Solón

Solon-izquierda

Walter Solón Romero Gonzales (1923 – 1999) es uno de los exponentes mas destacados de la plástica boliviana del siglo XX. Muralista, tejedor, grabador, tallador, pintor, dibujante… Solón abrazó todas las técnicas que pudo a lo largo de su vida con un claro objetivo: despertar la conciencia social del arte para contribuir a la práctica de la humanidad.

Solón nació el 8 de noviembre de 1923 a orillas del lago de sal más grande del mundo. Era el cuarto hijo de cinco hermanos y su nombre completo era Walter Solón Romero Gonzales.

Solón y su familia en el salar de Uyuni

Huérfano a muy temprana edad tuvo que trasladarse a la ciudad de Sucre para vivir en el internado Sagrado Corazones. Allí los curas descubrieron su habilidad para copiar cuadros de santos y vírgenes y le montaron un pequeño rincón para pintar. Un día un reconocido pintor de la época, Cecilio Guzmán de Rojas (1899 – 1950) , visitó dicho internado y los curas le comentaron que tenían un pequeño artista. Cecilio Guzmán de Rojas al ver su trabajo le ofreció una beca para ir a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad de La Paz.

Mujer, tempera, 1946

En esa entonces, el adolescente Solón se debatía entre la pintura y el violín que le regaló su padre. En las noches corría a tocar el violín para las monjas del Colegio Santa Ana donde se encontraba su hermana mayor. Este ir y venir a altas horas de la noche le provocó que varias veces fuera castigado por uno de los curas del internado que lo hacía plantonear descalzo sobre las heladas piedra. Cansado de los abusos, un día le arrojó sus zapatos al cura cuando la delegación de su colegio visitaba la ciudad de La Paz. Solón buscó a Cecilio Guzman de Rojas y le solicitó la beca para estudiar bellas artes en la ciudad del Illimani. El joven artista se decidió por las artes plásticas pero el dinero de la beca no llegaba. Solón la pasó muy mal. Su pequeña maleta le fue confiscada porque no podía pagar el alquiler de su cuarto, y varias noches le tocó dormir bajo las estrellas.

Solón, abrumado por sus difíciles condiciones materiales, volvió a Sucre y estudió para profesor de escuela de primaria y luego profesor de filosofía. En esa entonces los profesores tenían trabajo asegurado y Solón quería una pequeña estabilidad económica. En Sucre se convirtió en un asiduo lector de libros de arte y literatura y empezó a participar en algunas exposiciones colectivas de jóvenes artistas. Su primera exhibición independiente fue cuando tenía 23 años. Fue una muestra de oleos, temperas, xilografías, acuarelas, tallas en madera y un álbum de dibujos denominado “Psiquis”.

Revolución, oleo, 1946

La critica lo tildó de surrealismo indígena: “Hasta hoy la pintura Americana ha tomado al hombre autóctono solamente como elemento del paisaje… sin embargo el surrealismo puede operar en forma distinta y traslucir en brotes exteriores toda la introvertida psicología de nuestro indio.”[1] Solón trajo su exposición a La Paz y cosechó nuevas criticas favorables: “A la muestra de Solón no podemos ir con la idea de distraernos como en un cine, sino que debemos ingresar en ella como al ambiente solemne de una biblioteca.”[2] Sin embargo, Solón apenas vendió una escultura de madera y desmoralizado se fue a visitar a su hermana Elena que vivía en el centro minero de Pulacayo, que entonces era una de las minas más grandes de Bolivia. Allí, su cuñado lo convenció de hacer una exposición y vendió todas sus obras. Solón se sintió millonario y tiró una moneda al aire. Si salía cruz iría a estudiar pintura mural a México si salía cara su destino sería Santiago de Chile. El azar lo llevó a Chile en 1947 donde aprendió la técnica del fresco con el maestro Laureano Ladrón Guevara y estudió la técnica del vitral y el grabado. Conoció a Siqueiros cuando vino a Chile y en 1948 ganó varios premios y pintó su primer fresco titulado “Bolivia” en la Escuela de Bellas Artes.

Bolivia, mural al Fresco, 1948

A fines de ese año Solón sufrió un accidente de avión que le provocó una pleuresía severa y lo obligó a volver a Sucre casi desahuciado por su estado crítico. En el Hospital de Santa Bárbara de Sucre permaneció 10 meses hasta que la oferta de realizar un vitral en la Universidad Mayor de San Francisco Xavier le dio las energías para superar la muerte.

Pintando el mural Mensaje a los Maestros del Futuro, 1956

A ese vitral le siguió su primer fresco en Bolivia “Jaime Zudañes y la Revolución de Mayo” (1950). Eran las vísperas de la revolución de 1952 que abría de cambiar radicalmente la historia de Bolivia. Una insurrección minera derrotó al ejercito e impuso la nacionalización de la gran minería. La insurrección se expandió al campo y conquistó la reforma agraria. El voto universal se hizo realidad y los indígenas y las mujeres votaron por primera vez.

Solón y el Grupo Anteo, 1951

Solón pintó varios murales de contenido revolucionario y fundó el grupo Anteo junto a jóvenes pintores, escritores e intelectuales. El nombre del grupo proviene del dios griego Anteo que es un ser invencible cuando tiene los pies en la tierra. El mensaje del grupo Anteo era claro: hay que tener los pies enraizados en la realidad para poder transformar la misma.

A mediados de los cincuenta Solón empezó a viajar por el mundo en un afán incansable de aprender de pintores, artesanos y restauradores de Europa, Medio Oriente y Asia.

Solón en la India

Durante los retornos a su país, Solón comparte lo aprendido y desarrolla nuevas técnicas como el “cemento grabado” que utiliza en la serie “Pueblo al Viento”.

Mi amigo Pepe, Album Pueblo al Viento

Solón trasladó su hogar a la ciudad de La Paz donde pintó varios murales entre los que se encuentra «La Historia del Petróleo» (1959) y «El Futuro de la Revolución Nacional» (1964).

José Carlos Trujillo Oroza

Solón viajó y vivió en México y Estados Unidos hasta que en uno de sus retornos a Bolivia, José Carlos Trujillo Oroza, hijo del primer matrimonio de su esposa Gladys Oroza, fue detenido y desaparecido en 1972.

Bajo la dictadura de Banzer, Solón recreó la imagen del Quijote para expresar la rabia e impotencia frente a este terrible hecho que marcó su vida y la de su familia. Varias dibujos del Quijote vieron la luz para acompañar la incansable búsqueda de su esposa. La primera serie de esta nueva etapa fue “El Quijote y los Perros” (1975).

Hoy es todavía, serie El Quijote y los Perros, 1974

Muy pronto le siguió “El Quijote en el Exilio” (1980) cuando Solón y Gladys fueron forzados a salir de Bolivia después de ser detenidos durante el golpe de Garcia Meza. A su retorno a Bolivia nació la serie “El Quijote y los Ángeles” (1985) en alusión a los dictadores de ayer que se presentan como demócratas sin nunca esclarecer el destino de sus víctimas.

Bajo la democracia pactada, Solón pintó “El Retrato de un Pueblo” (1986-1989) que ocupa las paredes del Salón de Honor de la Universidad de San Mayor Andrés y que es considerada su obra más importante.

Mural Retrato de un Pueblo, 1989

En 1994 Solón junto a su hijo Pablo comenzó a construir la Fundación Solón para preservar su obra y promover el desarrollo de espíritus críticos y creativos.

En 1999 cuando se encontraba pintando un mural sobre la historia de la hoja de la coca y otro mural de carácter autobiográfico, Solón fallece dejando varios proyectos inconclusos como sus tapices tridimensionales, sus retablos, varias bocetos para nuevas series del Quijote y una película de largo metraje sobre el sol de piedra: un símbolo creado por Solón para representar la memoria que yace en el inconsciente colectivo de los seres humanos.

Walter y Gladys

La historia de Solón como la de José Carlos Trujillo Oroza no terminó con su muerte. En el año 2000 la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado de Bolivia y lo obligó a iniciar un juicio para sancionar a los culpables de la detención y desaparición de José Carlos. Ese juicio terminó en el 2011 con una sentencia histórica de la Corte Suprema de Justicia. El 2012 su esposa Gladys fue a su encuentro.

A pesar del tiempo transcurrido la obra y pensamiento de Solón sigue inspirando a nuevas generaciones de artistas y activistas que no se doblegan frente a la adversidad y que abrazan el futuro con renovada esperanza.

Texto: Pablo Solón

[1] El Diario, Gus Omar Garces, 1946

[2] Periódico Patria Libre 1946