En las últimas semanas, el megaproyecto hidroeléctrico de Rositas ha llamado la atención de la opinión pública, sobre todo a raíz de la movilización de las poblaciones que se verán afectadas por el mismo. En septiembre de 2016, se adjudicó el proyecto de 1.000 millones de dólares, financiado mediante un crédito chino, a la Asociación Accidental Rositas (AAR). Desde entonces, las poblaciones de las zonas afectadas se han movilizado para intentar detener el proyecto. El pasado 2 de abril, lograron que un tribunal de garantías admitiera su acción popular y ordenara la paralización del proyecto. Sin embargo, el 4 de abril, ante la presión de personeros de la Procuraduría General del Estado y de ENDE, el juez tuvo que dar marcha atrás en su decisión.
Además de todas estas contradicciones que caracterizan al megaproyecto, la otra cuestión que precisa ser aclarada es ¿qué empresas se adjudicaron este millonario proyecto? Por ello, en la presente nota exponemos cuáles son las empresas de esta asociación accidental dominada por capitales chinos, además indagamos sobre su historial de obras y la relación entre las mismas. Asimismo, no sólo aclaramos qué empresas componen la AAR, sino también, qué empresas se presentaron a las licitaciones, cuál es la relación entre todas estas entidades y, por último, qué nos dice todo este entramado de capitales chinos, sobre las relaciones Sino-Bolivia.
China: créditos onerosos y condiciones pragmáticas
Un aspecto sobre el que hemos llamado la atención, en los análisis que hemos venido realizando sobre las relaciones Sino-Bolivia, es la exigencia que China realiza a sus prestatarios de, ya sea contratar empresas chinas para la ejecución de los proyectos financiados, o de comprar equipos chinos. Este tipo de exigencias, al igual que la negociación de líneas de créditos casadas a contratos de exportación de materias primas (como es el caso de Venezuela y Ecuador), le sirven a China para paliar los riesgos de sus financiamientos a países que, de otra manera, carecerían de credibilidad crediticia.
Imagen: Acto de adjudicación del proyecto Rositas a la AAR
En varias oportunidades, el presidente boliviano Evo Morales celebró el hecho que los créditos chinos no tengan “condicionamiento político”. Pero lo cierto es que China es más pragmática a la hora de otorgar financiamientos, contemplando otros objetivos que favorezcan directamente a su desarrollo interno y su comercio. Lo que intentamos notar en nuestros análisis sobre las relaciones Sino-Bolivia es que China promueve un modelo de inversión donde ella siempre gana.
Si bien no cabe duda que todos los acreedores condicionan, en alguna medida, a sus prestatarios, el caso de China es especialmente particular por la relación tan estrecha y directa que existe entre las instituciones financieras -en este caso estatales- y las empresas chinas que se hacen de los proyectos financiados por los primeros. En última instancia, existe una complementación entre la política china de otorgamiento de créditos y las inversiones extranjeras directas de este país, con miras a fortalecer la expansión económica y comercial de la China en el mundo. Pero también se trata de un modelo pensado para que el dinero siempre se quede en China.
El caso de Rositas, como otros en Bolivia, es un buen ejemplo de esta relación de complementariedad de los objetivos económicos de china, y de cómo China se asegura de recuperar su financiamiento. Para este megaproyecto hidroeléctrico existen dos decretos del gobierno del MAS, que establecen condiciones favorables para los inversionistas chinos, dando cuenta del condicionamiento al que nos referimos antes. El Decreto Supremo 2574 del 3 de noviembre de 2015 y el Decreto Supremo 2646 del 6 de enero de 2016. Ambos decretos establecen condiciones preferentes para los inversionistas chinos:
¿Por qué decimos que se trata de un condicionamiento que favorece a China? A continuación, señalamos algunas relaciones y procesos que nos permiten señalar lo anterior:
Como es sabido, el megaproyecto hidroeléctrico de Rositas está financiado por un crédito chino de 1.000 millones de dólares, otorgado por el EXIM BANK CHINA. Y, al tratarse de un proyecto cuya ejecución está a cargo de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), siguiendo lo establecido en el DS 2574, debe contratar empresas con capitales chinos.
Una de las empresas que compone la AAR es la China Three Gorges Corporation (TGC), la empresa más importante de construcción de hidroeléctricas de China. El año 2017, la TGC y el EXIM BANK de China, consolidaron un acuerdo para que la empresa goce de condiciones preferenciales para proyectos en el extranjero. Ambas, la TGC y el EXIM BANK, son instituciones del Estado chino.
Para comprender mejor esta dinámica desigual, en la que China hace prevalecer sus intereses, tanto comerciales, como empresariales, repasamos cómo fue el proceso de contratación de la AAR y qué empresas chinas compitieron por la adjudicación del proyecto.
¿Qué empresas chinas se presentaron a las licitaciones?
El segundo aspecto que llama nuestra atención, sobre la manera en cómo China opera en este tipo de negociaciones, lo detectamos al analizar el proceso de licitación pública realizado por ENDE para la contratación de la empresa que se hará cargo de la ejecución del proyecto. La gran mayoría de las empresas que se presentaron a las tres licitaciones para el proyecto hidroeléctrico Rositas son de procedencia China. Pero eso no es todo, sino que también todas estas empresas están relacionadas. A continuación, elaboramos una breve descripción de algunas las principales empresas chinas que se presentaron a las licitaciones, tanto para la construcción de la central, como para la realización del estudio ambiental:
1.-Dongfang Electric International Corporation, empresa estatal china que se especializa en la construcción de equipos para la generación de energía, así como la construcción de centrales de energía térmica, hidroeléctrica, nuclear y a gas.
2.-Powerchina Limited, empresa estatal china especializada en la construcción de plantas de generación de energía de distinta índole. Entre sus principales subsidiarias se encuentran: Sinohydro, Kunming Engineering Corp. Ltd., e Hydrochina.
3.-China Gezhouba Group (CGGC) empresa especializada en la construcción de plantas hidroeléctricas, es subsidiaria de la estatal China Energy Engineering Group Co. (CEEC).
4.– Harbin Electronic Company Limited (HEC), empresa especializada en la construcción de hidroturbinas y otros equipos. Al igual que la China Machinery Engineering Corporation (CMEC), es subsidiaria de la CNEEC, que a su vez es subsidiaria de la estatal Sinomach.
5.-Yellow River Engineering Consulting Co. (YREC), empresa estatal especializada en el manejo de cuencas y proyectos de hidroenergía. Es una de las empresas chinas que propone servicios de mayor calidad.
En suma, todas estas empresas tienen en común que son de propiedad del Estado chino. Por lo tanto, a pesar de que se presenten como varias firmas compitiendo bajo un esquema de libre mercado, la selección de cualquiera de éstas termina favoreciendo siempre al Estado chino. A saber, a la burocracia oligarquizada de este país. La misma situación tiene lugar en el caso de la AAR, cuya composición desarrollamos en el siguiente punto.
La gráfica que presentamos a continuación, con la forma de un pulpo, muestra el entramado/escalafón de todas las empresas chinas que llevan a cabo proyectos hidroeléctricos y de construcción, y que son tuteladas por el Estado chino:
¿Quiénes componen la Asociación Accidental Rositas?
En lo que respecta a la empresa que se hará cargo de construir la represa y la planta hidroeléctrica de Rositas, se trata de una asociación accidental. Es decir, una asociación temporal entre dos o más personas (en este caso jurídicas), con el propósito de realizar una transacción u obra específica para, posteriormente, dividir las ganancias en las proporciones que hayan convenido.
La Asociación Accidental Rositas (AAR) está conformada por tres empresas: la China Three Gorges Corporation (TGC), la China International Water & Electric Corporation, que es una subsidiaria de la primera, y la empresa boliviana Reedco SRL. Esto es lo que pudimos indagar sobre estas empresas:
La China Three Gorges Corporation (TGC) es una empresa estatal autónoma china, fundada en 1993, para la realización del megaproyecto hidroeléctrico de “Las Tres Gargantas”, en el río Yangtze (el tercero más grande del mundo, después del Nilo y el Amazonas). Una vez que concluyó la construcción de dicho proyecto, esta entidad adquirió un estatus de autonomía y se hizo cargo de la administración de la represa “Las Tres Gargantas” convirtiéndose en la empresa con mayores ingresos anuales (12.500 millones de dólares en 2016).
La China International Water & Electric Corporation (CWE), es una empresa contratista de construcción en el extranjero, que fue adquirida en 2008 por TGC y que, desde entonces, le sirvió como plataforma para emprender negocios en el extranjero. Ambas empresas han incursionado, ya sea de manera separada o en asociación, en la construcción hidroeléctricas en diferentes lugares del mundo, sobre todo en países en vías de desarrollo, dando lugar a escenarios de conflictividad.
La tercera empresa es la boliviana Reedco SRL, sobre la cual existe escasa información. Es una empresa constructora mediana, entre cuyos principales trabajos se hallan la construcción de puentes, rehabilitación de carreteras y la construcción de estructuras de fierro. Sin embargo, no es posible acceder a algún portafolio de la misma. Uno de los pocos datos que se encuentran sobre esta empresa en la web son denuncias por el incumplimiento de pagos de AFP.
Entonces, la AAR está conformada la colosal TGC, su subsidiaria la CWE, y una empresa boliviana sobre la cual no se puede indagar demasiado por la falta de información publicitada. El beneficio mayor de este megaproyecto será para la TGC, que trae el know how y la experiencia de la construcción de la mayor planta hidroeléctrica del mundo, las Tres Gargantas. Por lo tanto, el siguiente aspecto sobre el que indagamos es sobre el historial de obras de estas empresas.
¿Qué proyectos llevaron a cabo estas empresas?
Como todas las empresas multinacionales, que llevan a cabo proyectos de gran envergadura, tanto la TGC, como la CWE, tiene un historial de proyectos cargados de contradicciones, y cuyo saldo es más problemático que beneficioso. A continuación, exponemos dos casos que destacamos del historial de estas empresas. No incluimos en la presente revisión a la boliviana Reedco SRL, nuevamente por la poca información existente sobre ésta.
Las Tres Gargantas. El proyecto por el cual fue creado la TGC es hasta la fecha el esfuerzo hidráulico más importante de China, con una capacidad de 22.500 MW y hasta 100 millones de MWh. Se construyó debido a la creciente demanda de energía, tanto para consumo de la población, como de la industria. Entre los beneficios previstos de esta obra, además de la provisión de energía, se incluyó el control de inundaciones; facilitar las navegaciones; la provisión de agua para irrigación; y el desarrollo regional de la zona afectada.
Imagen: La Tres Gargantas
A pesar de ser la estación de energía más grande del mundo, y de haber cumplido con los objetivos energéticos, el proyecto también tuvo consecuencias negativas. El impacto más importante fue, sin duda, de tipo social: más de 1 millón de personas fueron desplazadas, y despojadas de sus medios de producción (tierra), la mayoría sin conocer los efectos positivos del desarrollo prometido para la región. Gran parte ingresó a una situación de precariedad mayor, por la menor productividad de las tierras reasignadas; otra parte, se proletarizó en ciudades industriales cercanas; y una parte significativa tuvo migrar aún más lejos.
Los efectos ambientales se suman a los sociales: la sedimentación río arriba no facilita la navegación; la contención de inundaciones no fue tan eficaz como se pensó; se perdió gran parte de las tierras productivas de la región, y se produjo una mayor erosión de los suelos. El costo de relocalización continúa elevándose, ya que en 2009 se previó la necesidad de relocalizar a otros 4 millones de personas. Esto sin contar los problemas de corrupción que caracterizaron al proceso de reasentamiento de las poblaciones. Además, en 2011, la Administración Sísmica China admitió que la represa incrementó significativamente la actividad sísmica de la región.
La represa de Merowe, Sudán. Este proyecto fue llevado a cabo por la CWE, junto con Sinohydro, entre 2004 y 2009. Fue presentado, también como proyecto multi-propósito que, por sus dimensiones, es considerado el proyecto hidroeléctrico más importante de África. Este proyecto fue promovido por el gobierno nacionalista-islamista de Omar al-Bashir, quien luego del golpe de Estado a Al-Turabi, para demostrar que no era un gobierno militar carente de substancia, asumió una agenda ambiciosa de desarrollo energético y agrícola. Esto conllevó al programa de represas en el Nilo, con miras a generar electricidad e irrigación.
Este programa de desarrollo fue impulsado de manera autoritaria, y sus resultados no fueron los esperados. No logró el desarrollo agrícola esperado, ni la producción de energía proyectada. La construcción de la represa de Merowe, por la CWE, con un costo de 1.200 millones de dólares, fue bastante resistida por las poblaciones locales. Alrededor de 70.000 personas, en su mayoría campesinos, fueron desplazados. El 22 de abril de 2006, en una protesta contra la construcción de la hidroeléctrica, la milicia sudanesa mató a tres civiles. Luego del incidente, la CWE se deslindó de cualquier responsabilidad.
Además, el interés de China en Sudán no se limitaba únicamente a la construcción de la hidroeléctrica, sino que también tenía que ver con el petróleo en Anfur, una región marcada por el conflicto entre milicianos árabes-islamistas, apoyados por el gobierno, y las poblaciones pobres negras. La presencia de China en esta zona incrementó la conflictividad, no sólo debido al rechazo de la obra, sino que, para asegurar su provisión de petróleo de Sudán, China incrementó proporcionalmente su exportación de armas al gobierno de Omar al-Bashir, que luego fueron dotadas por el gobierno a las milicias árabes.
Imagen: Represa de Merowe en Sudán
Consideraciones finales
En un estudio publicado en 2017, Deborah Brautigam y Jyhjong Hwang identificaron que, entre 2000 y 2003, China se mostró interesada en 51 proyectos hidroeléctricos en África, de los cuales 17 lograron consolidarse, la mayoría con financiamiento parcial o total del EXIM BANK de China. De hecho, entre 2003 y 2014, este banco participó en el financiamiento de 19 proyectos hidroeléctricos en dicho continente. Las principales empresas en presentarse y participar en estos proyectos fueron TGC, Sinohydro y Gezhouba. Las tres empresas cuentan con participación de y son tuteladas por el Estado chino, aunque en la práctica se presentan como privadas.
Según el mismo estudio, para el financiamiento de la mayoría de estos proyectos, China negoció “créditos a la exportación” (EBC por sus siglas en inglés), es decir líneas de crédito para financiar varios proyectos, que generalmente requieren una garantía soberana del Ministerio de Finanzas del gobierno anfitrión. Los riesgos de estos créditos son paliados, atando su pago a contratos de exportación, que funcionan como las garantías. Por ello, usualmente, el interés de financiamiento y participación en proyectos de infraestructura, como hidroeléctricas y caminos, va de la mano de contratos de explotación y exportación de recursos naturales (Petróleo en Sudán, Hierro en Gabón, Hierro en Bolivia, por citar algunos casos).
Pero, en los casos de países cuya relación comercial con China no es significativa, como es el caso de Bolivia, la garantía adicional consiste en la exigencia al gobierno anfitrión de contratar empresas chinas para la ejecución y/o comprar equipos chinos para las obras. Esta forma de exigencia, que si bien “no es política”, ni impone condiciones sobre el país prestatario que influyan en las políticas públicas y la institucionalidad, es la que ha caracterizado en los últimos años a la relación Sino-Bolivia.
Bolivia no solamente ha contratado empresas chinas para la ejecución de diversos proyectos -no sólo aquellos financiados por China-, sino que también ha comprado bienes de este país (barras de hierro y acero sin alear para la construcción, turbinas para la generación de energía a partir de gas o eólica, vehículos como tractores, maquinaria para la explotación de recursos naturales, entre otros). No es que este tipo de transacciones sean anómalas a priori en el capitalismo, pero sobre lo que queremos insistir es en la relación de dependencia que se plantea para Bolivia, donde se emplaza una dinámica de fuga de capital que beneficia principalmente a China.
El argumento que emplea el gobierno boliviano para justificar este tipo de inversiones, en este caso, mega-represas e hidroeléctricas, es la intención de convertir a Bolivia en el “corazón energético de Sudamérica”. Sin embargo, Bolivia no es el único país de la región en plantearse el objetivo de exportar energía. Además, siguiendo lo señalado por la investigadora del CEDLA, Silvia Molina, Bolivia simplemente estaría apuntando al mercado de Brasil, país que también ha emprendido proyectos de la misma envergadura. No existe, por lo tanto, en Bolivia una discusión seria y de largo aliento sobre la transformación de la base productiva para salir del esquema dependiente de los bienes primarios.
En lo que respecta a las empresas chinas, como es el caso de la TGC y CWE, que se adjudicaron el proyecto Rositas, la observación de sus historiales de obras nos permite concluir que, más que el desarrollo, la capacidad de producción energética y el desarrollo de las regiones donde se llevan a cabo estos proyectos, lo que principalmente les interesa son los beneficios obtenidos por las obras de construcción. Poco importa que las expectativas de los proyectos no se cumplan, o que los impactos generados sean mayores que los beneficios.
Juan Pablo Neri Pereyra
En las últimas semanas, el megaproyecto hidroeléctrico de Rositas ha llamado la atención de la opinión pública, sobre todo a raíz de la movilización de las poblaciones que se verán afectadas por el mismo. En septiembre de 2016, se adjudicó el proyecto de 1.000 millones de dólares, financiado mediante un crédito chino, a la Asociación Accidental Rositas (AAR). Desde entonces, las poblaciones de las zonas afectadas se han movilizado para intentar detener el proyecto. El pasado 2 de abril, lograron que un tribunal de garantías admitiera su acción popular y ordenara la paralización del proyecto. Sin embargo, el 4 de abril, ante la presión de personeros de la Procuraduría General del Estado y de ENDE, el juez tuvo que dar marcha atrás en su decisión.
Además de todas estas contradicciones que caracterizan al megaproyecto, la otra cuestión que precisa ser aclarada es ¿qué empresas se adjudicaron este millonario proyecto? Por ello, en la presente nota exponemos cuáles son las empresas de esta asociación accidental dominada por capitales chinos, además indagamos sobre su historial de obras y la relación entre las mismas. Asimismo, no sólo aclaramos qué empresas componen la AAR, sino también, qué empresas se presentaron a las licitaciones, cuál es la relación entre todas estas entidades y, por último, qué nos dice todo este entramado de capitales chinos, sobre las relaciones Sino-Bolivia.
China: créditos onerosos y condiciones pragmáticas
Un aspecto sobre el que hemos llamado la atención, en los análisis que hemos venido realizando sobre las relaciones Sino-Bolivia, es la exigencia que China realiza a sus prestatarios de, ya sea contratar empresas chinas para la ejecución de los proyectos financiados, o de comprar equipos chinos. Este tipo de exigencias, al igual que la negociación de líneas de créditos casadas a contratos de exportación de materias primas (como es el caso de Venezuela y Ecuador), le sirven a China para paliar los riesgos de sus financiamientos a países que, de otra manera, carecerían de credibilidad crediticia.
Imagen: Acto de adjudicación del proyecto Rositas a la AAR
En varias oportunidades, el presidente boliviano Evo Morales celebró el hecho que los créditos chinos no tengan “condicionamiento político”. Pero lo cierto es que China es más pragmática a la hora de otorgar financiamientos, contemplando otros objetivos que favorezcan directamente a su desarrollo interno y su comercio. Lo que intentamos notar en nuestros análisis sobre las relaciones Sino-Bolivia es que China promueve un modelo de inversión donde ella siempre gana.
Si bien no cabe duda que todos los acreedores condicionan, en alguna medida, a sus prestatarios, el caso de China es especialmente particular por la relación tan estrecha y directa que existe entre las instituciones financieras -en este caso estatales- y las empresas chinas que se hacen de los proyectos financiados por los primeros. En última instancia, existe una complementación entre la política china de otorgamiento de créditos y las inversiones extranjeras directas de este país, con miras a fortalecer la expansión económica y comercial de la China en el mundo. Pero también se trata de un modelo pensado para que el dinero siempre se quede en China.
El caso de Rositas, como otros en Bolivia, es un buen ejemplo de esta relación de complementariedad de los objetivos económicos de china, y de cómo China se asegura de recuperar su financiamiento. Para este megaproyecto hidroeléctrico existen dos decretos del gobierno del MAS, que establecen condiciones favorables para los inversionistas chinos, dando cuenta del condicionamiento al que nos referimos antes. El Decreto Supremo 2574 del 3 de noviembre de 2015 y el Decreto Supremo 2646 del 6 de enero de 2016. Ambos decretos establecen condiciones preferentes para los inversionistas chinos:
¿Por qué decimos que se trata de un condicionamiento que favorece a China? A continuación, señalamos algunas relaciones y procesos que nos permiten señalar lo anterior:
Para comprender mejor esta dinámica desigual, en la que China hace prevalecer sus intereses, tanto comerciales, como empresariales, repasamos cómo fue el proceso de contratación de la AAR y qué empresas chinas compitieron por la adjudicación del proyecto.
¿Qué empresas chinas se presentaron a las licitaciones?
El segundo aspecto que llama nuestra atención, sobre la manera en cómo China opera en este tipo de negociaciones, lo detectamos al analizar el proceso de licitación pública realizado por ENDE para la contratación de la empresa que se hará cargo de la ejecución del proyecto. La gran mayoría de las empresas que se presentaron a las tres licitaciones para el proyecto hidroeléctrico Rositas son de procedencia China. Pero eso no es todo, sino que también todas estas empresas están relacionadas. A continuación, elaboramos una breve descripción de algunas las principales empresas chinas que se presentaron a las licitaciones, tanto para la construcción de la central, como para la realización del estudio ambiental:
1.- Dongfang Electric International Corporation, empresa estatal china que se especializa en la construcción de equipos para la generación de energía, así como la construcción de centrales de energía térmica, hidroeléctrica, nuclear y a gas.
2.- Powerchina Limited, empresa estatal china especializada en la construcción de plantas de generación de energía de distinta índole. Entre sus principales subsidiarias se encuentran: Sinohydro, Kunming Engineering Corp. Ltd., e Hydrochina.
3.- China Gezhouba Group (CGGC) empresa especializada en la construcción de plantas hidroeléctricas, es subsidiaria de la estatal China Energy Engineering Group Co. (CEEC).
4.– Harbin Electronic Company Limited (HEC), empresa especializada en la construcción de hidroturbinas y otros equipos. Al igual que la China Machinery Engineering Corporation (CMEC), es subsidiaria de la CNEEC, que a su vez es subsidiaria de la estatal Sinomach.
5.- Yellow River Engineering Consulting Co. (YREC), empresa estatal especializada en el manejo de cuencas y proyectos de hidroenergía. Es una de las empresas chinas que propone servicios de mayor calidad.
En suma, todas estas empresas tienen en común que son de propiedad del Estado chino. Por lo tanto, a pesar de que se presenten como varias firmas compitiendo bajo un esquema de libre mercado, la selección de cualquiera de éstas termina favoreciendo siempre al Estado chino. A saber, a la burocracia oligarquizada de este país. La misma situación tiene lugar en el caso de la AAR, cuya composición desarrollamos en el siguiente punto.
La gráfica que presentamos a continuación, con la forma de un pulpo, muestra el entramado/escalafón de todas las empresas chinas que llevan a cabo proyectos hidroeléctricos y de construcción, y que son tuteladas por el Estado chino:
¿Quiénes componen la Asociación Accidental Rositas?
En lo que respecta a la empresa que se hará cargo de construir la represa y la planta hidroeléctrica de Rositas, se trata de una asociación accidental. Es decir, una asociación temporal entre dos o más personas (en este caso jurídicas), con el propósito de realizar una transacción u obra específica para, posteriormente, dividir las ganancias en las proporciones que hayan convenido.
La Asociación Accidental Rositas (AAR) está conformada por tres empresas: la China Three Gorges Corporation (TGC), la China International Water & Electric Corporation, que es una subsidiaria de la primera, y la empresa boliviana Reedco SRL. Esto es lo que pudimos indagar sobre estas empresas:
Entonces, la AAR está conformada la colosal TGC, su subsidiaria la CWE, y una empresa boliviana sobre la cual no se puede indagar demasiado por la falta de información publicitada. El beneficio mayor de este megaproyecto será para la TGC, que trae el know how y la experiencia de la construcción de la mayor planta hidroeléctrica del mundo, las Tres Gargantas. Por lo tanto, el siguiente aspecto sobre el que indagamos es sobre el historial de obras de estas empresas.
¿Qué proyectos llevaron a cabo estas empresas?
Como todas las empresas multinacionales, que llevan a cabo proyectos de gran envergadura, tanto la TGC, como la CWE, tiene un historial de proyectos cargados de contradicciones, y cuyo saldo es más problemático que beneficioso. A continuación, exponemos dos casos que destacamos del historial de estas empresas. No incluimos en la presente revisión a la boliviana Reedco SRL, nuevamente por la poca información existente sobre ésta.
Las Tres Gargantas. El proyecto por el cual fue creado la TGC es hasta la fecha el esfuerzo hidráulico más importante de China, con una capacidad de 22.500 MW y hasta 100 millones de MWh. Se construyó debido a la creciente demanda de energía, tanto para consumo de la población, como de la industria. Entre los beneficios previstos de esta obra, además de la provisión de energía, se incluyó el control de inundaciones; facilitar las navegaciones; la provisión de agua para irrigación; y el desarrollo regional de la zona afectada.
Imagen: La Tres Gargantas
A pesar de ser la estación de energía más grande del mundo, y de haber cumplido con los objetivos energéticos, el proyecto también tuvo consecuencias negativas. El impacto más importante fue, sin duda, de tipo social: más de 1 millón de personas fueron desplazadas, y despojadas de sus medios de producción (tierra), la mayoría sin conocer los efectos positivos del desarrollo prometido para la región. Gran parte ingresó a una situación de precariedad mayor, por la menor productividad de las tierras reasignadas; otra parte, se proletarizó en ciudades industriales cercanas; y una parte significativa tuvo migrar aún más lejos.
Los efectos ambientales se suman a los sociales: la sedimentación río arriba no facilita la navegación; la contención de inundaciones no fue tan eficaz como se pensó; se perdió gran parte de las tierras productivas de la región, y se produjo una mayor erosión de los suelos. El costo de relocalización continúa elevándose, ya que en 2009 se previó la necesidad de relocalizar a otros 4 millones de personas. Esto sin contar los problemas de corrupción que caracterizaron al proceso de reasentamiento de las poblaciones. Además, en 2011, la Administración Sísmica China admitió que la represa incrementó significativamente la actividad sísmica de la región.
La represa de Merowe, Sudán. Este proyecto fue llevado a cabo por la CWE, junto con Sinohydro, entre 2004 y 2009. Fue presentado, también como proyecto multi-propósito que, por sus dimensiones, es considerado el proyecto hidroeléctrico más importante de África. Este proyecto fue promovido por el gobierno nacionalista-islamista de Omar al-Bashir, quien luego del golpe de Estado a Al-Turabi, para demostrar que no era un gobierno militar carente de substancia, asumió una agenda ambiciosa de desarrollo energético y agrícola. Esto conllevó al programa de represas en el Nilo, con miras a generar electricidad e irrigación.
Este programa de desarrollo fue impulsado de manera autoritaria, y sus resultados no fueron los esperados. No logró el desarrollo agrícola esperado, ni la producción de energía proyectada. La construcción de la represa de Merowe, por la CWE, con un costo de 1.200 millones de dólares, fue bastante resistida por las poblaciones locales. Alrededor de 70.000 personas, en su mayoría campesinos, fueron desplazados. El 22 de abril de 2006, en una protesta contra la construcción de la hidroeléctrica, la milicia sudanesa mató a tres civiles. Luego del incidente, la CWE se deslindó de cualquier responsabilidad.
Además, el interés de China en Sudán no se limitaba únicamente a la construcción de la hidroeléctrica, sino que también tenía que ver con el petróleo en Anfur, una región marcada por el conflicto entre milicianos árabes-islamistas, apoyados por el gobierno, y las poblaciones pobres negras. La presencia de China en esta zona incrementó la conflictividad, no sólo debido al rechazo de la obra, sino que, para asegurar su provisión de petróleo de Sudán, China incrementó proporcionalmente su exportación de armas al gobierno de Omar al-Bashir, que luego fueron dotadas por el gobierno a las milicias árabes.
Imagen: Represa de Merowe en Sudán
Consideraciones finales
En un estudio publicado en 2017, Deborah Brautigam y Jyhjong Hwang identificaron que, entre 2000 y 2003, China se mostró interesada en 51 proyectos hidroeléctricos en África, de los cuales 17 lograron consolidarse, la mayoría con financiamiento parcial o total del EXIM BANK de China. De hecho, entre 2003 y 2014, este banco participó en el financiamiento de 19 proyectos hidroeléctricos en dicho continente. Las principales empresas en presentarse y participar en estos proyectos fueron TGC, Sinohydro y Gezhouba. Las tres empresas cuentan con participación de y son tuteladas por el Estado chino, aunque en la práctica se presentan como privadas.
Según el mismo estudio, para el financiamiento de la mayoría de estos proyectos, China negoció “créditos a la exportación” (EBC por sus siglas en inglés), es decir líneas de crédito para financiar varios proyectos, que generalmente requieren una garantía soberana del Ministerio de Finanzas del gobierno anfitrión. Los riesgos de estos créditos son paliados, atando su pago a contratos de exportación, que funcionan como las garantías. Por ello, usualmente, el interés de financiamiento y participación en proyectos de infraestructura, como hidroeléctricas y caminos, va de la mano de contratos de explotación y exportación de recursos naturales (Petróleo en Sudán, Hierro en Gabón, Hierro en Bolivia, por citar algunos casos).
Pero, en los casos de países cuya relación comercial con China no es significativa, como es el caso de Bolivia, la garantía adicional consiste en la exigencia al gobierno anfitrión de contratar empresas chinas para la ejecución y/o comprar equipos chinos para las obras. Esta forma de exigencia, que si bien “no es política”, ni impone condiciones sobre el país prestatario que influyan en las políticas públicas y la institucionalidad, es la que ha caracterizado en los últimos años a la relación Sino-Bolivia.
Bolivia no solamente ha contratado empresas chinas para la ejecución de diversos proyectos -no sólo aquellos financiados por China-, sino que también ha comprado bienes de este país (barras de hierro y acero sin alear para la construcción, turbinas para la generación de energía a partir de gas o eólica, vehículos como tractores, maquinaria para la explotación de recursos naturales, entre otros). No es que este tipo de transacciones sean anómalas a priori en el capitalismo, pero sobre lo que queremos insistir es en la relación de dependencia que se plantea para Bolivia, donde se emplaza una dinámica de fuga de capital que beneficia principalmente a China.
El argumento que emplea el gobierno boliviano para justificar este tipo de inversiones, en este caso, mega-represas e hidroeléctricas, es la intención de convertir a Bolivia en el “corazón energético de Sudamérica”. Sin embargo, Bolivia no es el único país de la región en plantearse el objetivo de exportar energía. Además, siguiendo lo señalado por la investigadora del CEDLA, Silvia Molina, Bolivia simplemente estaría apuntando al mercado de Brasil, país que también ha emprendido proyectos de la misma envergadura. No existe, por lo tanto, en Bolivia una discusión seria y de largo aliento sobre la transformación de la base productiva para salir del esquema dependiente de los bienes primarios.
En lo que respecta a las empresas chinas, como es el caso de la TGC y CWE, que se adjudicaron el proyecto Rositas, la observación de sus historiales de obras nos permite concluir que, más que el desarrollo, la capacidad de producción energética y el desarrollo de las regiones donde se llevan a cabo estos proyectos, lo que principalmente les interesa son los beneficios obtenidos por las obras de construcción. Poco importa que las expectativas de los proyectos no se cumplan, o que los impactos generados sean mayores que los beneficios.
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