó: posiblemente afectada durante la etapa de operación, los impactos con valoración “Muy Alto” serán la disrupción de corredores ecológicos para la fauna terrestre y el cambio de uso de suelo.

Impactos en la reproducción, migración y alimentación de al menos 22 especies de peces
En la zona se encontraron 175 especies de peces. Se identificaron 22 especies migratorias, la mayoría pertenecientes a especies que alcanzan mayores distancias y alturas de migración como el sábalo y el dorado. Entre los que migran distancias menores están surubí, pirapara, muturo, bagre, blanquillo y paleta, entre otros. Los impactos potenciales identificados son: afectación aguas arriba con la pérdida de las zonas de desove o reproducción y pérdida de áreas de provisión de alimentos. Afectación aguas abajo sobre los hábitats de peces y pesca local. El principal problema serán los impedimentos físicos: efectos barrera de la represa, modificación del hábitat, cambios en las comunidades acuáticas, en la salud de los peces, impactos sobre la calidad del agua como en las concentraciones de plaguicidas.
El 3,7% de las cuencas producen el 28% del sedimento del Río Grande
De las 665 subcuencas de trabajo, 374 pertenecen a las subcuencas prioritarias principales (Caine, Chayanta y Mizque). De estas 374 subcuencas, 21 tienen un grado de erosión severa y generan el 28% de producción de sedimento dentro de la cuenca del río Grande, pese a representar el 3,7% del total de la cuenca. Por ello el estudio las considera totalmente prioritarias.
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