El tiempo de las vacas gordas: las cifras negras del agroextractivismo ganadero exportador en Bolivia.
Por Marielle Cauthin.
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Contenido
El tiempo de las vacas gordas: repunte cruceño y desplazamiento beniano en la ganadería boliviana
Las vacas sagradas de las tierras bajas bolivianas: ayer fue el ganado hoy lo es el ganadero
El cuento chino de la exportación de carne boliviana
La marca de la exportación de carne: incendios, deforestación, contaminación y calentamiento global
Introducción
Mientras los empresarios ganaderos junto al entonces presidente Evo Morales aplaudían el primer envío de 48 toneladas de carne bovina a China aquel agosto de 2019, el Bosque Seco Chiquitano –zona de expansión ganadera- ardía por décimo día y el fuego se expandió durante meses. Estos incendios forestales están directamente asociados al avance de la frontera agropecuaria y a la exportación de carne: el 88 % de los desmontes autorizados la última década han sido en Santa Cruz y la propiedad privada taló el 75 %. En 2020, Santa Cruz (51%) y Beni (41%) incendiaron 3,4 millones de hectáreas y el 71 % de estas quemas fueron en propiedades privadas.
Las cifras negras apuntadas en este cuaderno evidencian un disparado crecimiento del hato bovino cruceño durante la última década (una inverosímil tasa de crecimiento de casi el 6 % entre 2019 a 2020). Estos datos indican que de mantenerse estables estos indicadores de crecimiento, en 2025 entre Santa Cruz y Beni llegarían a tener poco más de 8,7 millones de cabezas de ganado, por lo que la meta de 18,3 millones de cabezas que plantea el Plan de Desarrollo Económico Social (PDES 2021 – 2025) debe someterse a revisión y a una evaluación previa sobre los impactos del crecimiento de hato.
Por otra parte, Santa Cruz es el único departamento que se está beneficiando de la exportación (16.009 toneladas en 2021), mucho más preciso es decir que de los más de 30 mil productores ganaderos cruceños, apenas 41 lograron cumplir los requisitos de exportación hasta 2020, además de uno con base en Beni. Los tres mataderos y frigoríficos con autorización para procesar y exportar carne son las empresas cruceñas Frigor y Fridosa, patrimonio de familias ganaderas, y la tercera es la transnacional paraguaya-brasileña Frigorífico Concepción (BFC). China desde 2019 a la fecha ha consumido cerca al 85 % de toda la producción cárnica de exportación; contentos y animosos, los ganaderos y el gobierno vienen expresando su intención de abrir otros mercados y suenan países como Rusia, Japón, Irán, Corea del Sur, Colombia o el continente europeo.
Así, mientras en una estantería de un mercado chino relucen empaques de carne bovina deshuesada y congelada bajo el sello “BO#3 Origin Bolivia” que junto al eslogan Bolivian Natural Beef (carne natural boliviana) venden un producto “natural y sustentable”, lo que hay detrás son clanes familiares ganaderos ligados a la gran tenencia de tierra, además de capitales transnacionales, y un lobby cupular empresarial y político que empujó la frontera agropecuaria y desarmó la normativa de protección forestal hasta lograr impunidad frente a la deforestación y quemas ilegales. En el marco de la exportación de carne el panorama de una “Bolivia natural” no es optimista, si se toma en cuenta que el sector empresarial ganadero no posee salvaguardas de prevención ni precaución socioambiental, no invierte en reparación de pasivos ambientales e incluso está exento de realizar estudios de impacto; por lo tanto, no tiene ningún seguimiento ambiental.
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