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Aunque nos metan a la cárcel El Bala y el Chepete son inviables

[Pablo Solón] La noticia no fue una sorpresa. A raíz de nuestro análisis crítico de las mega hidroeléctricas de El Bala y el Chepete, varios amigos y amigas me habían advertido que buscarían debajo las piedras para acusarme de algo, intimidarme y hacerme callar.

El pasado viernes vinieron a dejarme la citación para que vaya a declarar. Sin embargo, no pudieron hacerlo porque había un error en mi apellido. Quedamos en que volverían a entregarme la citación esta semana y que yo iría a declarar.

En esta oportunidad no me referiré a los supuestos delitos de los cuáles se nos acusa ya que de manera formal y pública refutaré cada uno de ellos el día que vaya a declarar a la fiscalía.

Lo que si puedo decir es que seguiremos pensando y seguiremos hablando. Donde quiera que nos encontremos no renunciaremos a nuestra capacidad de criticar y decir lo que opinamos. Es muy lamentable que en vez de refutarnos con argumentos busquen amedrentarnos a través de este tipo de acusaciones. Las hidroeléctricas del Chepete y El Bala no son rentables con los precios actuales de la electricidad según el propio estudio de identificación de Geodata. Que a mi me lleven a la cárcel no va a hacer rentables esas mega hidroeléctricas.

Lo que tiene que hacer el Ministerio de Justicia y Transparencia Institucional es investigar por qué se hizo un segundo contrato con Geodata por 11,8 millones de dólares para hacer el diseño final de las represas cuando en el informe de Geodata del primer contrato, que costo 3,1 millones de dólares al Estado, ya habían suficientes elementos para descartar estos mega proyectos.

Es doloroso ver como se deteriora un proceso de cambio del cual participe mucho antes de las elecciones del 2005. A veces resulta incomprensible que personas con las que compartiste una misma trinchera pierdan su tiempo armando estas maquinaciones. Sin embargo, no es la primera vez que esto ocurre en la historia de las luchas sociales y el poder, y no por ello habremos de perder la esperanza en una Bolivia diferente donde los derechos de la Madre Tierra y el Vivir Bien sean una realidad tangible.