Por Pablo Solón
La familia y la Fundación Solón invitan a todas las personas que conocieron en vida a José Carlos Trujillo Oroza a compartir sus recuerdos, memorias y anécdotas para reproducirlos en nuestro sitio web y en un video, a 50 años de su detención y desaparición forzada durante la dictadura de Bánzer.
El 2 de febrero de 1972 nuestra madre, Gladys Oroza de Solón Romero, llevó el almuerzo a su hijo a la prisión de El Pari en Santa Cruz. Ella se sentó en un rinconcito desde donde podía ver la puerta entreabierta de su celda. El Jó le hizo unas señas sobre un mantel de rosas rojas. Ella no pudo comprender el mensaje pues le preocupaba la chompa gruesa que tenía puesta en una mañana tan calurosa. Ese fue el día que lo vio por última vez.
La mamá lo buscó por 40 años y aunque logró que la Corte Interamericana de Derechos Humanos sancionará al Estado boliviano y a la dictadura de Bánzer por su tortura y desaparición, nunca pudo saber lo que pasó con el Jó y con otros dos detenidos de la prisión de El Pari que desaparecieron ese mismo día.
La mamá al final de sus días nos decía que la búsqueda de la verdad y la justicia: “No es tarea de un día y lamentablemente ni siquiera de una vida humana”. Para ella, la lucha contra la impunidad es uno de los desafíos más difíciles de la humanidad porque hace a la propia existencia de la humanidad. La mamá siempre recordaba la frase de nuestro padre: “Una humanidad que no se practica no es humanidad”.
Las y los detenidas/os desaparecidas/os son seres que viven entre nosotros y que se alimentan de nuestra memoria. Nunca debemos dejar de buscarles, no tanto por sus restos óseos, sino por nosotros mismos. Sólo quién no olvida puede encontrar justicia.
Este año queremos dedicar nuestro esfuerzo a recordar la vida del Jó, su sonrisa, su mirada y su coraje. En nuestro sitio web iremos publicando textos sobre su vida, su búsqueda y la coyuntura de ese entonces. Daremos a conocer algunos testimonios que hemos recogido a lo largo de medio siglo, y continuaremos alimentando su memoria con los recuerdos de quienes lo conocieron y compartieron sus aventuras y desventuras.
Probablemente nunca se encuentren los restos óseos del Jó. Quizás nunca se conozca toda la verdad de lo que hicieron con él. Sin embargo, todos estos años… y los que vendrán bien valen la pena, pues la búsqueda incansable de la verdad y la justicia nos ha permitido encontrar los verdaderos restos del Jó. No el polvo en el que todos nos convertimos, sino la semilla que dejamos.
Gracias por ayudar a mantener en la memoria aquellos hechos sanguinarios que dejaron sufrimiento y dolor….es imprescindible que todas las generaciones venideras conozcan ,reflexionen y continuen luchando por defender la VERDADERA DEMOCRACIA, LOS DDHH, LIBERTAD, JUSTICIA E IGUALDAD SOCIAL…PARA PODER VIVIR EN UN MUNDO DE PAZ Y AMOR…
¡Por Dios! Es una historia de abuso, crueldad e injusticia, sucedida en nuestro país; ningún hogar del mundo merece vivir arrastrando ese lacerante duelo, interminable por el desconocimiento del destino de un ser querido. Seguramente cada familiar se debate entre el dolor por años.
No permitamos nunca más semejantes crímenes de lesa humanidad.