Energía

Disrupción de la energía solar en Bolivia

La edad de piedra no terminó por falta de piedras sino por la emergencia de la metalurgia del cobre y el bronce. Cada cierto tiempo se produce una innovación tecnológica que produce una ruptura radical con el pasado. Ese fue el caso de la telefonía celular que desplazó a los teléfonos fijos y de las computadoras que convirtieron en reliquias a las máquinas de escribir.

A estas tecnologías se las denomina disruptivas porque trastornan bruscamente el escenario imperante. Hoy la conjunción de: a) la expansión de la energía solar fotovoltaica, b) el desarrollo de la generación distribuida de electricidad a partir de pequeñas fuentes de energía solar, c) el crecimiento del almacenamiento de electricidad en baterías, y d) el incremento de autos eléctricos está provocando una disrupción solar.

La expansión de la energía solar

La energía solar fotovoltaica ha sufrido un crecimiento exponencial en la última década. De 16 Gigavatios (GW) de potencia solar fotovoltaica instalada en el mundo el  año 2008 hemos llegado a cerca de 230 GW en el 2015. Las previsiones afirman que la potencia instalada a nivel mundial de energía fotovoltaica puede alcanzar los 540 GW para el 2019. En América Latina y el Caribe, la energía fotovoltaica tenía el año 2015 sólo una potencia instalada de 2,2 GW comparada con 172 GW de las hidroeléctricas, sin embargo, mostraba el índice de crecimiento más acelerado. En términos relativos, la energía solar fotovoltaica creció el 2015 un 166% mientras las hidroeléctricas lo hicieron en un 3%.

La razón de este crecimiento exponencial  está en la caída de los costos de la energía solar fotovoltaica. Las células solares de silicio cristalino han descendido desde 76,67 USD por vatio en 1977 hasta aproximadamente 0,36 USD por vatio en 2014. Los precios de los módulos solares están descendiendo un 20% cada vez que se duplica la capacidad de la industria fotovoltaica. Según la Agencia Internacional de Energía Renovable, el costo de las instalaciones solares de escala (incluyendo paneles solares, inversores, montaje e instalación) ya están por debajo de los 2.000 dólares por kW de potencia instalada (menos de 2 millones USD/MW), y para el 2025 estarán por debajo de 1.000 dólares por kW (menos de 1 millón USD/MW). Cada mes salen nuevos reportes con costos de energía solar aún mas bajos.

En varios países, ya se está alcanzando la paridad de red que se logra cuando los costos de producción fotovoltaica son iguales o menores a los precios de la electricidad que paga el consumidor final.

Los proyectos de energía solar fotovoltaica a escala más competitivos han empezado a distribuir regularmente la electricidad por sólo 8 centavos de dólar por kWh sin apoyo financiero, en comparación con un rango de 4 a 14 centavos de dólar de las centrales eléctricas a combustibles fósiles.

Actualmente la electricidad producida en instalaciones solares conectadas a la red tiene un costo de 0,05 a 0,10 USD/kWh en Europa, China, India, Sudáfrica y Estados Unidos.

En 2015, se alcanzaron nuevos mínimos en proyectos en Emiratos Árabes Unidos (0,0584 USD/kWh), Perú (0,048 USD/kWh) y México (0,048 USD/kWh). En mayo del 2016, una subasta solar en Dubái atrajo precios tan bajos como 0,03 USD/kWh.

Generación distribuida por consumidores

Pero además de la disminución de los costos de inversión y los precios de venta, la energía solar fotovoltaica está produciendo una  revolución en la forma de generar electricidad. En el año 2010, más del 80% de los 9.000 MW de energía fotovoltaica que tenía Alemania en funcionamiento estaba instalado sobre tejados. Los consumidores de electricidad están pasando a ser productores de energía eléctrica a través de pequeños sistemas fotovoltaicos. Los costos de estos pequeños sistemas han caído en Alemania de 7.200 USD por kW en el 2008 a 2.200 USD por kW en el 2014.

Esta generación a través de pequeños sistemas de electricidad fotovoltaica no es sólo para el autoconsumo, sino para vender a la red. Esto se conoce como balance neto: un esquema por el cual el pequeño productor residencial se conecta a la red y vende la energía fotovoltaica en las horas de mayor radiación solar para luego comprar electricidad durante la noche. A través del balance neto, la compañía eléctrica que proporciona electricidad durante las horas de oscuridad descuenta de la factura los excedentes de electricidad que compra del pequeño sistema fotovoltaico durante las horas de sol. En un principio, estos pequeños sistemas residenciales gozaban de incentivos, sin embargo, estos subsidios comienzan a ser reducidos o suprimidos por la disminución de los costos de los módulos fotovoltaicos.

La generación distribuida de electricidad a partir de pequeños productores locales de energía solar o eólica reducirá la dependencia de las compañías eléctricas, disminuirá significativamente la cantidad de energía que se pierde en la red eléctrica y hará innecesario el transporte de electricidad a lo largo de cientos o miles de kilómetros.

El almacenamiento de la electricidad

Por más de un siglo la electricidad ha sido un bien de consumo inmediato. Lo que se produce se debe consumir en el acto. Las baterías eran para artefactos pequeños, y el almacenaje en grandes cantidades de electricidad no estaba al alcance por razones económicas y tecnológicas. Esta realidad está cambiando. Cada vez más se puede almacenar electricidad en grandes cantidades para usarla en las horas de mayor demanda. Esto hará obsoletas las plantas de generación más costosas y contaminantes que entran en las horas pico, y abaratará el costo de la electricidad durante todo el día. El informe de Bloomberg New Energy Finance, “Las previsiones de almacenamiento de energía a nivel mundial, 2016-2024” estima que los costos de almacenamiento por kWh bajarán de un promedio de USD 400 en la actualidad a USD 200 en el 2020, llegando a USD 160 o menos en el 2025.

El incremento de autos eléctricos

El año 2015 se superó la barrera del millón de carros eléctricos hasta llegar a la cifra de 1,26 millones de autos vendidos a nivel mundial. Esta cifra es cien veces superior a los autos eléctricos que había en el 2010 y es el doble de los carros eléctricos que se tenía en el 2014. A diferencia de los motores a combustión interna que sólo tienen una eficiencia del 17% al 21%, los motores eléctricos tienen una eficiencia del 85% al 99%. En el 2015, ya habían 190.000 estaciones públicas de recarga para vehículos eléctricos en varios países del mundo. Muchas de estas estaciones son gratuitas y se autoabastecen con energía solar.

¿Será negocio la exportación de electricidad?

La propuesta de convertir a Bolivia en centro energético de Suramérica exportando electricidad a Sudamérica  va a contra mano de la tendencia a la generación y consumo local de electricidad que se irá imponiendo cada vez más en los próximos 15 años. Exportar electricidad no será el gran negocio del mañana porque cada país avanzará en sus propios proyectos nacionales y locales de generación de electricidad a base de energía solar y eólica. Instalar grandes líneas de transmisión para transportar electricidad por más de mil kilómetros será cada vez más un resabio del pasado. Esto no quiere decir que los cables de alta tensión desaparecerán de la noche a la mañana, seguirán existiendo así como lo hacen los cables de teléfono, pero ¿a quién se le ocurriría hoy instalar miles de kilómetros de cables telefónicos cuando existe ya la telefonía celular?

Pretender exportar electricidad en un mundo que avanza hacia la generación distribuida de electricidad es anacrónico y antieconómico. La incorporación de una tecnología solar y eólica cada vez más barata no encarecerá los precios de la electricidad sino todo lo contrario.  Los proyectos eléctricos a base de combustibles fósiles, energía nuclear o mega hidroeléctricas cada vez tendrán que competir  con unos costos de generación más bajos de estas tecnologías renovables. Muchos megaproyectos subsistirán porque sus altas inversiones ya fueron realizadas y en algunos casos amortizadas.

La tendencia es a que cada vez se hagan menos mega proyectos de generación hidroeléctrica, nuclear o en base a combustibles fósiles. Para el año 2030 casi todos los nuevos proyectos de generación eléctrica que se emprendan en el mundo serán a base de energía solar o eólica.

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