Hace más de una década empezó el proceso de industrialización del litio en el salar de Uyuni. La fórmula para industrializar el litio en Bolivia tiene sus raíces en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) Bolivia Digna, Soberana, Productiva y Democrática para Vivir Bien (PND, 2006-2011) que marcó los lineamientos estratégicos del primer plan quinquenal del gobierno de Evo Morales. Este documento plantea romper con el pasado colonial y neoliberal a través de:
una nueva concepción del desarrollo de políticas y estrategias económicas, que establecerán un nuevo patrón de desarrollo; un nuevo enfoque social y comunitario; una nueva matriz productiva y la inserción internacional, promoviendo la participación efectiva de las organizaciones sociales, comunitarias, ciudadanas y productivas, para erradicar la pobreza y la exclusión social.
En el pilar de “Bolivia Productiva”, dicho plan afirmaba que Bolivia “está orientada hacia la transformación, el cambio integrado y diversificación de la matriz productiva, logrando el desarrollo de los Complejos Productivos Integrales y generando excedentes, ingreso y empleo con la finalidad de cambiar el patrón primario exportador excluyente” y añade que “el desarrollo entorno al Vivir Bien se fundamenta en la capacidad de recuperar el vínculo con la naturaleza y la memoria social”.
Este nuevo patrón de desarrollo orientado a cambiar el patrón primario exportador, tenía un enfoque social y comunitario y buscaba recuperar el vínculo con la naturaleza:
el Estado sea protagonista del desarrollo mediante la creación o refundación de empresas estatales que promuevan el desarrollo de estos sectores, maximice el excedente económico, su apropiación, uso y distribución a través de la reinversión además de inversiones y transferencias a otros sectores que componen la matriz productiva y la matriz sociocomunitaria, optimizando su uso para diversificar la economía y mejorar el bienestar social en un contexto de equilibrio con el medio ambiente.
El plan no proponía que todo lo hiciera el Estado boliviano, sino renegociar las relaciones con las empresas extranjeras:
Los generadores de excedente son de alta rentabilidad y por lo tanto son atractivos para el capital extranjero. En este sentido, se propone una política de tratamiento a la inversión extranjera que otorgue seguridad jurídica y reglas claras sobre su aporte al Estado y a la sociedad. […] el país necesita alianzas estratégicas con el sector privado nacional e internacional y con otras naciones a objeto de establecer criterios de desempeño para generar circuitos virtuosos entre el Estado y las empresas transnacionales.
En síntesis, la idea era “desmontar el colonialismo con la industrialización” para aumentar “el valor agregado de la producción y la exportación” a través del “control y propiedad (estatal) del uso del excedente económico”, e “inducir” “el cambio del patrón primario exportador”, “redistribuir los excedentes” generando empleo y bienestar social, y promoviendo el “equilibrio entre la necesidad de desarrollo y la conservación del medio ambiente”. Todo ello a través del fortalecimiento del “rol del Estado en la prevención, preservación, mitigación y remediación, en el control de la calidad ambiental y en la protección de los recursos naturales, sobre la base de una amplia participación social”. En relación a este último aspecto, el Plan afirmaba en una nota al pie de página que:
El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (aprobado en 1989 y ratificado mediante la Ley de la República N° 1257 en 1991), establece la consulta obligatoria, previa, oportuna y de buena fe a los pueblos indígenas y originarios y comunidades campesinas (PIO’s y CC) respecto a medidas susceptibles de afectarles directamente (prospección o explotación de los recursos existentes en sus tierras).
Asimismo, en el cuerpo del texto, se hacía mención a la consulta como parte del proceso de obtención de la licencia ambiental y señalaba que “la consulta, llevada a cabo de manera apropiada, es un elemento importante para que pueda existir la aceptación o consentimiento de la comunidad para la realización de un proyecto minero metalúrgico en sus regiones”
El Plan Nacional de Desarrollo 2006-2011 planteaba un “crecimiento económico” vinculado al Estado que promueva “la diversidad (cultural) y los derechos en el proceso productivo” en la modernidad. El Plan se proponía “desmontar el colonialismo” y creía que era posible “generar circuitos virtuosos entre el Estado y las empresas transnacionales”, en una suerte de renegociación de relaciones con la inversión extranjera que más tarde se etiquetó bajo el slogan “socios, no patrones.”
El Plan incluyó “los recursos evaporíticos del salar de Uyuni”, de los cuales el litio forma parte como uno de los cuatro programas del sector minero que, junto a hidrocarburos, electricidad y recursos ambientales, fue catalogado como “sector estratégico generador de excedentes” a diferencia de los “sectores generadores de ingresos y empleos” compuestos por “los sectores Agropecuario, Transformación Industria Manufacturera y Artesanal, Turismo y Vivienda”.
De forma esquemática, podemos decir que el PND 2006 y 2011 plantea la siguiente fórmula para salir del pasado extractivista colonial y republicano:
1. Soberanía, nacionalización y control sobre los recursos naturales del país;
2. Recuperación, fortalecimiento y/o creación de empresas estatales que gestionen y decidan sobre dichos recursos;
3. Procesos de industrialización en el país para generar valor agregado e incrementar los excedentes;
4. Negociar relaciones virtuosas con las empresas transnacionales manteniendo siempre una participación mayoritaria en cualquier sociedad mixta;
5. Amplia participación social y consulta;
6. Protección, preservación y armonía con la naturaleza;
7. Procesos de redistribución de estos recursos para los sectores generadores de ingresos, empleos y el pago de bonos de carácter social
En síntesis, la fórmula para no repetir el pasado era:

A continuación, veremos los diferentes grados de aplicación de cada uno de estos elementos de la fórmula y empezaremos por referirnos al tema de la abundancia del litio que, en el caso particular del Salar de Uyuni, es una suerte de precondición para la aplicación de la mencionada fórmula.
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