Observatorio de Inversiones Latinoamericanas, 18 de junio de 2018
El segundo aspecto que caracteriza la participación problemática de las empresas chinas en Bolivia tiene que ver con las denuncias de impactos sobre el medio ambiente. Aunque este es un aspecto mucho más problemático de analizar, puesto que todas las actividades humanas en la economía global contemporánea afectan de alguna manera al medio ambiente.
Por lo tanto, en este caso, tampoco se trata de identificar a China como la potencia que afecta al medio ambiente. Al igual que con la cuestión de los conflictos laborales, las afectaciones sobre el medio ambiente son una característica estructural del capitalismo. En este caso nuestro principal objetivo es mostrar un aspecto problemático de la relación que se emplaza entre Bolivia y China
El desarrollo económico chino y su impacto sobre el medio ambiente
De la misma manera que con la puesta en práctica de una superexplotación laboral, el desarrollo exponencial de la base productiva industrial de China también supuso el desarrollo de una economía de alto impacto sobre su medio ambiente. Las principales zonas afectadas han sido, lógicamente, las grandes urbes de las zonas económicas especiales. Sin embargo, los impactos hoy se extienden a todo su territorio.
Una de las consecuencias más perniciosas y visibles de este modelo de crecimiento exponencial acelerado es la polución del aire. En 2013 este país fue noticia mundial por la aparición de una nube de polución con partículas altamente tóxicas. La nube llegó a afectar a doce provincias del país[1], además de países vecinos como la India.
Desde entonces, cada año tiene lugar una situación similar, en que el gobierno debe tomar medidas debido a que el número de partículas toxicas se eleva por encima de cualquier límite racional. Según un reporte elaborado por Bloomberg en marzo de 2018, desde 2005 China se convirtió en el primer emisor de gases de efecto invernadero del mundo (Kearns, Dormido y McDonald, 2018).
En 2015, una investigación de la Universidad de Berkeley estableció que la contaminación del aire en China fue responsable de 1,6 millones de muertes por año en el país asiático (Kearns et al., 2018). Las emisiones se concentran sobre todo en las áreas industriales y donde se realizan las actividades extractivas (carbón, por ejemplo, que durante varios años fue la principal matriz energética).
Foto: Lintao Zhang
Esta situación planteó nuevamente la necesidad a la élite política de debatir la cuestión medio ambiental. Decimos nuevamente, porque la cuestión ambiental ya fue discutida por el Estado Chino varios años antes, en 1994, cuando el Consejo de Estado elaboró el White Paper: China’s Population and Development in the 21st Century.
En este documento se discuten los objetivos de China con cara al siglo XXI, en lo que respecta a la cuestión ambiental y de desarrollo humano. Lo curioso de este documento tiene que ver con su aproximación malthusiana a las problemáticas que el Estado ya observaba en el desarrollo económico del país.
Según el documento, para asegurar un desarrollo sostenible de la economía, un uso racional de los recursos y una reducción de la pobreza, había que implementar políticas de control de natalidad. Los hechos, no obstante, demuestran que esta aproximación estaba errada[2]. El verdadero problema reside en el modelo económico por el que China optó para lograr el desarrollo exponencial de su base productiva.
En los siguientes años, el Estado chino asumió la necesidad de enfocar sus políticas ambientales en el sector económico. Para la primera década del siglo XXI, los desafíos ambientales de China ya eran superiores a cualquier otro país industrializado. En este marco, el Estado Chino comenzó a mejorar su legislación ambiental. De hecho, como señala Alex Wang (2007), en el presente se considera que la legislación ambiental de China es relativamente completa, el principal desafío no obstante se halla en su aplicación.
A pesar de los avances legislativos en esta materia, son bastante recurrentes los casos en que la población realiza denuncias por contaminación de las industrias, pero los jueces locales se rehúsan a limitar las acciones de las empresas, para no perjudicar el desarrollo económico nacional.
Por otra parte, si bien la implementación de este tipo de legislación en todo el mundo ha sido siempre problemática y ha tomado tiempo, otro problema estructural que acucia al caso chino tiene que ver con la corrupción. Por ejemplo, en muchas obras o proyectos de desarrollo industrial la Oficina de Protección Ambiental de China permitió “maquillajes” en los Estudios de Impacto Ambiental.
Estos problemas conllevan a que, en el presente, en China la cuestión ambiental sea uno de los problemas más significativos. Pero ¿Qué hay de los impactos ambientales ocasionados por empresas chinas en el extranjero?
Inversiones en el extranjero y medio ambiente
En lo que respecta a las inversiones en el extranjero, y la participación de sus empresas en obras de gran envergadura en otros países, China también ha adoptado con el paso del tiempo medidas de mitigación de impactos ambientales.
Un ejemplo de esto es el White Paper on Green Finance, elaborado por el Exim Bank de China en 2016. Este documento tiene como objetivo establecer parámetros ambientales para el otorgamiento de préstamos, así como para el financiamiento de obras en el extranjero.
El tenor del documento, desde el inicio, da cuenta de que China ha comprendido que para culminar su posicionamiento como economía global dominante, también debe ocuparse del tema ambiental. Pero siempre, enfatizando en la continuidad del desarrollo: “proteger el medio ambiente es proteger la productividad y mejorar el ambiente ecológico es impulsar la productividad” (Exim Bank, 2016: 3).
En este sentido, el documento señala el rol fundamental del sistema financiero para impulsar, dirigir y monitorear las políticas ambientales. De esta manera, el objetivo del documento es señalar el compromiso del Exim Bank de impulsar financiamientos “verdes”, tanto en China como en el resto del mundo.
Foto: The Business Times
Siguiendo con el documento, desde 2007 el Exim Bank de China fue el primer banco chino en establecer requisitos ambientales para el otorgamiento de créditos. En este marco, el banco establecería lineamientos específicos para cada tipo de industria, a la hora de otorgar financiamientos.
Por otra parte, el documento señala cuatro condiciones negativas a la hora de evaluar el otorgamiento de créditos:
No se otorgan créditos a proyectos que no tengan evaluaciones de impactos ambientales, así como estudios de uso de energía y tierra;
No se otorgan créditos a proyectos que no se subordinen a las políticas gubernamentales y del propio banco en materia ambiental;
No se otorgan créditos a proyectos que hayan sido calificados para ser eliminados por el gobierno;
No se otorgan prestamos de capitales de trabajo que violen las reglamentaciones de las normativas ambientales vigentes (Exim Bank, 2016: 21).
Además, en los casos en que se otorgan créditos a países extranjeros, la evaluación para los mismos debería acomodarse también a los estándares de los países anfitriones. Y, en caso de que las normativas y procedimientos en materia ambiental de los países anfitriones sean insuficientes, “el Banco revisará los proyectos relevantes con referencia a los estándares chinos o las normas internacionales” (Exim Bank, 2016: 22).
Además, el documento señala que el banco debe aplicar procesos de seguimiento posterior al otorgamiento de los créditos. A saber:
Para los proyectos de construcción que aún se encuentran dentro del período de construcción, el foco de la inspección se centra en el impacto ambiental y social real causado por la construcción del proyecto junto con la implementación del resultado de las medidas tomadas para controlar y eliminar dicho impacto.
Para los proyectos finalizados, la atención se centra en si los prestatarios o los propietarios del proyecto han obtenido documentos de aceptación de la protección del medio ambiente al finalizar el proyecto.
Para los proyectos que aún están en desarrollo, se presta atención de forma persistente a los perfiles de riesgo ambiental y social.
Para los prestatarios que no cumplen con los estándares de consumo de energía y protección ambiental, o que violan las regulaciones gubernamentales relevantes, se establece un mecanismo de salida de crédito por el riesgo de protección ambiental. (Exim Bank, 2016: 23).
Estas políticas, que son conocidas como “salvaguardas”, llevadas a cabo por la mayoría de las entidades financieras internacionales en la actualidad, no siempre conllevan a un cumplimiento riguroso. De hecho, como señalan Francisco Rivasplata y otros en un reporte sobre salvaguardas:
“El desarrollo de políticas de salvaguardas ha sido en muchos casos un instrumento de propaganda para mejorar la imagen pública de los bancos sin mostrar en muchos casos resultados de un efectivo compromiso por un adecuado desempeño social y ambiental de sus intervenciones» (Rivasplata et al., 2014: 32).
Ejecuciones en Bolivia e impactos sobre el medio ambiente
A pesar de todos estos señalamientos, las obras que ejecutan las empresas chinas en Bolivia, algunas que son financiadas por créditos del EXIM BANK, han tenido problemas con respecto a impactos sobre el medio ambiente.
Ahora bien, es importante distinguir las denuncias contra las empresas chinas propiamente dichas, de las denuncias hacia ciudadanos chinos particulares. No se pueden confundir ambas porque caeríamos en una lectura sesgada y conservadora.
Las denuncias de impactos sobre el medio ambiente de las empresas son las que nos interesan en este caso, pues nos permiten dar cuenta de un problema estructural que caracteriza al mundo corporativo: la manifestación de intenciones de cuidado del medio ambiente se queda, generalmente, como intenciones.
Por otra parte, los problemas ambientales en la construcción de mega-obras como las carreteras conllevan, inevitablemente a daños en el medio ambiente, por lo tanto, tampoco se trata de señalar que es un aspecto que caracteriza únicamente a las empresas chinas. Se trata, en todo caso de dar cuenta de otro de los aspectos negativos de las relaciones desiguales en las que Bolivia se inserta hasta el presente.
Entre las denuncias más mediatizadas de impactos de empresas chinas sobre el medio ambiente destacan:
En octubre de 2016, la revista Datos Bolivia, publicó una nota sobre denuncias contra Sinopec, en el proyecto carretero doble vía Puente Yapacaní-Puente Ichilo, donde la empresa habría estado enterrando “desechos tóxicos como aceite, llantas y otros residuos de la construcción de carreteras ” en las cercanías del río[3].
En enero de 2017, surge otra denuncia, esta vez contra la empresa Sinohydro, a cargo del proyecto carretero Santa Cruz – Cochabamba, por la tala ilegal de 6,8 hectáreas de bosque en las riberas del río Surutú. La propia Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierras (ABT) anunció el mismo mes, el inicio de acciones legales contra la empresa[4].
En 2018, la empresa China Railway, encargada de la construcción de la carretera Rurrenabaque – Riberalta, fue denunciada por el exterminio de fauna silvestre. Cabe aclarar que estas acusaciones no tenían que ver tanto con daños provocados por las obras, sino por agravios de algunos funcionarios de la empresa, el problema es que los mismos tuvieron lugar durante la ejecución de las obras.
Otro caso que llamó la atención fue la contratación de las empresas chinas Sinopec y BGP, para realizar exploración sísmica en la cuenca del Madre de Dios, en el departamento del Beni. “La exploración sísmica se basa en realizar explosiones que generan ondas de sonido, para mediante ellas detectar los posibles lugares donde existen bolsones de gas, petróleo u otros combustibles fósiles” (Oblitas, 2016). En este sentido, las exploraciones habrían consistido en la realización de 61.835 detonaciones de dinamita en la región amazónica.
Estas son las denuncias que más inquietud causaron entre la opinión pública. Tanto el proyecto carretero Santa Cruz – Cochabamba, como la carretera Rurrenabaque – Riberalta, son obras financiadas por China. La primera por el Gobierno Popular de China, la segunda por el China Exim Bank. Sin embargo, no se conoce de intervenciones o amonestaciones por parte de las entidades financiadoras, como parte de sus políticas de salvaguarda.
A estas denuncias se deben sumar los potenciales impactos que causarán obras de gran envergadura que todavía no se han realizado, pero que se prevé que sean financiadas por China y/o cuenten con la participación de empresas chinas. Por ejemplo, uno de los proyectos que se prevé realizar y que causará importantes daños sobre el medio ambiente es la mega-hidroeléctrica de Rositas.
Según un análisis realizado por Marielle Cauthin (2018), para Fundación Solón, este mega-proyecto afectará a tres áreas protegidas: Área de Manejo Integrado Serranía del Iñao; Área de Manejo Integrado Río Grande – Valles Cruceños; y el área protegida municipal Parabanó.
De acuerdo con el análisis, los daños que causaría el mega proyecto en términos de impactos sobre la fauna y la flora serían cuantiosos. La represa afectaría el hábitat de más de 1000 especies de la fauna de la región, algunas en peligro de extinción, así como más de 2500 especies de la flora, muchas de éstas endémicas.
Además de estos daños deben incluirse los impactos sociales: se prevé que el área de influencia directa de la represa será de 45.251 ha, y el área de inundación será de 44.900 ha, afectando a 13 comunidades campesinas guaraníes.
Pese a todas estas problemáticas, no se puede afirmar que exista una verdadera vocación por parte de las empresas y las entidades financieras chinas por evitar los impactos ambientales, lo cual significaría en muchos casos revisar enteramente proyectos como el de Rositas. En cambio, prevalece la lógica corporativa de financiar obras de gran envergadura que permitan generar grandes beneficios.
Esto implica que las obras que ejecutan deberían ceñirse a los estándares ambientales y las políticas de salvaguarda de las entidades financieras y del propio Estado. Sin embargo, a pesar de las denuncias realizadas por ONG e instituciones ambientalistas, no existen casos publicitados de sanciones a las empresas o de un seguimiento serio de las obras.
De hecho, la potencial realización de mega proyectos como Rositas, así como las denuncias de impactos ambientales existentes, son un indicador fundamental de la relación desigual entre China y Bolivia. Los casos de la represa de Rositas, por ejemplo, o de la exploración sísmica en la cuenca del Madre de Dios, dan cuenta de que para Bolivia es imperativo ingresar en la carrera de exportación de energía, mientras que para las empresas chinas el objetivo principal son los beneficios por la ejecución de las obras, más allá de los impactos que éstas puedan generar.
En suma, el caso de China y los impactos ambientales que ocasiona tanto en su propio territorio como en otros lugares donde lleva a cabo inversiones y/o ejecuta obras a través de sus empresas, muestra otro aspecto característico de la economía global contemporánea: una total indiferencia con el medio ambiente, que es disimulada con la promoción de políticas ambientales y una preocupación impostora.
China no es la única potencia en causar importantes impactos sobre el medio ambiente, en su búsqueda por un mayor crecimiento de su economía. Pero es una de las potencias que mayor impacto genera. Y, paradójicamente, es uno de los aliados preferidos del gobierno boliviano a la hora de llevar a cabo obras de gran envergadura.
Rivasplata, Francisco, Jorge Zanafria, Martha Torres Marcos-Ibáñez, Silvia Molina y Vanessa Torres Rico (2014) Altas y bajas en las salvaguardas ¿Cómo actúan BNDES, China ExIm Bank, CAF y BID?, Lima: Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR) de Perú.
[2] De hecho, este no es un tema menor considerando que en el presente las lecturas de tipo malthusiano adquieren popularidad. No obstante, es necesario señalar que los hechos demuestran que este tipo de lecturas que se centran en criticar el crecimiento de la población, en lugar de demostrar que es el modelo económico y el sistema de desigualdad sobre el que se sostiene, como la causa de la debacle ambiental, son erradas e incluso absurdas.
Observatorio de Inversiones Latinoamericanas, 18 de junio de 2018
El segundo aspecto que caracteriza la participación problemática de las empresas chinas en Bolivia tiene que ver con las denuncias de impactos sobre el medio ambiente. Aunque este es un aspecto mucho más problemático de analizar, puesto que todas las actividades humanas en la economía global contemporánea afectan de alguna manera al medio ambiente.
Por lo tanto, en este caso, tampoco se trata de identificar a China como la potencia que afecta al medio ambiente. Al igual que con la cuestión de los conflictos laborales, las afectaciones sobre el medio ambiente son una característica estructural del capitalismo. En este caso nuestro principal objetivo es mostrar un aspecto problemático de la relación que se emplaza entre Bolivia y China
El desarrollo económico chino y su impacto sobre el medio ambiente
De la misma manera que con la puesta en práctica de una superexplotación laboral, el desarrollo exponencial de la base productiva industrial de China también supuso el desarrollo de una economía de alto impacto sobre su medio ambiente. Las principales zonas afectadas han sido, lógicamente, las grandes urbes de las zonas económicas especiales. Sin embargo, los impactos hoy se extienden a todo su territorio.
Una de las consecuencias más perniciosas y visibles de este modelo de crecimiento exponencial acelerado es la polución del aire. En 2013 este país fue noticia mundial por la aparición de una nube de polución con partículas altamente tóxicas. La nube llegó a afectar a doce provincias del país[1], además de países vecinos como la India.
Desde entonces, cada año tiene lugar una situación similar, en que el gobierno debe tomar medidas debido a que el número de partículas toxicas se eleva por encima de cualquier límite racional. Según un reporte elaborado por Bloomberg en marzo de 2018, desde 2005 China se convirtió en el primer emisor de gases de efecto invernadero del mundo (Kearns, Dormido y McDonald, 2018).
En 2015, una investigación de la Universidad de Berkeley estableció que la contaminación del aire en China fue responsable de 1,6 millones de muertes por año en el país asiático (Kearns et al., 2018). Las emisiones se concentran sobre todo en las áreas industriales y donde se realizan las actividades extractivas (carbón, por ejemplo, que durante varios años fue la principal matriz energética).
Foto: Lintao Zhang
Esta situación planteó nuevamente la necesidad a la élite política de debatir la cuestión medio ambiental. Decimos nuevamente, porque la cuestión ambiental ya fue discutida por el Estado Chino varios años antes, en 1994, cuando el Consejo de Estado elaboró el White Paper: China’s Population and Development in the 21st Century.
En este documento se discuten los objetivos de China con cara al siglo XXI, en lo que respecta a la cuestión ambiental y de desarrollo humano. Lo curioso de este documento tiene que ver con su aproximación malthusiana a las problemáticas que el Estado ya observaba en el desarrollo económico del país.
Según el documento, para asegurar un desarrollo sostenible de la economía, un uso racional de los recursos y una reducción de la pobreza, había que implementar políticas de control de natalidad. Los hechos, no obstante, demuestran que esta aproximación estaba errada[2]. El verdadero problema reside en el modelo económico por el que China optó para lograr el desarrollo exponencial de su base productiva.
En los siguientes años, el Estado chino asumió la necesidad de enfocar sus políticas ambientales en el sector económico. Para la primera década del siglo XXI, los desafíos ambientales de China ya eran superiores a cualquier otro país industrializado. En este marco, el Estado Chino comenzó a mejorar su legislación ambiental. De hecho, como señala Alex Wang (2007), en el presente se considera que la legislación ambiental de China es relativamente completa, el principal desafío no obstante se halla en su aplicación.
A pesar de los avances legislativos en esta materia, son bastante recurrentes los casos en que la población realiza denuncias por contaminación de las industrias, pero los jueces locales se rehúsan a limitar las acciones de las empresas, para no perjudicar el desarrollo económico nacional.
Por otra parte, si bien la implementación de este tipo de legislación en todo el mundo ha sido siempre problemática y ha tomado tiempo, otro problema estructural que acucia al caso chino tiene que ver con la corrupción. Por ejemplo, en muchas obras o proyectos de desarrollo industrial la Oficina de Protección Ambiental de China permitió “maquillajes” en los Estudios de Impacto Ambiental.
Estos problemas conllevan a que, en el presente, en China la cuestión ambiental sea uno de los problemas más significativos. Pero ¿Qué hay de los impactos ambientales ocasionados por empresas chinas en el extranjero?
Inversiones en el extranjero y medio ambiente
En lo que respecta a las inversiones en el extranjero, y la participación de sus empresas en obras de gran envergadura en otros países, China también ha adoptado con el paso del tiempo medidas de mitigación de impactos ambientales.
Un ejemplo de esto es el White Paper on Green Finance, elaborado por el Exim Bank de China en 2016. Este documento tiene como objetivo establecer parámetros ambientales para el otorgamiento de préstamos, así como para el financiamiento de obras en el extranjero.
El tenor del documento, desde el inicio, da cuenta de que China ha comprendido que para culminar su posicionamiento como economía global dominante, también debe ocuparse del tema ambiental. Pero siempre, enfatizando en la continuidad del desarrollo: “proteger el medio ambiente es proteger la productividad y mejorar el ambiente ecológico es impulsar la productividad” (Exim Bank, 2016: 3).
En este sentido, el documento señala el rol fundamental del sistema financiero para impulsar, dirigir y monitorear las políticas ambientales. De esta manera, el objetivo del documento es señalar el compromiso del Exim Bank de impulsar financiamientos “verdes”, tanto en China como en el resto del mundo.
Foto: The Business Times
Siguiendo con el documento, desde 2007 el Exim Bank de China fue el primer banco chino en establecer requisitos ambientales para el otorgamiento de créditos. En este marco, el banco establecería lineamientos específicos para cada tipo de industria, a la hora de otorgar financiamientos.
Por otra parte, el documento señala cuatro condiciones negativas a la hora de evaluar el otorgamiento de créditos:
Además, en los casos en que se otorgan créditos a países extranjeros, la evaluación para los mismos debería acomodarse también a los estándares de los países anfitriones. Y, en caso de que las normativas y procedimientos en materia ambiental de los países anfitriones sean insuficientes, “el Banco revisará los proyectos relevantes con referencia a los estándares chinos o las normas internacionales” (Exim Bank, 2016: 22).
Además, el documento señala que el banco debe aplicar procesos de seguimiento posterior al otorgamiento de los créditos. A saber:
Estas políticas, que son conocidas como “salvaguardas”, llevadas a cabo por la mayoría de las entidades financieras internacionales en la actualidad, no siempre conllevan a un cumplimiento riguroso. De hecho, como señalan Francisco Rivasplata y otros en un reporte sobre salvaguardas:
“El desarrollo de políticas de salvaguardas ha sido en muchos casos un instrumento de propaganda para mejorar la imagen pública de los bancos sin mostrar en muchos casos resultados de un efectivo compromiso por un adecuado desempeño social y ambiental de sus intervenciones» (Rivasplata et al., 2014: 32).
Ejecuciones en Bolivia e impactos sobre el medio ambiente
A pesar de todos estos señalamientos, las obras que ejecutan las empresas chinas en Bolivia, algunas que son financiadas por créditos del EXIM BANK, han tenido problemas con respecto a impactos sobre el medio ambiente.
Ahora bien, es importante distinguir las denuncias contra las empresas chinas propiamente dichas, de las denuncias hacia ciudadanos chinos particulares. No se pueden confundir ambas porque caeríamos en una lectura sesgada y conservadora.
Las denuncias de impactos sobre el medio ambiente de las empresas son las que nos interesan en este caso, pues nos permiten dar cuenta de un problema estructural que caracteriza al mundo corporativo: la manifestación de intenciones de cuidado del medio ambiente se queda, generalmente, como intenciones.
Por otra parte, los problemas ambientales en la construcción de mega-obras como las carreteras conllevan, inevitablemente a daños en el medio ambiente, por lo tanto, tampoco se trata de señalar que es un aspecto que caracteriza únicamente a las empresas chinas. Se trata, en todo caso de dar cuenta de otro de los aspectos negativos de las relaciones desiguales en las que Bolivia se inserta hasta el presente.
Entre las denuncias más mediatizadas de impactos de empresas chinas sobre el medio ambiente destacan:
Estas son las denuncias que más inquietud causaron entre la opinión pública. Tanto el proyecto carretero Santa Cruz – Cochabamba, como la carretera Rurrenabaque – Riberalta, son obras financiadas por China. La primera por el Gobierno Popular de China, la segunda por el China Exim Bank. Sin embargo, no se conoce de intervenciones o amonestaciones por parte de las entidades financiadoras, como parte de sus políticas de salvaguarda.
A estas denuncias se deben sumar los potenciales impactos que causarán obras de gran envergadura que todavía no se han realizado, pero que se prevé que sean financiadas por China y/o cuenten con la participación de empresas chinas. Por ejemplo, uno de los proyectos que se prevé realizar y que causará importantes daños sobre el medio ambiente es la mega-hidroeléctrica de Rositas.
Según un análisis realizado por Marielle Cauthin (2018), para Fundación Solón, este mega-proyecto afectará a tres áreas protegidas: Área de Manejo Integrado Serranía del Iñao; Área de Manejo Integrado Río Grande – Valles Cruceños; y el área protegida municipal Parabanó.
De acuerdo con el análisis, los daños que causaría el mega proyecto en términos de impactos sobre la fauna y la flora serían cuantiosos. La represa afectaría el hábitat de más de 1000 especies de la fauna de la región, algunas en peligro de extinción, así como más de 2500 especies de la flora, muchas de éstas endémicas.
Además de estos daños deben incluirse los impactos sociales: se prevé que el área de influencia directa de la represa será de 45.251 ha, y el área de inundación será de 44.900 ha, afectando a 13 comunidades campesinas guaraníes.
Pese a todas estas problemáticas, no se puede afirmar que exista una verdadera vocación por parte de las empresas y las entidades financieras chinas por evitar los impactos ambientales, lo cual significaría en muchos casos revisar enteramente proyectos como el de Rositas. En cambio, prevalece la lógica corporativa de financiar obras de gran envergadura que permitan generar grandes beneficios.
Foto: Río Madre de Dios. Michael Goulding
Por otra parte, un tema sobre el que hemos llamado la atención en otra nota, pero que es más importante en este punto es que la mayoría de los proyectos que ejecutan las empresas chinas en Bolivia no son financiados por China, sino por el propio Estado boliviano y por créditos otorgados por otras entidades financieras.
Esto implica que las obras que ejecutan deberían ceñirse a los estándares ambientales y las políticas de salvaguarda de las entidades financieras y del propio Estado. Sin embargo, a pesar de las denuncias realizadas por ONG e instituciones ambientalistas, no existen casos publicitados de sanciones a las empresas o de un seguimiento serio de las obras.
De hecho, la potencial realización de mega proyectos como Rositas, así como las denuncias de impactos ambientales existentes, son un indicador fundamental de la relación desigual entre China y Bolivia. Los casos de la represa de Rositas, por ejemplo, o de la exploración sísmica en la cuenca del Madre de Dios, dan cuenta de que para Bolivia es imperativo ingresar en la carrera de exportación de energía, mientras que para las empresas chinas el objetivo principal son los beneficios por la ejecución de las obras, más allá de los impactos que éstas puedan generar.
En suma, el caso de China y los impactos ambientales que ocasiona tanto en su propio territorio como en otros lugares donde lleva a cabo inversiones y/o ejecuta obras a través de sus empresas, muestra otro aspecto característico de la economía global contemporánea: una total indiferencia con el medio ambiente, que es disimulada con la promoción de políticas ambientales y una preocupación impostora.
China no es la única potencia en causar importantes impactos sobre el medio ambiente, en su búsqueda por un mayor crecimiento de su economía. Pero es una de las potencias que mayor impacto genera. Y, paradójicamente, es uno de los aliados preferidos del gobierno boliviano a la hora de llevar a cabo obras de gran envergadura.
Referencias
Cauthin, Marielle (2018) “Las áreas (des)protegidas de Rositas” En: Fundación Solón, disponible en: https://fundacionsolon.org/2018/03/29/las-areas-desprotegidas-de-rositas/
China Exim Bank (2016) White Paper on Green Finance, Disponible en: http://cms.eximbank.gov.cn/upload/accessory/20172/20172201624516937087.pdf
Kearns, Jeff, Hannah Dormido y Alyssa McDonald (2018) “China’s War on Pollution Will Change the World” En: Bloomberg, disponible en: https://www.bloomberg.com/graphics/2018-china-pollution/
Rivasplata, Francisco, Jorge Zanafria, Martha Torres Marcos-Ibáñez, Silvia Molina y Vanessa Torres Rico (2014) Altas y bajas en las salvaguardas ¿Cómo actúan BNDES, China ExIm Bank, CAF y BID?, Lima: Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR) de Perú.
Wang, Alex (2007) “Environmental protection in China: the role of law” en: China Dialogue, disponible en: https://www.chinadialogue.net/article/show/single/en/745-Environmental-protection-in-China-the-role-of-law
[1] Ver reportaje en: http://www.abc.es/ciencia/20130115/abci-nasa-fotografia-nube-contaminacion-201301151622.html
[2] De hecho, este no es un tema menor considerando que en el presente las lecturas de tipo malthusiano adquieren popularidad. No obstante, es necesario señalar que los hechos demuestran que este tipo de lecturas que se centran en criticar el crecimiento de la población, en lugar de demostrar que es el modelo económico y el sistema de desigualdad sobre el que se sostiene, como la causa de la debacle ambiental, son erradas e incluso absurdas.
[3] Ver nota en: http://www.datos-bo.com/Bolivia/Sociedad/Denuncian-a-empresa-china-por-dao-ambiental La misma noticia fue publicada por Página Siete, entre otros medios de comunicación: http://www.paginasiete.bo/nacional/2016/10/4/denuncian-china-sinopec-contaminar-ichilo-112176.html
[4] Ver nota en: http://www.paginasiete.bo/economia/2017/1/5/anuncia-proceso-empresa-china-sinohydro-122678.html
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